El convoy maldito: la gran gesta española que enrojeció de odio a los ingleses, según Ferrer-Dalmau
Augusto Ferrer-Dalmau presenta 'El regreso', un cuadro que rememora el olvidado apresamiento de 55 navíos por Luis de Córdova en 1780

Los soldados españoles que navegaban a la caza del inglés hace dos siglos y medio emanaban cierto aroma a héroe clásico. Al igual que Ulises suspiraba por los besos de Penélope en su interminable viaje a Ítaca, ellos también soñaban con los abrazos de los ... seres queridos que les aguardaban pacientes en puerto. El júbilo del guerrero que arriba orgulloso tras haber dado un buen pescozón a la ‘Royal Navy’; eso es lo que ha plasmado Augusto Ferrer-Dalmau –el pintor de batallas genuino– en su último cuadro: ‘ El regreso ’. Una obra que recuerda una gesta hasta ahora sin retratar: la captura de medio centenar de barcos británicos el 9 de agosto de 1780 por el director general de la Armada, Luis de Córdova y Córdova.

El alumbramiento de este lienzo supone la culminación de un proceso que inició Ferrer-Dalmau hace ya más de dos décadas: retratar episodios escondidos de la historia de España . Fotografiar, a base de pincel, hechos que habían pasado de puntillas por los libros. Lo hizo con Rocroi –hoy la batalla más recordada de los Tercios–, con ‘ El último combate del Glorioso ’ y, ahora, con una genialidad de Córdova que costó a los ingleses tres millares de marinos presos, 140 millones de reales en barcos y toneladas de mercancías, armamento y municiones. Hoy, el apresamiento del más rico convoy que partió de la Pérfida Albión ya tiene representación, y desde una nueva perspectiva: la de los infantes de marina que volvieron a Cádiz el 20 de agosto con la misión cumplida.
«Había dado vida a victorias y derrotas, pero nunca a una historia humana de este calado», afirma a ABC Ferrer-Dalmau. Por eso esperaba con impaciencia la llegada de este lunes para presentarlo en sociedad junto al presidente de Iberdrola, Ignacio Galán ; el JEMAD, Teodoro E. López Calderón y el presidente de la Fundación Ferrer-Dalmau, Su Alteza D. Pedro de Borbón Dos Sicilias . «Julián Martínez-Simancas y el director del CESEDEN, Francisco de Paula , vinieron a verme al estudio y acordamos pintar esta escena en el cuadro. Lo encargó la Fundación Iberdrola que, a su vez, lo ha donado al Centro Superior de Estudios de la Defensa Nacional», explica. Un proyecto con tres patas y un único objetivo: homenajear a la Infantería de Marina, clave durante el apresamiento de los bajeles y sus mercancías.
Cazar al inglés
La gesta fue de una envergadura tal que pudo seguirse a través de la Gazeta de Madrid, el BOE de la época. El martes 18 de julio, este organismo desveló que una semana antes había salido de puerto una escuadra combinada franco-española a las órdenes de Luis de Córdova: «Está compuesta de 22 navíos españoles y 9 franceses, con 6 fragatas, una corbeta y 3 balandras». Entre ellos se contaba el 'Santísima Trinidad', coloso de la época y buque insignia de la Armada al montar 114 cañones. «Al anochecer de este día se hallaba la retaguardia de la escuadra distante 10 o 11 leguas del puerto», añadía el texto.
Cesáreo Fernández Duro, historiador naval del siglo XIX que poca presentación necesita, afirma en sus obras que Córdova ya se hallaba en el Canal de la Mancha para continuar el bloqueo con el que España quería asfixiar a Gran Bretaña cuando el conde de Floridablanca le dio la buena nueva: habían salido de puerto enemigo dos copiosos convoyes en dirección a las Indias Orientales. La escolta, de tres bajeles, era anémica; idónea para ser apresada sin apenas contar bajas rojigualdas. «A Córdova se le prevenía que los buscara con empeño y diligencia, lo cual hizo enseguida, espaciando sus fragatas para dar con ellas», añade el autor en su obra. La persecución se extendió unas pocas jornadas.

