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«Pensaba que ni Broncano ni nadie de La Resistencia probarían mi leche materna»

Hablamos con Esperanza Urrios, madre de tres hijos, tras su paso por el popular programa de televisión

Por qué hay que apoyar la lactancia materna y protegerla del «marketing agresivo» de las compañías de leche de fórmula

Esperanza Urrios está acostumbrada a viajar con el sacaleches, la nevera y las placas de hielo para conservar la leche que se extrae
Ana I. Martínez

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Esperanza Urrios lleva unos días asimilando lo ocurrido. «No me lo esperaba, la verdad. Fue algo que hice de manera espontánea. No pensé en la repercusión y he de reconocer que me ha sorprendido porque la lactancia materna es algo natural», asegura a ABC.

Fue el pasado 4 de octubre cuando Esperanza, sin querer, revolucionó La Resistencia, el programa de entrevistas que presenta David Broncano. El público suele hacer regalos curiosos al presentador pero ese día, casualmente, «nadie le regalaba nada». «Le dije a mi marido. ¿Y si le regalo la leche? Él me dijo, '¡estás loca!'». Dicho y hecho.

Esperanza levantó su brazo con un bote de leche extraída y Broncano, incrédulo, no podía creérselo. «¿Es leche tuya?», preguntó. «Sí», dijo ella. «¿Y qué quieres que haga con esto?», preguntó él. «Que la pruebes», contestó ella. Tras unos minutos de dudas, y después de que Grison, colaborador y músico del programa fuese el primero en probarla, Broncano se animó. «¡Esto está buenísimo!», sentenció tras beber leche materna.

«No es como la de vaca. La leche materna está más aguada y es dulce. Quizás Broncano se esperaba un sabor más fuerte o amargo», comenta Esperanza, al mismo tiempo que reconoce en su entrevista con ABC que «pensaba que ninguno la probaría».

«Al final, de todos ellos, Broncano es el que no tiene niños y, como es lógico, está desinformado del tema. Pero Grison lo llevó muy bien, la verdad, sabía lo que era pero he de decir que él dio un primer sorbito muy pequeño aunque luego ya dio un buen trago. Broncano, al ver que el otro la había bebido, se animó», comenta.

Esperanza, que es enfermera y vive en Cartagena, llevaba más de siete horas sin sacarse leche. «Mi marido y yo llevábamos mucho tiempo queriendo ir al programa. Cuando al final conseguimos las entradas, supe que tenía que viajar con el sacaleches porque iba a estar muchas horas sin amamantar a mi bebé», cuenta a este periódico.

Tras varias horas de viaje, llegar a Madrid, comer, encontrar aparcamiento... El día no fue fácil para ella y su marido. «Cuando entramos al teatro y nos sentamos, habían pasado 7 horas desde la última vez que me extraje. No podía más. Decidí sacar el sacaleches y taparme un poco con la chaqueta. ¡No encontré momento para hacerlo antes!», relata.

Fue justo en ese momento cuando el personal del programase se le acercó: «El aparato tiene una luz intermitente y al verla me preguntaron de broma que si lo que tenía era un detonador escondido».

«Cuando entramos al teatro y nos sentamos, habían pasado 7 horas desde la última vez que me extraje. No podía más. Decidí sacar el sacaleches y taparme un poco con la chaqueta»

Esperanza es toda una experta en lactancia materna. Es madre de 3 hijos de 18 meses, 8 y 11 años. «A los tres les he dado pecho - explica- Y estaré dándole teta al pequeño hasta que él quiera o yo lo decida. A los mayores, estuve dándoles hasta que cumplieron 3 años, cuando decidieron dejarlo».

Siempre que viaja, va con el sacaleches, la nevera y las placas de hielo para poder conservar adecuadamente la leche extraída. «Soy muy profesional», afirma entre risas. «Siempre voy con mi maletín. Hace unos meses fui a un concierto a Sevilla y me llevé también el sacaleches. Es lo que hay. No quiero más mastitis ni nada. A las madres llega un momento en el que ya se te olvida la vergüenza. Además, como en España no tenemos sitios específicos para sacarnos leche... Es lo que hay, aunque en alguna tienda me han llamado la atención», lamenta.

«Soy muy profesional. Siempre voy con mi maletín. Hace unos meses fui a un concierto a Sevilla y me llevé también el sacaleches. Es lo que hay. No quiero más mastitis ni nada»

Y es que la lactancia es una gran desconocida por la propia mujer, en primer lugar, porque hasta que no se enfrenta a ella no sabe lo que supone, y por la sociedad, en segundo, porque ni se favorece ni se facilita. «Hay hasta quien me ha dicho 'moderna' por dar de mamar a mis hijos. ¡Por hacer algo que se hace desde que el mundo es mundo! -cuenta-. Y que alguien se sorprenda por probarla... ¡Pero si te dan a probar leche en las granjas, sin pasteurizar! Está muy normalizado beber la leche de los animales pero no la nuestra. ¡Somos el único mamífero que bebe leche de otros animales!».

Esperanza, sin saberlo, ha ayudado a visibilizar la lactancia materna y a normalizarla. «He recibido numerosas felicitaciones de asociaciones de madres, de lactancia, de Alba Padró...», cuenta. Y aunque reconoce que es muy sacrificada y que es una decisión personal, «para mi, las cosas buenas que tiene superan con creces las malas».

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