La Atrayana: «Nouvelle cuisine de barrio»

“Pura Tasca ha encontrado un heredero, un hermano pequeño, en su mismo barrio de Triana”
Allá por Blas Infante, más allá del Tardón, donde Triana pierde ya su casto nombre, ha nacido, no hace mucho, este heredero o hermano pequeño de Pura Tasca.
En una de esas terrazas de barrio con mesas sobre albero y rodeado de naranjos, jazmines, rosales y palomas (y lo mejor, sin coches) ha nacido un bar que quiere contar muchas cosas desde su cocina. El equipo es joven y se nota el buen ambiente entre ellos. Dentro, el local es sencillo pero cuidado: maderas, lámparas de luz cálida, papeles pintados mesas bajas y mesas altas. Y grandes cristaleras a la mencionada terraza. En definitiva, nada parecido a los bares que se encuentran alrededor de esta plaza, de esta barriada.
La carta similar a tantas otras de gastrobares al uso, pero a todos los platos le han intentado dar una vuelta y, además, cuidan mucho la presentación. Es una especie de nouvelle cuisine aterrizada en Triana. Empezamos con unos puerros al carbón con romesco. Presentación que entra por los ojos, el romescu suave en textura y potente en sabor. Lo acompaña una picada sevillana con tomate de los palacios y nueces.
Seguimos con un steak tartar de punta de solomillo, de los mejores tomados en Sevilla. La carne de ese rojo aditivo que te grita “cómeme” y con un toque picante. Presentado sobre tostas de pan integral han logrado convertir un plato en tapa y que mantenga su calidad.
Otro hallazgo, la tortillita de camarones con guacamole y gambón con cebolla roja. Buenísima, equilibrada y original mezcla en la que la tortita de maíz del taco es sustituida por una tortillita de camarones.
A continuación, nos llega una codorniz con verduras y escabeche andaluz, conseguido el escabeche y jugosa, pero algo sosa, la codorniz. La presentación vuelve a estar muy cuidada. Rematamos el capítulo salado con sus huevos fritos, con papas de Sanlúcar y buen jamón ibérico acompañado por una salsa de trufa que te puede gustar más o menos pero que vuelve a singularizar el plato. El apartado de “compartir” de la carta se completa con pescados y carnes a la brasa, habrá que volver para probar. Entre los postres muy buena su tarta de queso pero nos entusiasma su tarta de plátano, un inmenso bizcocho de plátano con una cobertura de chocolate que no deja indiferente a nadie. Tienen una lista eterna de tartas que, si son tan buenas como esta, se prestan a un largo fin de fiesta en la terraza.
Nos vamos encantados con este nuevo establecimiento, con esta cocina detallista y especiada, con estas generosas y cuidadas tapas, con guiños como un buen pan o su carta de cervezas y de vinos pero, sobre todo, con la sensación de que sus promotores vienen a divertirse y a divertirnos.
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