claves latam
El afán totalitario de Ortega y Murillo carga contra las parroquias
La vicepresidenta estaría buscando un control absoluto para sustituir a su esposo en las elecciones de 2026
El pulso en la calle contra el fraude de Maduro decidirá si se acaba el chavismo y el futuro de Venezuela

El régimen nicaragüense ha detenido en los últimos días a una quincena de sacerdotes y diáconos y a algunos colaboradores laicos de las curias diocesanas. Siete de los clérigos fueron expulsados el viernes en un avión con destino a Roma, con lo que son ... ya 46 los sacerdotes y obispos desterrados; en total, unos 170 clérigos, entre ellos 3 obispos, y 76 monjas no tienen permiso para regresar al país.
La razia contra la Iglesia Católica, sobre todo en las diócesis de Matagalpa y de Estelí (ambas dirigidas por el obispo Rolando Álvarez, condenado en febrero de 2023 a 26 años de prisión y expulsado al Vaticano en enero de este año) responde al esfuerzo de la pareja presidencial –Daniel Ortega y su esposa, Rosario Murillo– por no tolerar ningún ámbito de posible discrepancia. En un país que sigue siendo mayoritariamente católico, por más que haya una fuerte presencia de comunidades evangélicas, la Iglesia es vista por los Ortega como un obstáculo para su control totalitario de la sociedad nicaragüense.
Pseudorreligiosa y esotérica, Murillo percibe a obispos y sacerdotes como competidores. En ocasiones, por sus comentarios y lemas religiosos (sus comunicados oficiales se cierran con un «Vamos Adelante, Siempre Más Allá, cumpliendo a nuestro pueblo, que es cumplirle al Dios de Todas las Victorias»), Murillo parece querer erigirse en la máxima autoridad religiosa del país.
En realidad, mucha de la represión que se está produciendo en Nicaragua tiene que ver con las fobias de Murillo, quien estaría dando un último asalto de poder, pensando en una sucesión de su marido en las elecciones presidenciales previstas para 2026. Para entonces Ortega habrá superado los 81 años y su delicado estado de salud aconsejaría un recambio (Murillo tiene seis años menos). Por eso la vicepresidenta está persiguiendo a estrechos colaboradores de su marido, o personas históricamente vinculadas a él que aún pueden simbolizar la Revolución Sandinista de la década de 1980, que hasta ahora han puesto trabas a la asunción de todo el poder por parte de Murillo.
Dos recientes casos ponen esto de manifiesto. Por un lado, el arresto domiciliario en junio de Humberto Ortega, después de que quien fuera jefe del Ejército Sandinista hiciera unas declaraciones contra la influencia que Murillo tiene sobre su hermano. Por otro, la detención la semana pasada del jefe de seguridad personal del presidente, el general Marcos Alberto Acuña, que cumplía esas funciones desde hacía diecisiete años. Medios nicaragüenses han destacado que Murillo tuvo una fuerte discusión con Acuña días antes. Estos movimientos contra el núcleo más próximo a Ortega han sido autorizados por este, evidenciando el poder de Murillo.
La presidencia de Ortega había mantenido una relación correcta con la Iglesia Católica hasta su gran huida hacia adelante de 2018, cuando la sociedad civil se levantó contra el régimen y más de trescientas personas fueron asesinadas en las calles durante la represión.
La relación de Ortega con la Iglesia partía de algunos elementos positivos. Miguel Obando, arzobispo de Managua entre 1970 y 2005, alentó la oposición contra la dictadura de los Somoza y medió para la liberación de guerrilleros sandinistas, entre ellos el propio Ortega, antes del triunfo de la revolución en 1980. Esta, de carácter marxista, supuso un enfrentamiento con el Vaticano: la teología de la liberación intentó apropiarse de la visita de Juan Pablo II a Nicaragua en 1983, pero lo que quedó de aquel viaje, además de la adhesión de los nicaragüenses a la jerarquía, fue la imagen de la amonestación del Papa al sacerdote Ernesto Cardenal, ministro y guerrillero. Para reforzar la autoridad de Obando frente al régimen sandinista, el arzobispo fue designado cardenal en 1985.
Cuando Ortega regresó al poder en 2007 lo hizo con varias lecciones aprendidas. Además de tener un trato exquisito con los empresarios –él mismo y su familia entraron en negocios– procuró el agasajo de la Iglesia, especialmente de un Obando ya emérito pero que seguía siendo toda una referencia entre los católicos. Los mutuos parabienes acabaron desprestigiando a Obando, sin que su sustituto como arzobispo de Managua en 2005, Leopoldo Brenes, de carácter más reservado, haya podido encarnar un fuerte liderazgo, a pesar de ser elevado a cardenal en 2014, año en que por edad presentó la renuncia, aún no materializada.
A medida que Ortega se volvió cada vez más autoritario, aumentando el nivel de fraude en cada elección para poder seguir en la presidencia, creció su enfrentamiento con la Iglesia. Pero si bien él mantenía una actitud menos visceral, acogiéndose en su a ciertos simbolismos cristianos, el creciente poder de Murillo está perturbando enormemente la vida católica del país. Rotas las relaciones con el Vaticano desde 2023, muchas de las expresiones populares católicas han sido prohibidas y la jerarquía diezmada, mediante el acoso, la persecución e incluso la tortura.
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