«En ningún caso hay que dar un móvil con datos a un niño antes de los 16 años»
Sin embargo, «muchos padres permiten que sus hijos las tengan desde los diez», advierte el psicólogo Marc Masip
Marc Masip, experto en adicciones: «Si tu hijo no te da su PIN, no le des un teléfono móvil»

Evitar los problemas de salud mental en las familias pasa, en gran medida, por la prevención y la educación en el uso de la tecnología en casa. Esta es una de las reivindicaciones principales del psicólogo Marc Masip, uno de los asistentes al ... encuentro 'La Salud Mental en la Familias', organizado por The Family Watch.
Para el CEO y fundador de Desconecta, una entidad pionera en tratamiento de adicciones a internet, lo principal es que «los padres puedan sentarse a hablar con sus hijos, estableciendo un diálogo tranquilo y seguro en el uso de los dispositivos conectados a la Red».
Sobre todo, en lo que respecta a los móviles, donde este experto es más que contundente: «En ningún caso con datos antes de los 16 años, aunque la presión social es alta. Es necesario sensibilizar a la sociedad de que redes sociales del tipo de WhatsApp, TikTok o Instagram no deberían ser usadas antes de esta edad. Sin embargo, muchos padres permiten que sus hijos tengan cuentas desde los diez».
Pero los datos, recuerda Masip, no se pueden obviar: «Somos uno de los países con más adicción a Internet, con un 21.3% de población adicta. También el lugar donde el primer contacto con la pornografía se produce a los 8 años y donde la adicción a aplicaciones como TikTok está en constante crecimiento… Insisto: el 'scroll' de pantalla es infinito y antes de los 16 años no lo necesitan para nada. A mi juicio, es evidente que algo debemos hacer en nuestro país».
Este psicólogo advierte que en la clínica ven «que existe un malestar tremendo entre los adolescentes, una población de riesgo que mañana serán adulta. De nosotros depende que logremos que sean personas sanas mentalmente cuando crezcan. Se puede conseguir a través de leyes estatales, al igual que se hizo en su día con el tabaco o con el casco. ¿Quién no recuerda cuando se fumaba en el avión y se circulaba en moto sin casco?», pregunta.
Empezar en casa
«No vamos a conseguir que la sociedad cambie en dos días pero hay que regir sobre el buen uso de las tecnologías y hay que empezar en casa», insiste Masip, quien señala que en Desconecta «también vemos a adolescentes que no miran a los ojos al hablar, igual que hay muchos padres que tampoco lo hacen porque están a las 11:00 de la noche contestando un email del trabajo. Haría falta recuperar valores que no llamaría antiguos, sino indispensables».
Pero para eso, añade, «es necesario educar a las familias para que eduquen a sus hijos. Lo que más deseamos todos es la libertad pero, ¿qué es lo que ocurre? Todo lo contrario. Al final los chicos de hoy en día donde más 'se drogan', digo perdón, están con el móvil, es en su cama o en el cuarto de baño de su hogar, sitios donde encuentran soledad, aislamiento... Y sus padres no les dicen nada. Internet les proporciona el 100 por 100 de libertad, pero no tienen conocimiento para usar la red. Es algo así como 'nada sé y soy totalmente libre'. Una libertad mal entendida».
Otro aspecto que este experto destaca es la necesidad de regresar «a unas aulas sin conexión a internet en las que se fomente el interés de los menores por imaginar, por crear, incluso por aburrirse…».
La realidad, de momento, es otra. Aún a pesar de que expertos como Masip recomiendan no exponer a las pantallas sin control antes de los 16 años, las familias españolas reconocen que cada vez les dan un móvil a sus hijos a más temprana edad. De hecho, la edad media de introducción de teléfonos inteligentes entre los niños españoles está en el entorno de los 12 años, según el último Barómetro realizado por The Family Watch.
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Para María José Olesti, directora general de esta entidad, «los datos de alarma cada vez son más claros: el acceso sin control y sin educación a Internet por parte de los menores está haciendo mella en sus salud mental. No podemos dejarles entrar en Internet, sin dotar a los menores de herramientas para enfrentarse a todo lo que allí se van a encontrar. En este sentido, una vez más el papel de las familias es esencial».
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