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«Mejorar la atención los primeros 1.000 días de vida puede cambiar o mejorar el diagnóstico del niño»

El Hospital 12 de Octubre pone en marcha un programa de apoyo durante la gestación y los dos primeros años del bebé

«Para criar con apego seguro debemos ser el refugio de nuestros hijos»

Los primeros 1.000 días de vida suponen un periodo de oportunidad único para establecer las bases de la salud jose ramón ladra
Carlota Fominaya

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«Mejorar la atención de los niños en los inicios de la vida puede cambiar o mejorar diagnósticos». Así lo asegura la doctora Carmen Pallás, jefa del Servicio de Neonatología del Hospital 12 de Octubre (Madrid) y una de las responsables del innovador programa puesto en marcha en este centro sanitario que lleva por título 'Los cuidados a los recién nacidos y a sus familias en los 1.000 primeros días de vida'.

El objetivo de este ambicioso plan que presentan los equipos de Obstetricia, Salud Mental y Neonatología se centra, precisamente, en la salud mental de las mujeres gestantes de alto riesgo, tanto durante el embarazo como tras el nacimiento, y más aún si el recién nacido requiere ingreso hospitalario por ser prematuro o está enfermo, con el ánimo de repercutir favorablemente en el desarrollo del feto o del niño ya nacido.

El contador de esos 1.000 primeros días de vida, aclara Carmen Pallás, «abarca desde el minuto cero de la gestación, es decir, la fase prenatal y hasta los dos primeros años de vida, lo que supone un periodo de oportunidad único en el que se establecen las bases para una salud, un crecimiento y un desarrollo neurológico óptimo a lo largo de la vida. Por eso, los lemas sobre los que trabajamos son 'construir cerebros', 'construir salud', 'construir un comienzo más justo' y 'construir prosperidad'».

Sin embargo, reconoce esta experta, «con demasiada frecuencia durante esos 1.000 primeros días de vida ocurren situaciones de riesgo biológico, emocional y social que limitan el futuro del niño». De ahí la importancia, recalca la jefa del Servicio de Neonatología, «de proyectos asistenciales como este, centrados en principio en el sector más vulnerable pero con la ambición de extenderse a toda la población». Es verdad que en España, reconoce Alberto Galindo, jefe del Servicio de Ginecología y Obstetricia, «hay muy buena atención al embarazo, pero a veces no se disponen de los recursos suficientes para que todas las mujeres que lo necesitan tengan el apoyo que precisan, sobre todo cuando durante la fase neonatal se detecta algún tipo de problema».

Se trata, insiste Pallás, de intervenir de modo preventivo porque «es precisamente en ese periodo cuando el cerebro infantil tiene mayor plasticidad neuronal. Y si lo que queremos es mejorar los resultados de los niños, a veces empezar a actuar cuando ya ha nacido es tarde, sobre todo en lo que respecta a lo psico-biosocial». La buena noticia, añade esta doctora, «es que las intervenciones, si se realizan en este periodo concreto, por muy pequeñas que sean, tienen un efecto considerable en la evolución del menor. De alguna forma, pueden compensar las situaciones de riesgo a las que hayan estado expuestos tanto la madre y el niño durante la gestación o posteriormente».

Esta labor de protección, prosigue José Carlos Espín, coordinador de la Unidad Clínica Funcional del Niño y Adolescente del Hospital 12 de Octubre, «nos permite detectar y dar seguimiento a aquellos progenitores que presenten una sintomatología ansiosa y o depresiva, porque esto repercute tanto en el proceso de vinculación con el recién nacido como en los procesos de crianza posterior. Estas situaciones son más habituales en ciertos casos, como los de recién nacidos prematuros y enfermos, que ya de por sí presentan mayor riesgo de alteraciones socioemocionales en la infancia, adolescencia y vida adulta pero cuidado, que este tipo de situaciones puede ocurrirle a cualquier mujer independientemente de su circunstancia previa».

 

De hecho, de manera general, recuerda este psiquiatra, «la prevalencia de trastornos mentales perinatales es de un 25 por ciento en países desarrollados. La del llamado 'maternity blues' o disforia posparto es muy elevada y alcanza al 50 por ciento de las mujeres que tienen hijos. Se inicia el tercer día del parto y dura entre una y dos semanas. La depresión posparto afecta al 8-10 por ciento de las mujeres después del embarazo... La psicosis posparto ocurre en 1 o 2 de cada 1.000 nacimientos, el 5 por ciento de estas enfermas se autolesionan y el 4 por ciento llegan a hacerle daño al recién nacido. No es un tema baladí».

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