En una carta posterior, Córdova confirmó que el convoy en cuestión había salido de Portsmouth el 29 de julio: más de medio centenar de barcos al abrigo de un navío –el ' Ramillies ', de 74 cañones– y dos fragatas –la ' Tetis ' y la ' Southampton ', de 36 bocas de fuego–. Además, pronto supo que los buques de transporte iban cargados hasta la toldilla de mercancías para las Indias Orientales.
Las noticias no corrían entonces por las redes como hacen hoy –lógico– y hubo que esperar hasta el 29 de agosto para que la Gazeta de Madrid diera cuenta de la batalla. El planteamiento, nudo y desenlace de esta contienda se sucedió a la velocidad del rayo: entre los días 8 y 9. Aunque todo empezó de madrugada. «Córdova refiere en una carta que, a la una de la noche, avistaron velas que no parecían de la escuadra combinada, por lo que mandó que se virase inmediatamente», se explicó en la publicación. Tres horas después, la presa lució lomo. «Con las primeras luces del alba se empezó a contar una, y seguidamente muchas embarcaciones, todas unidas y con dirección a nosotros». Se hallaban a 60 leguas del Cabo San Vicente.
Córdova aprovechó su momento y puso un farol en el trinquete del 'Santísima Trinidad'. La treta funcionó y los ingleses confundieron al gigantesco buque con su nave capitana. Por su parte, el español les recibió con una sinfonía de cañones en mitad del mar. No hubo batalla como tal; era un suicidio por la ingente masa de bocas de fuego que sumaba la combinada. Al oler plomo, la escolta de la 'Royal Navy' salió por piernas. Y los mercantes la siguieron. «Ciñeron inmediatamente el viento para alejarse de nuestra escuadra», explicaba la Gazeta. A pesar del susto, algunos contaban con la ventaja del viento.

Antoine Hilarion de Beausset , capitán galo al mando de la escuadra ligera, salió en persecución de los mercantes más veleros en dirección suroeste. Sus presas se sumaron a las del resto de la combinada: un total de 51 barcos en los que, al final del día 10, había sido arriada la bandera de la 'Royal Navy'. «Córdova concluye su carta atribuyendo enteramente a la alta mano del Todopoderoso la caída de estas riquezas de los enemigos en nuestro poder, completándose su satisfacción con la entera ruina de una expedición de tanta entidad, así por los refuerzos de tropas para la India como por los grandes repuestos de víveres, lonas, velamen, jarcias y otros pertrechos», completaba la Gazeta.
Y es que, lo de menos en aquella acción fue la captura como tal. Lo que enrojeció de alegría los mofletes del buen Córdova fue el haberse apoderado de 3.000 marineros, del vestuario destinado a las tropas enemigas, del armamento y las municiones y de una cantidad de navíos que equivalía a millones de reales. Casi nada.
Duro trabajo
Pero, aunque hay algún pellizco a los ingleses en el cuadro–«un soldado herido al que han apresado», en palabras del pintor–, la idea era otra: representar ese 20 de agosto en el que los infantes de marina embarcados en las fragatas ‘Santa Perpetua’ y ‘Santa Bárbara’ eran recibidos por sus familiares en la Isla de León (Cádiz). «Se ve a padres saludando a sus hijos, a una chica que abraza al novio... Imaginé qué hubiera pasado si hubiera sucedido hoy». Y, como no podía ser de otra forma, tampoco falta el toque revertiano. «Hay un perrillo, siempre fiel, que espera a su dueño», desvela. Ese es el detalle que no le gustaría que se pasase por alto.

Ferrer-Dalmau comenzó a mover los pinceles hace cuatro meses, después de semanas planeando el lienzo. «Han sido 12 horas diarias desde entonces». Su mayor reto fue cómo incluir a tantos personajes en la escena. «He jugado con la perspectiva para que no se amontonen las figuras. Hay tres planos: el primero se construye sobre una sombra, el segundo, en el muelle bajo la luz directa y, por último y en el agua del fondo, está el de los barcos». Admite que le ha supuesto un cambio de paradigma, pues está acostumbrado a pintar muertos y batallas y «ha sido difícil pasar a soldados sonrientes y caras amables». Con todo, está satisfecho por haber fotografiado, una vez más, la historia.
Cronología de un engaño
-El gran engaño comenzó a fraguarse en julio de 1780, cuando los espías españoles conocieron la salida de dos convoyes para reforzar la posición de Inglaterra en Norteamérica y la India.
-En el marco de una campaña de acoso de nuestra armada a la 'Royal Navy', el conde de Floridablanca confirmó la partida de los buques al septuagenario Córdova.
-Su armada, que había partido el 9 de julio, inició la caza. En los primeros días de agosto, las livianas fragatas rastrearon el Canal de la Mancha y se toparon con el premio en la mañana del 9 de agosto.

-Dos señales lo corroboraron y, cuando apenas había luz, a eso de las 4:15, el almirante engañó a los británicos colocando un farol en el trinquete del 'Santísima Trinidad'.
-Los mercantes, inocentes, se dirigieron hacia el coloso hispano en la creencia de que era su capitana. Cuando se percataron ya era tarde. Intentaron escapar, pero fueron cazados uno a uno.
-A las 5:00 ya habían sido capturados 26 buques y, una jornada después, el número creció hasta los 51. El resto, contando la escolta, huyeron.
-El 20 culminó el suceso con la llegada a Cádiz.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete