El clan de los Le Pen, el más influyente de la política europea

Jordan Bardella (29) es la gran y más joven esperanza del clan Le Pen, al formar pareja de hecho con Nolwenn Olivier (27), hija de Marie-Caroline Le Pen (64) y Philippe Olivier (63 años), quien comenzó a militar en el Frente Nacional cuando lo dirigía el patriarca, Jean-Marie, condenado en bastantes ocasiones, por aquellos años, por delitos de incitación al odio racial y negación del genocidio nazi.

Bardella no tiene estudios, no tiene ningún diploma, no ha trabajado nunca. Es un político profesional desde los 20 años, a la sombra de Marine Le Pen (55). Sin embargo, buena parte del crecimiento de AN se debe a su personalidad y carisma: tiene mucho éxito entre las mujeres, cuyo voto ha sido decisivo en el crecimiento electoral del partido lepenista. Si AN consigue la mayoría absoluta o relativa en las elecciones legislativas del 30 de junio y el 7 de julio, como pronostican los sondeos, Bardella podría convertirse en jefe de Gobierno en una etapa de cohabitación institucional forzosa con la presidencia de Emmanuel Macron.

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En un ataque de sinceridad, Bardella ha llegado a reconocer que el abuelo de su pareja, Jean-Marie, tuvo comportamientos racistas y antisemitas hace años. Y ese reconocimiento le ha valido una reprimenda familiar. A lo largo de esta campaña electoral Bardella ha dado otras muestras de independencia, matizando posiciones radicales de su mentora. Pone un poco de sifón en el vino tinto tradicional de los Le Pen.

Marine Le Pen es la heredera, refundadora y presidenta del grupo parlamentario de su partido en la Asamblea Nacional francesa: tiene más diputados que todas las izquierdas juntas. Ella encarna los grandes triunfos electorales de la familia y se cotiza como candidata victoriosa en las próximas elecciones presidenciales de 2027, estatus confirmado por el mismo Emmanuel Macron.

En 2015 Marine expulsó a su padre de su propio partido -por aquel entonces Frente Nacional- para moderar a la formación, sin conseguirlo completamente. En la historia política de Francia, el apellido Le Pen está asociado de manera íntima a los grupúsculos neonazis con los que trabajó el patriarca Jean-Marie. Varios historiadores estiman que su hija Marine encarna en Francia el populismo conservador del Brexit y de Donald Trump. Sus simpatías por el expresidente de EE.UU. y candidato a la presidencia son bien conocidas. Aunque, más allá de esto, tiene un grave hándicap: los banqueros de Vladímir Putin financiaron varias de sus campañas y el dirigente ruso la recibió con honores en el Kremlin en 2017.

Tras varias idas y venidas, Marie-Caroline Le Pen, la madre de la compañera de Jordan Bardella, ha vuelto al redil del partido familiar y aspira a ser elegida diputada en las elecciones anticipadas. Casada en dos ocasiones y con una intensa vida sentimental, está marcada por quien fue su padrino político: Jean-Louis Tixier-Vignancour, uno de los patriarcas del neonazismo francés de los años 50 y 60 del siglo XX.

Marie-Caroline no destaca por su ingenio político, aunque su influencia en el clan Le Pen es grande: está muy cerca de su padre Jean-Marie y como hermana mayor se permite abroncar» a Marine. Además, como madre de la compañera de Bardella puede hacer valer criterios políticos y familiares muy alejados de las presuntas tentaciones modernas que pudiera tener el posible primer ministro de Macron.

En el clan familiar, Marion Maréchal-Le Pen (34 años) destaca por su imprevisible radicalismo ultramontano. Durante bastantes años, ella fue la nieta preferida de Jean-Marie e intentó convertirla en su heredera política directa. Esas pretensiones del abuelo y la nieta irritaron a Marine, quien abrió una guerra interna. Finalmente, Marion rompió con su tía Marine y se convirtió en cabeza de lista de Reconquista, el partido ultra conservador de Éric Zemmour, en las elecciones europeas.

Ahora, elegida eurodiputada, Marion ha roto con Zemmour tras un par de años de militancia en Reconquista y vuelve a pedir la «unión de las derechas» para irritación de su tía, que teme la rivalidad con su sobrina.

Así pues, quizás no haya un apellido, clan y familia política con tanta influencia como los Le Pen, sin duda en Francia pero también en Europa. La influencia es evidente, como lo es también su punto débil: las tensiones familiares. Jean-Marie, el patriarca, todavía celebra reuniones familiares y en vano intenta llevar la batuta. Aunque su presencia es obligada y el respeto permanece, terminadas las reuniones cada mochuelo vuelve a su olivo.

Mientras tanto, Jordan Bardella se está labrando su propia carrera política, a su aire. Buen ejemplo de ello es esa licencia de recordar antiguas condenas por incitación al odio. Esa independencia tiene buena prensa fuera de la familia, pero cae muy mal entre los íntimos.

Marine Le Pen sigue aspirando a la presidencia de la República, pero esa aspiración está hipotecada al triunfo o fracaso de la cohabitación de Bardella con Macron, con lo que corre el riesgo de ser sustituida por su protegido llegado el momento. Mientras, Marie-Caroline tiene dos ambiciones: la felicidad de su hija y el respeto a las tradiciones de su familia política, muy de extrema derecha de toda la vida. No tiene peso político, pero puede complicar y envenenar muchas cosas. Marion Maréchal Le Pen está dentro y fuera del clan al mismo tiempo. Su lenguaje ultra cae bien al patriarca, pero hace daño a su tía y al novio de su prima.

'Ana Karenina', la legendaria novela de León Tolstoi, comienza así: «Todas las familias felices se parecen unas a otras; pero cada familia infeliz lo es a su manera». Desde esta óptica, el clan Le Pen quizá sea una familia infeliz.