Isaac Rabin y Yasser Arafat: dos pacificadores sin legado de paz
Impulsores de los Acuerdos de Oslo entre Israel y Palestina

En la era de los pacificadores, el primer ministro israelà Isaac Rabin (1922-1995) y el lÃder de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) Yasser Arafat (1929-2004) ganaron en 1994, al igual que los sudafricanos F. W. De Klerk y Nelson Mandela un año antes, el Nobel de la Paz como arquitectos de un nuevo tiempo. Los lÃderes israelà y palestino materializaron una ilusión de nueva era en este alambicado conflicto en el que hasta 1992 Israel se negó a negociar directamente con la OLP el futuro de Cisjordania y Gaza. HabÃa llegado el momento: el Partido Laborista estaba más interesado que los anteriores del Likud, la formación del actual primer ministro Benyamin Netanyahu, en alcanzar una solución polÃtica. Aunque aún hoy, escribe Ilan Pappé –de la generación de los nuevos historiadores israelÃes– en el libro «La cárcel más grande de la Tierra» , continúan dos mitos asociados al proceso de Oslo: que fue un proceso de paz absolutamente genuino y que Arafat lo echó a perder de forma intencionada instigando la segunda intifada como operación terrorista contra Israel.
Los Acuerdos de Paz de Oslo de 1993 llegaron después de que un ultimátum estadounidense empujara a los israelÃes a aceptar compartir mesa de negociaciones en la Conferencia de Paz de Madrid de 1991, lo que propició la creación de la Autoridad Palestina como gobierno autónomo provisional para administrar los territorios ocupados por Israel. Este debÃa garantizar la seguridad de Israel en el interior de los territorios ocupados, donde Cisjordania pasaba en los acuerdos de Oslo II a dividirse en zonas A (bajo control palestino), B (donde la seguridad sigue en manos de los israelÃes) y C (bajo control israelÃ) garantizando que no habrÃa ninguna actividad de resistencia.
«Edward Said llamó a los Acuerdos de Oslo el ‘Versalles palestino’. Acusado entonces de derrotista, es hoy percibido como un profeta. La mayorÃa de palestinos celebraron un acuerdo en el que ni siquiera se reconocÃa su legitimidad como pueblo y futuro Estado», comenta la coordinadora para Oriente Medio de la Fundación Alternativas, Itxaso DomÃnguez. Era un primer paso para la paz. Arafat recogió el guante de la primera Intifada y buscó convencer a las autoridades israelÃes de que no podÃan seguir administrando y gobernando para siempre Cisjordania y Gaza . Dicen que el espÃritu de Oslo murió cuando en 1995 un extremista judÃo mató a Rabin, recordado como héroe, sobre todo fuera de Israel «por el odio que suscitó su voluntad de tender la mano a los palestinos», señala DomÃnguez. Tras su asesinato llegó la victoria de Netanyahu y en 2004 el carismático Arafat –un terrorista para muchos israelÃes– también falleció como héroe entre los palestinos, aunque cada vez son más los que dudan de que Oslo representara una oportunidad sincera para la paz.
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