Postales
Socios y rivales
Ni Sánchez puede darles lo que le piden, ni ellos se atreven a montar otro falso referéndum

Tras aceptar Pedro Sánchez negociar el «conflicto político catalán», la esperanza que nos queda es que aquél nacionalismo esté tan dividido que se ponga la zancadilla a sí mismo. Pero conviene no confundir los deseos con la realidad. Si Puigdemont insiste en continuar la lucha ... por la independencia, Junqueras prefiere negociarla con Sánchez, no menos cierto es que ni uno ni otro han renunciado ni renunciarán a conseguirla. Tampoco puede negarse que ambos luchan por la hegemonía política en Cataluña, estando ya de hecho en campaña cara a las próximas elecciones, de las que Torra tiene la llave y anunciará en el momento más conveniente para ellos. Mientras tanto. seguirán cruzándose soflamas: «¡Hemos logrado del Gobierno español negociar de tú a tú!» y acusaciones: «¡Estáis retrasando la independencia inútilmente!», como si fueran rivales en vez de socios, siendo ambas cosas a la vez. Queda, además, la posibilidad de que estén montando el número del policía bueno y el policía malo para lograr de los españoles lo que ambos buscan: la independencia y la amnistía de sus líderes condenados.
Y aún hay un último escenario: que una vez Sánchez tenga aprobado los presupuestos, les haga un corte de mangas y les diga: «Señores, lo siento mucho, pero, no puedo hacerlo por no tener poderes para ello», que no le costaría ningún trabajo ni remordimientos de conciencia. Aunque sabe que, al día siguiente, le montarían una moción de censura que le dejaría en la calle. O sea, que seguiremos en la incierta situación actual, con Sánchez caminando sobre el alambre, la oposición cada día más frustrada, los nacionalistas divididos sobre la vía para alcanzar sus fines, pero decididos a alcanzarlos, y los españoles con el alma en un hilo ante lo que puede ocurrir. A catch 22 situation, como llaman los norteamericanos a aquélla en que cada parte depende de la otra, haciendo imposible la solución. Sólo unas elecciones catalanas pueden decidir quién es el ganador. Y con el electorado harto de elecciones y de políticos, éstos tienen que andarse con mucho cuidado no vayan a llevarse un susto. Es la consecuencia de no haber hecho otra cosa en los últimos años que ir de farol, engañando al público, a sus seguidores y a sí mismos, como confesó Clara Ponsatí, la exministra de Puigdemont, que enseña en una universidad inglesa, lo que explica el despiste de aquellos alumnos. Y siguen yendo de farol, pues la famosa «mesa de diálogo» entre los gobiernos de España y Cataluña, las «soluciones imaginativas» y la «seguridad jurídica» en que quieren enmarcarlas es pura ficción, un brindis al sol, como el de Puigdemont en Perpiñán.
Ni Sánchez puede darles lo que le piden, ni ellos se atreven a montar otro falso referéndum, ni de fuera va a llegarles ayuda. La única realidad catalana es la que han dejado sentada los presidentes de sus dos grandes Bancos: «No ha llegado el momento de regresar a Cataluña». Así que dispongámonos a esperar, con la pólvora seca y dispuestos a usarla, pensando que, hoy, gobernar desgasta más que oponerse.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete