La «monja alférez» del socialismo francés

Martine Aubry es lo más parecido a una «monja alferez», versión socialdemócrata, de formación católica. La hija de Jacques Delors descubrió el socialismo muy tardíamente (como su padre). Convertida a la fe militante del PS, Martine pasó a la historia de las relaciones sociales, en 1998, como ministra del Trabajo que impuso a paso de carga la semana laboral de 35 horas.
Paradójicamente, se trata de una herencia envenenada. Tras año y medio de euforia, la semanal laboral de 35 horas entró en crisis. Y comenzó un largo calvario inconcluso. Con el tiempo y la experiencia, la reducción del tiempo de trabajo es percibida con inquietud y reserva, en tiempos de crisis, incluso dentro del PS.
Víctima de su gran éxito personal, Martine Aubry es alcaldesa de Lille. Pero no ha conseguido desprenderse de su imagen de hija de Jacques Delors y «monjita autoritaria».
De su formación católica (su padre va a misa todos los domingos, en una iglesia de un barrio «chic», antigua residencia de uno de los patriarcas de la antropología moderna) Martine utiliza una retórica que su familia califica de «humanista». De su condición de burócrata socialista toma su pasión por las «misas laicas» que ella gusta «oficiar» dentro del PS, adoptando el tono severo de una «hermana de la caridad» militante de un partido llamado a los pobres de Francia y del mundo de las maldades capitalistas que encarna como nadie, para ella, Nicolas Sarkozy.
Esa retórica de conversa tardía le permite tener excelentes relaciones con la nueva izquierda socialista, que le ha dado los votos para convertirla en líder del PS, prometiendo «una fidelidad sin tacha a los ideales de nuestro partido». Esa fidelidad tiene una cierta dimensión esquizofrénica: su padre es un europeísta histórico; sus principales aliados son hostiles al euro y la UE.
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