Cómo gestionar el exceso de regalos a los niños en Navidad
Los menores reciben muchos juguetes en estas fechas, lo que repercute negativamente en su desarrollo
Los españoles invierten más tiempo en buscar regalos de Navidad que en jugar con sus hijos

Preguntas del tipo '¿Tienes ya hecha la carta a los Reyes Magos?' o '¿Qué te vas a pedir por Navidad?' protagonizan las conversaciones familiares en esta época del año. «Nosotros somos el espejo en el que se miran nuestros hijos y, desde luego, el ... ejemplo educa más que la palabra», recuerda Marta Prada, asesora y formadora de familias en educación consciente y Montessori y autora del blog PEQUEfelicidad. «Por tanto -continua- tenemos la responsabilidad de consumir de forma responsable».
Sólo en regalos, los españoles prevén gastar, de media, 396 euros este año. De esta cifra, algo más de 200 euros los destinarán en juguetes para niños, según la encuesta de gastos navideños realizada por la OCU. Ésta desvela que cada persona se gastará de media estas navidades 745 euros, diez más que el pasado año.
Los menores reciben en estos días una media de 10 regalos, acumulando juguetes sin parar. La mayor parte de ellos se quedan sin usar porque al amontonar «cuesta más el orden en casa y lo que tienen deja de ser visible y pierde valor», subraya la experta. Además, el exceso provoca generalmente «más conflictos a la hora de recoger, más caos, más posesividad. Y el juego es menos rico». Por todo ello, Prada aconseja no excederse: «De esta manera, hay más orden y el juego es más fácil y accesible. Es importante que tengan a su altura bien ordenados solo los materiales y juguetes que realmente usen».
Según el estudio 'La influencia del número de juguetes en el entorno en el juego de los niños pequeños', realizado por investigadores de la Universidad de Toledo de Ohio (EE.UU.), la calidad del juego es mayor cuanto menos juguetes tienen. Publicado en la revista científica de Science 'Infant Behavior & Development', los expertos compararon a los menores jugando en dos entornos diferentes: uno con solo cuatro juguetes y otro con dieciséis. Los resultados mostraron que el primer entorno favorecía el desarrollo de los niños y promovía un juego saludable, pues la duración, el modo de jugar y la complejidad del mismo era el doble que en el entorno contrario.
Hacer hueco
Por tanto, ante la próxima llegada de los Reyes Magos, es conveniente en primer lugar hacer limpieza de juguetes. «Tiene que salir lo viejo y lo que no se usa para dar espacio a lo nuevo», recuerda Prada. «Pero -puntualiza- empecemos los adultos por nuestras propias cosas. Normalmente tenemos en casa más ropa y enseres de lo que nos ponemos y usamos: toca retirar, donar y eliminar para que los niños vean lo bien que nos sentimos con eso y la paz y armonía que experimentamos al tener orden y claridad. Hagámoslo una y otra vez, hasta que se convierta en un hábito, hasta que nosotros como adultos tampoco estemos en el exceso y entonces seguro que fluirá de una manera distinta hacerlo en la habitación de los peques con sus cosas. La coherencia es fundamental a la hora de educar en valores».
Para evitar acumular es fundamental «hacer una reorganización y limpieza en casa», explica la experta. «Eso nos ayuda a darnos cuenta de la cantidad de cosas que tenemos, del caos que genera el exceso y de todo lo que no usan nuestros hijos. Es una forma muy efectiva de poner los pies en la tierra». Además, Prada aconseja hacer limpieza de juguetes junto a los críos, no a sus espaldas. «Si les integramos y aprovechamos para donar cosas que no usamos, se vuelve algo con más sentido aún», afirma.
Implicar a la familia
Una vez hecha la limpieza, toca organizar la lista de los nuevos regalos y, si procede, tener en cuenta a toda la familia. «Antes, los niños y niñas en Navidad solíamos recibir uno o dos regalos pero, ahora, abuelos, tíos, cuñados, amigos… Todos quieren hacer su regalo», recuerda. Toca ponerse de acuerdo para no caer en ese consumismo que impera en la sociedad actual y, por ejemplo, «hablar con nuestros familiares para ponernos de acuerdo o fomentar otro tipo de regalos: experiencias, obsequios caseros, algo que necesiten (ropa, libros...), algo que fomente el tiempo en familia, elementos para hacer deporte, juegos de mesa, manualidades, utensilios para participar en las tareas cotidianas del hogar…».
En el caso de que la familia vea inevitable poder controlar el exceso de juguetes, Prada propone «dosificar nuestros propios regalos para más adelante o prescindir de ellos si ya vamos a juntarnos con una cantidad más que suficiente» porque «hay muchas formas de mostrar amor en Navidad: compartir una mañana cocinando, hacer un pintacaras en casa, tarde manualidades, tarde disfraces, noche de canciones…».
No solo regalos materiales
Y es que no sólo hay que poner el foco en los regalos materiales pues «hace que los niños se creen unas expectativas muy grandes sobre lo que deberían provocar: una gran felicidad e ilusión -explica-. Y a veces lo conseguimos durante un rato, pero lo que realmente necesitan nuestros hijos para estar felices es tiempo de calidad con nosotros, empatía, respeto, que les prestemos atención y les tratemos con cariño», subraya Prada. «Eso es lo que sostiene el bienestar en la infancia, así que podemos relajar las expectativas sobre lo material porque no es la única forma de demostrar amor: regalar tiempo y experiencias son regalos que crean recuerdos».
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Además, en un mundo en el que las familias llevan un ritmo frenético y en el que conciliar es una misión casi imposible, «el mejor regalo que podemos hacer a nuestros hijos no solo en Navidad, sino durante toda su vida, es nuestro tiempo. No hay nada más valioso», recuerda la educadora. «Sé que puede sonar a tópico -concluye- pero dentro de 40 años, cuando sean adultos y nosotros viejecitos, será lo único que nos quede: los recuerdos y el tiempo que pasamos juntos. Las cosas desaparecen de la memoria y del corazón demasiado rápido. Son las personas y las experiencias las que nos hacen vibrar y sentirnos plenos de verdad».
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