Rubiales convoca a sus hijas como testigos en el juicio por agresión sexual y coacciones a Jenni Hermoso
El escrito de defensa niega delito alguno e insiste en que el beso fue «una manifestación de euforia»

La defensa del expresidente de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) Luis Rubiales ha convocado a sus hijas como testigos de cara al juicio que acogerá la Audiencia Nacional en el que está acusado de agresión sexual y coacciones a la jugadora Jennifer Hermoso.
El escrito de defensa, adelantado por Relevo y al que tuvo acceso ABC, cita a las dos hijas de Rubiales porque, como argumenta, «estuvieron ambas en la final del Mundial Femenino de Fútbol en Sydney y viajaron de vuelta en el avión a España junto a las jugadoras, sus familiares y amigos y los miembros de la RFEF, pudiendo aportar elementos valorativos sobre los hechos de autos, señaladamente lo que ocurrió en el vuelo de vuelta a España».
Las dos hijas forman parte de una lista propuesta de 21 testigos que incluye también al seleccionador nacional Luis De la Fuente, como al responsable de comunicación en la RFEF con Rubiales Pablo García Cuervo, el hermano de Jennifer Hermoso y sus compañeras en la selección Alexia Putellas, Irene Paredes y Laia Codina.
Además, solicita la práctica de una pericial de lectura de labios en el plenario para sustentar su tesis principal: que el beso en el medallero de Sidney fue «una manifestación de euforia» consentida por ambas partes y sin ningún «ánimo sexual» que se produjo después de que él preguntase directamente a la jugadora si podía «darle un besito».
Negando este hecho principal, la defensa de Rubiales niega el ilícito de coacciones que se habría desplegado después dando indicaciones al entonces seleccionador Jorge Vilda, al responsable de márketing Rubén Rivera y al que era director de la Selección Albert Luque para que convenciesen a la jugadora de comparecer en público quitando hierro al asunto.
Sostiene que Rubiales «no pidió ni ordenó en ningún momento» a ninguno de ellos, que se sientan también en el banquillo, «que hablaran o mediaran con la Señora Hermoso o con las personas de su entorno familiar y/o personal con el fin de que hiciera unas manifestaciones públicas junto a él manifestando que el beso había sido consentido», dice el escrito.
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