Imposible creerte, Margarita

Son ministros como ella los más dañinos del consejo porque su función es la de servir de coartada, que creamos que queda algo de honestidad en este engendro de donde digo... hago Diego. Que Sánchez te engañe una vez es su acierto, que lo haga ciento es tu defecto. O peor, tu acuerdo, aparentar que queda alguna brizna de dignidad. Eso o que has hecho del cinismo tu patrón de comportamiento.

Describía Chapu Apaolaza en las notas de su Cuaderno la sonrisa de Mertxe Aizpurua. La arcada que nos provoca verla pavonearse por los pasillos del Congreso a lomos de Pegasus ajenos. Pero su trote es lógico, y sobre todo mucho más coherente. Son los mercaderes del templo a quien nadie expulsa porque mantienen cepillado y encerado el asiento del PSOE. No engañan a nadie. Si quieres Moncloa van subiendo el precio, hoy presos, mañana secretos y así la enésima constatación de que se pasea Pedro pero mandan ellos. La claudicación del Gobierno es tan obscena que los espasmos de ministra herida de la titular de Defensa o, por ejemplo, los quites de salón de socialistas caviar como Fernández Vara o García-Page son aún más vergonzantes por lo que tienen de paripé, de torticero intento de esquivar invectivas de quienes un día creyeron que el PSOE era un partido de Estado. Todo para ser subterfugio ante el votante centrado al que malamente pueden sujetar entre tanto bandazo parlamentario.

Robles aguardando que quienes se chotean tanto de tantos acuerden con el Nerón monclovita qué cabeza les sirve en bandeja, Y que arda España en el todo a cien de Sánchez.