columnas sin fuste
Firmado: un vecino
Común no significa que un trozo es tuyo, sino que todo es de todos, cosa que algunos son incapaces de comprender
Hay un tipo de persona a la que no se le hace justicia: la que deja, dirigida al desaprensivo de turno, la nota de queja o ruego en el ascensor u otro lugar visible de la comunidad de vecinos. El que recuerda al del 3ºA ... que no se puede dejar la bolsa de basura fermentando en el rellano; el que informa de que ya son varias noches de libertinaje decibélico; el que emite la circular definitiva para notificar, a quien pueda interesar, que aparcar bien no es optimizar el centímetro propio de garaje para que quepa además la motillo, sino permitir que el de al lado pueda entrar en su coche sin necesidad de reptar por el maletero...
En esas notas hay un estilo particular. Es una prosa adusta, severa, en la que incluso asoma un timbre moral, sin que falte la mordacidad que permite el anonimato. Se firma así: «un vecino». Un vecino enmascarado, el vengador de todos los demás… ¿No hay en esa voz una 'auctoritas' que todos reconocen?
Lo que tienen en común esas notas además del estilo es un recto entendimiento de un concepto muy importante: lo común, las zonas comunes. ¡Son guardianes de la comunidad! ¡Seres tutelares de lo que, siendo de todos, no es concretamente de nadie! Común no significa que un trozo es tuyo, sino que todo es de todos, cosa que algunos son incapaces de comprender.
Nos quejamos de que el español no se implica en los asuntos públicos, pero en cada finca hay un vecino, al menos uno, movido por el civismo justiciero. ¿Qué pasaría si todos ellos se reunieran en algo más grande? ¿Si dedicaran su celo y vigilancia a lo que pasa más allá de cada comunidad, en la de todos?
Solo entre esa gente, los que dejan las notitas, será posible encontrar un núcleo activo comprometido para tomar las riendas de lo público, la comunidad de comunidades. Esos seres algo antipáticos que reconvienen a sus vecinos, si se unieran entre sí, si miraran más allá de sus respectivas fincas, constituirían un cogollo de civismo y 'res publica'. Deberían formar un partido. Una asociación. Salir a la calle con la pancarta más severa y necesaria, esa pancarta que fuera la nota de todas las notas.
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