El PP retoma el relato de hacer del 28M un plebiscito sobre Sánchez
Génova explota la idea de esta cita en clave nacional ante el contraataque de La Moncloa con Doñana y los anuncios en vivienda
Para el PP las elecciones del 28 de mayo han sido siempre un plebiscito sobre la figura de Pedro Sánchez. Una primera vuelta de las elecciones generales. Pero en las últimas semanas ese marco se estaba diluyendo. La polémica sobre Doñana, que el Gobierno ... está explotando a conciencia, incomoda en el partido no tanto por la posición de fondo o la autonomía que le confiere al presidente de la Junta de Andalucía, sino porque contribuye a cambiar el clima de la conversación. A eso se le añade la ofensiva del Ejecutivo con la vivienda.
Y si se habla de eso, se deja de hablar del marco que más interesa al PP: la división dentro de la coalición de PSOE y Unidas Podemos, y la incapacidad de Sánchez de cesar a sus ministros. Ambas cosas confluyen en un episodio: las consecuencias de la ley del 'solo sí es sí'. En el PP entienden que es el flanco débil del Ejecutivo y el elemento «más novedoso» para erosionar las resistencias electorales socialistas. Otras cuestiones como su dependencia de ERC y Bildu o sus decisiones sobre los indultos están ya más consolidadas en los sondeos.
La advertencia de Alberto Núñez Feijóo de que los barones socialistas aguantarán mejor que Pedro Sánchez en diciembre está muy asentada en el PP. A los presidentes autonómicos se les percibe con un plus por encima de la marca de su partido. Su mensaje se interpreta en rebaja de expectativas ante unos resultados que en buena medida no solo dependerán de las propias fuerzas sino de la distribución del resto de actores. Además ese planteamiento ponía el acento sobre la particularidad territorial de cada elección. Cuando el PP desea una votación con dinámica más nacional.
Pero en el partido ese mensaje no se ha traducido en una mayor contemporización. Más bien, al contrario, ha sido una llamada de atención para retomar el marco argumental que más favorece al partido. Ayer en las filas del PP se valoraba la actitud de Feijóo la víspera en el Senado como su mejor cara a cara con el presidente del Gobierno porque no se arrugó ante su ofensiva. «Derogaremos el sanchismo en el fondo y en la forma», aseveró Feijóo. Un mensaje que pretende ser transversal y a la vez reforzar un espacio en el que Vox se siente muy cómodo. Y eso no se consigue con el debate sobre una política pública concreta, sino poniendo al elector ante una disyuntiva sobre Sánchez.
Feijóo completaba el mensaje que había trasladado el lunes el portavoz de campaña, Borja Sémper: «Ni una sola chapuza del sanchismo va a quedar en pie». Y ayer remataba la secreta general, Cuca Gamarra, en la sesión de control del Congreso al Gobierno: «Serán los españoles quienes propicien el cambio que merecen. Entre todos derogaremos el sanchismo, que es lo que hace falta frente a un gobierno en descomposición».
Ejecución en el Congreso
La sucesión de intervenciones de diputados del PP en la sesión de control fue el mejor escaparate para la estrategia de desgaste que busca Génova. Gamarra marcó la pauta con una pregunta a Sánchez en la que puso en duda su independencia a la hora de nombrar y cesar a sus ministros. Por un lado, por el acuerdo de coalición con Unidas Podemos, que es, según la portavoz del PP en la Cámara Baja, el único motivo para que continúe en su puesto la titular de Igualdad, Irene Montero, pese a «las mil rebajas de condenas» a agresores sexuales desde que entró en vigor la ley del 'solo sí es sí' –ayer, seis meses después, el Senado aprobó la reforma de esta norma, que para el PP supone toda una «derogación» de la anterior.
Pero por otro lado, Gamarra volvió a poner en el disparadero la relación de Sánchez con Marruecos. «Todavía no ha desmentido que cesó a [Arancha] González Laya porque se lo pidió Marruecos. ¿A qué tiene miedo? ¿Es por el contenido robado de su móvil?», preguntó la número dos del PP, sin obtener respuesta, y después de señalar también la permanencia en el Gobierno de Fernando Grande-Marlaska, «'condenado' por el Supremo, reprobado por el Congreso y censurado por compañeros del Consejo de Ministros».
Gamarra también acusó a Sánchez, tras cinco años con la construcción total de «cero viviendas», de hacer electoralismo con sus sucesivos anuncios de viviendas públicas, en una máxima que repitieron después sus compañeros. Desde Carlos Rojas hasta Mario Garcés, quien en una interpelación alertó sobre el posible efecto positivo para los okupas en la ley de vivienda, que se aprobará hoy en el Congreso: «El Gobierno repite con la 'okupación' lo que hizo con la ley del 'solo sí es sí': premiar al delincuente y penalizar a la víctima». Dos mensajes en uno.
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