«Hay que decirlo claro: desinterés y egoísmo son las razones de los padres publican fotos imprudentes de sus hijos en redes»
El fundador de PantallasAmigas valora el dato de un reciente estudio que apunta que sólo el 35% de los españoles cree que no debería estar permitido compartir fotos de menores en redes sociales

Datos de Statista prevén que el uso de las redes sociales se extienda en la población hasta alcanzar los 43 millones de usuarios activos en España y superar los 5.400 millones en todo el mundo en 2025. Sin duda, una de las prácticas ... más habituales es la de compartir imágenes. En Instagram, por ejemplo, se estima que se suben más de 95 millones de fotos al día en todo el mundo. En Facebook, más de 300 millones. Sin embargo, existe un punto de controversia en lo que a la proyección de la imagen en redes se refiere: los menores.
El denominado sharenting, anglicismo que deriva de las palabras share (compartir) y parenting (paternidad), que hace referencia a la práctica por parte de los padres de compartir fotos de sus hijos menores en la red sin -obviamente- un consentimiento expreso, está siendo cada vez más cuestionado, tanto que ciertos países estudian prohibirlo para proteger el derecho a la propia imagen de los menores de edad.
Y es que de media, la imagen de un niño es compartida en Internet 1.300 veces antes de que cumpla los 13 años. Esto es incluso antes de que pueda crear legalmente su propio perfil en Facebook o Instagram.
Según un reciente estudio realizado por Cheerz, empresa de impresión fotográfica desde el móvil, sólo el 35% de los españoles cree que es algo que no debería estar permitido. Concretamente, uno de cada 4 encuestados declara que le encanta compartir fotos de sus hijos en redes sociales, cifra que se dispara al 30% entre las madres de entre 31 y 45 años.
«Para nosotros es fundamental fomentar el uso consciente de la fotografía. Lo que creemos firmemente desde distintos ángulos: tanto desde el punto de vista de cuidar el contenido que se fotografía y el uso que se va a dar a esa foto, como el hecho de no acumular fotos innecesarias en el móvil. Si bien cada vez hay más avances en torno a la protección de datos de los menores, como sociedad debemos dar un paso más y tomar conciencia del impacto que supone hacer un sinfín de fotos a los niños, así como compartirlas en las redes porque, aunque un 36% asegura que sólo comparte imágenes de sus hijos en perfiles privados, la realidad es que la huella digital -y medioambiental- que esa acción deja es prácticamente imborrable», según comenta Qui Marín, directora del Sur de Europa de Cheerz.
Jorge Flores, fundador y director de PantallasAmigas, considera que ante la afirmación de que sólo el 35% de los españoles cree que no debería estar permitido compartir fotos de menores en redes sociales, hay varios factores que influyen en esa postura. «En primer lugar, la gente está empezando a cuestionar la razón o las causas por las que nos sentimos obligados a publicar nuestra vida. Por otro lado, hay mayor conciencia sobre los datos personales, el uso y tratamiento de los mismos. Por último, la toma de conciencia de que los menores pueden sufrir daños o ser víctimas de delitos más o menos graves cuando se les expone de una forma tan abierta».
Respecto a los peligros que supone este tipo de publicaciones por parte de los progenitores, este experto invita a cuestionarse '¿qué gana nuestro hijo?' «Si no gana nada, y lo que debemos preservar es su bienestar por encima de todo, no tiene sentido que arriesguemos en potenciales efectos negativos. Padres y madres somos gestores de su imagen, no propietarios, y publicarla es una muy mala gestión».
Añade que, al margen de la propia pérdida de privacidad, que ya es un daño, «hay situaciones graves que pueden ser facilitadas por esa práctica: acecho por parte de depredadores sexuales, burlas por parte de sus iguales en edades más adultas.. en los casos más graves se está facilitando un ataque directo o un chantaje basado en una amenaza real sobre un menor cuyos datos (aspecto, identidad,,,) se hacen públicos. El colmo se da cuando exponemos a nuestros hijos por ego o por lucro, y no por la lógica alegría de hacer partícipes a otras personas de tu alegría y amor por tus hijos. Hay otras maneras más adecuadas de compartir la alegría de nuestros hijos, y sus fotos, de forma más prudente y proporcional», asegura a ABC.
Pero, ¿por qué no son los adultos aún conscientes de las consecuencias? Jorge Flores responde sin tapujos: «Hay que decirlo claro, desinterés y egoísmo. Son las dos cosas que hacen que no quieras enterarte o que, una vez informado, decidas no hacer caso y ser prudente. Además, si lo hacen los padres cómo van después a impedir a sus hijos que publiquen determinadas fotos -se cuestiona-. Los progenitores dan el peor y más evidente de los ejemplos en este caso. Luego nos enfadamos si publican una imagen incómoda tomada dentro del hogar. Enseñar el valor de la privacidad, el derecho a la propia y el deber de preservar la de las demás personas es una cuestión clave que tiene que ver con el bienestar y la seguridad digital». Además, en opinión del fundador de PantallasAmigas, «no sería una mala práctica establecer unos mínimos por Ley si se trata de proteger a los menores y sus intereses y se constata que hay una generalidad de familias que no lo hace».
Y es que no hay que olvidar que los expertos señalan que más del 80% de los bebés ya están presentes en las redes sociales e Internet antes de cumplir 6 meses de vida, pese a que los especialistas apuntan varios riesgos. Los más leves serían la huella digital que se genera al menor; los riesgos psicológicos que puede sufrir cuando crezca y los efectos legales de exponer su intimidad sin consentimiento; por otro lado, los más graves, serían acceso de redes de pedofilia a esas fotos, el grooming o el ciberbullying.
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Desde Cheerz insisten en que es importante recordar que desde el momento en que se publican fotos se pierde el control sobre ellas. «Muchos progenitores desconocen que las imágenes que se suben a las redes sociales se pueden comprar por otras empresas y ser utilizadas sin el permiso. Además, con la llegada de la IA aumenta el riesgo de que se puedan alterar las imágenes y ser utilizadas para usos delictivos», concluyen.
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