«El cristianismo es una diana que no deja de moverse» Dan Brown _ Novelista

Dan Brown, en Exeter, en el estado norteamericano de New Hampshire
POR PEDRO RODRÍGUEZ
CORRESPONSAL
FOTO PAULA LERNER
EXETER (NEW HAMPSHIRE). La industria de los libros tiene un secreto de vanidades y ventas: cuanto más éxito comercial tiene un autor, más amable y fácil resulta su trato. Y con ochenta millones de ejemplares vendidos de «El Código Da Vinci», Dan Brown se puede permitir ser el más simpático de todos. Pero, a pesar de la fascinación, las polémicas inevitables y todo el dinero en juego, Dan Brown no deja de sonreír desde su privada existencia en un bucólico pueblecito de New Hampshire.
-¿Cómo describiría «El símbolo perdido» a quien nunca ha leído uno de sus libros?
-Es una mirada a la América secreta, a la sociedad de los masones, y una exploración de una nueva y muy real ciencia llamada noética. Es una mezcla de lo muy antiguo y de lo más nuevo.
-París, Roma... esta vez es Washington. ¿Qué le interesa sobre la capital de Estados Unidos?
-Washington es una ciudad de secretos, con túneles subterráneos, criptas, templos, pirámides, obeliscos... Y, aunque no es tan antigua como por ejemplo Madrid, es una ciudad llena de secretos y gran arquitectura.
-¿Es más difícil escribir sobre la masonería o sobre el cristianismo?
-Al escribir sobre el cristianismo, uno tiene que lidiar con una teología de dos mil años de antigüedad que es diferente por todo el mundo. Es como una diana que no deja de moverse. La masonería es algo mucho más moderno y mucho más homogéneo.
-¿Se considera religioso?
-Me considero una persona espiritual. Crecí en la fe episcopaliana y en un momento me aparté de la religión organizada para adentrarme en la ciencia. Pero cuanto más he avanzado, más se ha completado el círculo de la ciencia como respaldo de la religión y la espiritualidad.
-¿Por qué ha presentado al Opus Dei en su obra de una forma tan siniestra?
-No creo que fuese necesariamente siniestra. En toda organización hay buena gente y gente no tan buena. Ya sea la Agencia Nacional de Seguridad, la NASA, el Vaticano, el Opus Dei, o los masones, demasiado poder puede propiciar abusos.
-¿Es un adicto de las teorías conspirativas?
-Soy una persona escéptica y es verdad que en «El símbolo perdido» hay un montón de teorías conspirativas porque resulta divertido.
-Usted tiene una significativa conexión personal con España.
-Sí, en el bachillerato pasé uno de los mejores veranos de mi vida en Gijón. Después estudié un año en la Universidad de Sevilla, viviendo en la plaza de Cuba. No me importa decirlo muy claro: España es mi país europeo favorito.
-¿Qué impacto ha tenido el mega-éxito de «El Código Da Vinci» en su nueva novela?
-Es curioso. En cierta forma, el proceso funciona igual. Todavía me levanto de madrugada y todavía me enfrento a una página vacía. Siempre bromeo con que a mis personajes no les importa nada cuántos libros haya sido capaz de vender. Aunque es verdad que «El Código...» me ha dado acceso a información secreta a la que probablemente no tendría acceso si ese libro no hubiera sido tan famoso.
-¿Cómo es la mecánica de su escritura?
-En «El símbolo perdido» he trabajado seis años, siete días a la semana, incluso en Navidad. Me siento en mi escritorio a las 4 de la mañana. Trabajo en una cabaña separada de mi casa sin teléfono, sin correo electrónico, sin internet. Nada. Sólo mi ordenador.
-¿Le cuesta mantener su vida dentro de la normalidad?
-Lucho para mantener mi privacidad. Hablar con la prensa es algo difícil de compaginar con el proceso de escribir. Si cada tarde uno se dedica a hablar con los medios de comunicación, a contestar las cosas locas que la gente dice, es una enorme distracción. Y mi primera responsabilidad es para mis lectores y mis libros.
-¿Tiene algún libro que desea escribir pero que le parezca imposible?
-No, pienso que cualquier libro que uno quiera escribir es absolutamente posible. Es sólo una cuestión de cuánta energía y de cuánto tiempo se dispone. Ahora mismo, estamos trabajando en la película de «El símbolo perdido» y también en la versión cinematográfica de «La conspiración I». Eso me va a mantener ocupado más o menos durante los próximos seis meses. Y entonces empezará con mi nueva novela.
-¿Su próximo proyecto?
-«Top secret».
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