Carmen de Carlos - EN EJE
Vacunas VIP en Argentina
Una factura con saldo final a pagar en las elecciones legislativas de noviembre

La parodia del ‘micro vídeo’ llega por WhatsApp. Se abre la puerta del colectivo (autobús), se sube Gines González García, el ministro (ahora ex) de Salud de Argentina y ofrece, a precio de saldo, vacunas rusas. Nadie compra y se baja mal humorado. La ... diferencia entre la realidad y la ficción es que, en la primera, las vacunas se aplicaban en un despacho contiguo al del ministro, y en dependencias bonaerenses de La Cámpora , la organización kirchnerista que un día fue juvenil.
Las colas VIP eran el secreto peor guardado de un Gobierno que, tras destaparse el escándalo, empieza a recibir una factura con saldo final a pagar en las elecciones legislativas de noviembre. Para empezar, el repudio provocó que López Obrador dejara plantado a Alberto Fernández en su visita a los laboratorios mexicanos donde Astrazeneca fabrica su antídoto. Para continuar, al conocerse los nombres de los elegidos, estos tendrán que bajar la cabeza, -nacional y popular-, en la calle por vergüenza o, quizás, por temor a que les apliquen un poco de ‘jarabe democrático’ o les canten un rap ‘antifascista’.
Entre los favorecidos hay medio Gobierno, empresarios amigos como la familia del español Florencio Aldrey , ex presidentes como Eduardo Duhalde (con mujer e hijas), sindicalistas de los gordos, como Hugo Moyano y algún que otro satélite mediático del kirchnerismo. De estos, el de mayor descaro es Horacio Verbitsky , personajes oscuros de Argentina y pese a su pasado (entre sombras de la Fuerza Aérea y de Montoneros), presidente del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) . ‘El perro’, apodo histórico del periodista orquesta (del Titánic K), olfateó a los sabuesos del diario Clarín y reconoció que pronto habría sangre si destapaban el escándalo. Hábil para ‘zafar’ de atolladeros, se adelantó, confesó. «Ayer, me vacuné» y les reventó la primicia al autoinculparse y delatar a los otros.
Solidaridad, dignidad, respeto, ley y Gobierno se van a pique en Argentina antes de estabilizar un barco hundido antes de zarpar. Había que poner a salvo del coronavirus al capitán, a su segunda y a los imprescindibles. Eso, se comprendió. El resto, no tiene justificación, ni cura.
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