Elecciones 23J
Pedro Sánchez desprecia a Feijóo en la presidencia española de la UE
El Gobierno ha previsto un calendario abarrotado de reuniones por toda España, en plena campaña electoral
El PP vuelve a denunciar una total incomunicación por parte del Ejecutivo en toda la política exterior
La Unión Europea anula el plan de Albares para celebrar una cumbre euromediterránea

La presidencia de turno del Consejo de la Unión Europea (UE) no es algo que recaiga en un país miembro todos los años, ni siquiera todas las décadas. Una realidad que se ha ido acentuando dadas las sucesivas ampliaciones del club comunitario, que ... han hecho cada vez más largo el turno de espera. Así, entre las dos primeras veces que España la ostentó, ambas con Felipe González en La Moncloa, pasaron seis años, del primer semestre de 1989, la primera, al último de 1995, la segunda. Siete años después, en la primera mitad de 2002, fue José María Aznar quien estuvo al frente de la misma. Ocho años después, en 2010, recayó en José Luis Rodríguez Zapatero, y ahora ha tenido que pasar casi el doble de tiempo para que nuestro país vuelva a ostentarla, como ocurrirá a partir del 1 de julio con Pedro Sánchez, hasta el 31 de diciembre, cuando puede que Alberto Núñez Feijóo ya pernocte en La Moncloa. Basta decir que Mariano Rajoy, que fue jefe del Ejecutivo siete años, no tuvo nunca la oportunidad de dirigir los designios del Consejo Europeo, para darse cuenta de la excepcionalidad de la situación.
Sin embargo, ni siquiera ese escenario, sumado al hecho de que durante la misma habrá unas elecciones generales y quien sabe si un cambio de Gobierno, han llevado a Pedro Sánchez a realizar algún gesto de coordinación con el líder de la oposición, según viene denunciando el Partido Popular (PP). Ayer el presidente del Gobierno protagonizó un solemne acto en el Salón Barceló del complejo presidencial, con las vicepresidentas segunda y tercera, Yolanda Díaz y Teresa Ribera, y los ministros de Exteriores y Presidencia, José Manuel Albares y Félix Bolaños, así como una nutrida representación de los embajadores europeos. Después de fijar las prioridades de la presidencia -reindustrializar Europa; la transición ecológica; reforzar el pilar social (con «estándares mínimos de tributación empresarial en todos los estados miembros») y «reformar la unidad europea»- Sánchez abrió un breve turno de preguntas a la prensa española e internacional presente, en el que sin ni siquiera mencionar a Feijóo despreció abiertamente la posibilidad de informarle de manera particular sobre los planes de la presidencia de turno. El jefe del Ejecutivo despejó las preguntas afirmando que «la democracia nunca es un problema» y que «no es la primera vez que en Europa, durante una presidencia rotatoria, se celebran elecciones durante esa presidencia, y con cambios de gobierno también». Aludió al trabajo de la comisión mixta Congreso-Senado sobre la presidencia, dando a entender que el PP tendría que darse por contento con eso y añadió: «Nuestro papel como presidencia rotatoria del Consejo de la UE no es imponer expedientes, ni debates, sino orientar esos debates y esos expedientes ya existentes para que lleguen a buen puerto», entre los que citó al pacto sobre migración o asilo o todo lo referente a los trabajadores de las nuevas plataformas digitales.
Fuentes del PP, en cambio, consideran intolerable que no haya ninguna comunicación particular ni trabajo coordinado entre los dos grandes partidos sobre la presidencia, algo que extienden a toda la política internacional, y a cuestiones tan sensibles como la guerra en Ucrania, el acuerdo con Marruecos o incluso el pacto sobre la base de Rota sellado el año pasado con EE.UU. en el marco de la cumbre de la OTAN celebrada en Madrid.
«Tenemos más detalles de la presidencia sueca de ahora que de la de nuestro país» lamentan, al tiempo que relatan que en un encuentro reciente con el primer ministro de Marruecos, Aziz Ajanuch, Feijóo le tuvo que confesar que no tenía ningún conocimiento del acuerdo sellado entre ambos gobiernos después del giro de Sánchez sobre el Sahara.
La necesidad de que el gobierno que gestiona la presidencia europea se coordine con la oposición es una práctica habitual en todos los países, no solo porque puede ocurrir que haya un cambio de gobierno en ese periodo, sino porque uno de los cometidos es precisamente convencer a otros países miembros de que apoyen determinadas posiciones y eso incluye a aquellos que están gobernados por partidos de otra orientación política, mientras que ahora todos los gobiernos con participación del PP europeo van a estar predispuestos a desconfiar de Pedro Sánchez.
El programa que presentó ayer el presidente del Gobierno incluye muchas más reuniones que cualquier otra presidencia y ha decidido dispersarlas por toda la geografía española, lo que contrasta con la presidencia sueca que ahora termina, que ha centralizado todas las reuniones posibles en Bruselas y las que ha hecho en Estocolmo las ha organizado en unas instalaciones cerca del aeropuerto de Estocolmo, para priorizar la eficiencia. La pretensión de utilizar las reuniones de la presidencia europea como un escaparate turístico es una práctica que va desapareciendo poco a poco, sobre todo entre los países que como España ya son líderes en este campo. La única concesión a este despliegue de reuniones en España ha sido la cumbre entre la UE e Iberoamérica y el Caribe que se celebrará en Bruselas pocos días antes de las elecciones generales en España. De hecho, la campaña electoral oficial coincidirá con el grueso de las reuniones informales de ministros en distintas partes de España.
«No es la primera vez que en una presidencia de turno hay elecciones o cambio de Gobierno»
Pedro Sánchez
Presidente del Ejecutivo
En cuanto a los aspectos políticos de la presentación, en Bruselas se ha destacado el hecho de que en el vídeo que acompañaba a la misma Sánchez haya saludado al presidente del Consejo, Charles Michel y a la de la Comisión, Ursula Von der Leyen pero ha olvidado hacer referencia a la tercera gran institución comunitaria, el Parlamento, lo que se ha tomado como una desconsideración.
En su intervención para definir los objetivos de la presidencia, los observadores de la política europea han echado a faltar algunas concreciones sobre los objetivos concretos que se propondría alcanzar en caso de que permanezca en el poder al final del semestre. Entre otros asuntos, no ha hecho ninguna referencia a la discusión sobre las futuras reglas fiscales, que está previsto que se aprueben necesariamente en esta presidencia para que puedan entrar en vigor en los presupuestos de 2024, o la reforma del mercado eléctrico, que era otro de los objetivos teóricos del Gobierno.
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