La popularidad de Bertín Osborne cae en picado: conciertos suspendidos, rescisión de contratos y críticas a su profesionalidad

La carrera musical de Bertín Osborne está en serio peligro de extinción, a juzgar por lo que está ocurriendo con sus conciertos, mientras marcas prescinden de su imagen coincidiendo con el affaire sobre la paternidad del hijo de Gabriela Guillén.

La escena ocurrida hace unos días en la localidad madrileña de San Agustín de Guadalix fue sobrecogedora, según se puede comprobar ahora en las redes sociales y los testimonios de los asistentes. Bertín Osborne, contratado por el ayuntamiento, comenzaba su concierto ante literalmente «cuatro gatos», según muestran las imágenes de los teléfonos móviles captadas por el escaso público.

Apenas llevaba 15 minutos sobre el escenario entre un clamoroso silencio cuando interrumpía su canto para anunciar: «Llevo 43 años encima de un escenario, y es la primera vez que me pasa esto. No puedo hacerlo porque esto es una cagada. Han contratado un equipo de luces y de sonido al que no debéis contratar nunca más en la historia«. Y buenas noches, señora, hasta la vista.

El vídeo de la actuación, que se ha viralizado gracias al programa 'Espejo Público', acreditaba semejante espantada ante un público que, aunque escaso, había aguardado con paciencia 30 minutos más de la hora prevista para escuchar al popular cantante.

Uno de los asistentes a este espectáculo reclamaba que se le devolviera el dinero al sentirse engañado. Su testimonio: «Dice que es la iluminación. ¿Y a mí qué me cuentas? Eso no es una disculpa. Es porque no hay gente, porque somos cuatro. No hay leña, está clarísimo». Según informes, solo se vendió el 5% de las entradas que salieron a la venta. Apenas un cuarto de hora se puso ver a Bertín y sus mariachis.

Los pocos asistentes al recital denunciaron la «falta de profesionalidad» del artista, a quien le exigieron cantar por mucho que las ventas de entradas no fuera la esperada. Entendieron como una excusa lo de las luces.

Mientras tanto, las redes ardían y se llenaban de comentarios. «La realidad en un concierto de Bertín Osborne: no va ni el tato a verle», decía uno. «Cantó unas pocas canciones (creo que 15 min) y salió pitando. A la gente que fue les devolvieron el importe de la entrada, pero no su tiempo malgastado», decía otro. «Si quitas a los de la organización y los montadores de la foto, queda el alcalde y un señor de Cuenca que pasó por allí a preguntar una dirección», añadía un tercero.

Lo cierto es que en los últimos meses Bertín Osborne ha dado más que hablar por su vida fuera de los escenarios que por su desempeño sobre las tablas. No parece que lo ocurrido con Gabriela Guillén, esperando una prueba de paternidad antes de asumir su compromiso hacia el bebé, le haya granjeado demasiados afectos, sino más bien al contrario.

Durante este tiempo también se supo que la firma de ropa El Capote, donde hasta ahora había sido su imagen, había prescindido de él para fichar en su lugar al exfutbolista Iker Casillas, quien ya luce sus prendas en cada aparición pública.

Ahora está por ver si todo esto es un mal momento pasajero y Bertín Osborne emprende una nueva estrategia para recuperar una imagen y popularidad que, a la vista está, actualmente parecen seriamente dañadas.