Sánchez adelanta las elecciones generales para neutralizar a los barones y descolocar a Yolanda Díaz
Encaja su batacazo del domingo anticipando las generales al 23 de julio, en mitad del puente de Santiago
Asume la derrota del PSOE en primera persona y confía en movilizar a la izquierda por los pactos de PP y Vox
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La primera cita de un secretario general del PSOE a la mañana siguiente de unas elecciones suele ser ineludible: presidir la reunión de la Ejecutiva Federal de la formación, lo que dependiendo del veredicto de las urnas puede ser un baño de masas o un calvario. Pero este lunes Pedro Sánchez ha roto esa tradición, retrasando el encuentro en la sede socialista de Ferraz hasta el mediodía, cuando en principio se iba a celebrar a las diez de la mañana.
El motivo es que a las once en punto ha realizado una solemne declaración institucional en las escalinatas de La Moncloa, en la que comunicó que, previa consulta con el Rey, había decidido disolver las Cortes Generales y convocar elecciones generales anticipadas para el próximo 23 de julio. Será en plenas vacaciones de verano, algo insólito en la historia democrática, y además en pleno puente de Santiago, festividad que se celebra el 25 de julio en cuatro comunidades autónomas, Galicia, Castilla y León, País Vasco y Navarra.
El anuncio que pone fin a una convulsa legislatura, la primera desde la Transición con un Gobierno de coalición de los socialistas con las formaciones más a su izquierda, se ha realizado en poco más de cinco minutos. Suficientes para fijar dos o tres mensajes claros e indicativos de por dónde irá la estrategia de Sánchez en su último asalto al poder, en su caso el quinto, tras haber perdido dos elecciones generales (en diciembre de 2015 y en junio de 2016) y ganado otras dos, las de abril de 2019 y noviembre del mismo año, repetidas de nuevo como consecuencia de una situación de bloqueo político.
Sánchez se culpó con solemnidad del batacazo socialista: «Como presidente del Gobierno, y también como secretario general del Partido Socialista, asumo en primera persona los resultados, y creo necesario dar una respuesta, y someter nuestro mandato democrático a la voluntad popular». A lo que ha añadido que «aunque las votaciones de ayer [por el domingo] tenían un alcance municipal y autonómico, el sentido del voto traslada un mensaje que va más allá. Y por eso como presidente del Gobierno, y también como secretario general del PSOE, asumo en primera persona los resultados, y creo necesario dar una respuesta, y someter nuestro mandato democrático a la voluntad popular».
En la misma línea, ha lamentado que como consecuencia del adverso resultado «magníficos presidentes y presidentas autonómicos, alcaldes y alcaldesas socialistas, se van a ver desplazados con una gestión impecable, y ello a pesar de que muchos de ellos y ellas han visto incrementado su apoyo». En su mente parecían estar, al pronunciar esas palabras, dirigentes con los que ha compartido muchos años en el partido, y a los que estuvo respaldando en campaña, como su viejo aliado Óscar Puente, quien perderá la alcaldía de Valladolid frente a un «paracaidista» del PP, tal y como él mismo definió en el mitin con Sánchez, siete días antes de las elecciones, al que será ahora su sucesor como primer edil, Jesús Julio Carnero. O como Antonio Muñoz, el que a la postre habrá sido fugaz alcalde de Sevilla, tras suceder en el cargo hace dos años al hoy líder de los socialistas andaluces, Juan Espadas, al que ahora sucederá el candidato del PP, José Luis Sanz, quien le arrebata a los socialistas uno de sus feudos más preciados. O presidentes autonómicos como el valenciano Ximo Puig, la balear Francina Armengol, el canario Ángel Víctor Torres e, incluso, dos de los dirigentes con quienes siempre ha tenido sus más y sus menos, pero con los que lleva casi una década de travesía compartida, como el aragonés Javier Lambán y Guillermo Fernández Vara, quien ha presidido, en dos etapas distintas, la Junta de Extremadura.
Entre los que en cambio resisten, aún después de un recuento de infarto, el que sin duda ha sido el barón regional más crítico, singularmente por el acercamiento de Sánchez a los independentistas catalanes y vascos de ERC y Bildu, el presidente de la Junta de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page. El mismo que en la campaña electoral, y delante de Sánchez, afirmó en un mitin en Puertollano que «con los etarras, ni a la vuelta de la esquina», en plena polémica por las listas de Bildu y antes que los de Arnaldo Otegi retirasen de las candidaturas únicamente a los siete miembros de ETA con delitos de sangre.
Combatir a PP-Vox
Junto a la asunción de responsabilidades por la debacle del 28M, pronunciada de manera críptica, Sánchez ha esbozado el que será su camino para intentar, con todo más en contra que nunca, revalidar su mandato. La «segunda consecuencia», ha explicado, del claro triunfo del bloque de la derecha en las elecciones, es que «numerosas instituciones pasarán a ser gobernadas por nuevas mayorías, conformadas por el Partido Popular y por Vox».
Aunque lo cierto es que no todos esos acuerdos entre las dos formaciones de la derecha tienen por qué sustanciarse antes de la campaña electoral que arrancará el próximo 7 de julio. Sí en los ayuntamientos, ya que todos los de España se constituyen sin excepción el próximo 17 de junio, pero no necesariamente en las comunidades autónomas, donde la experiencia demuestra que las negociaciones pueden dilatarse bastante en el tiempo. Por otra parte, los de Santiago Abascal ya no serán decisivos en plazas tan importantes como la Comunidad y el Ayuntamiento de Madrid, donde el PP ha logrado sendas mayorías absolutas.
Una consecuencia directa del adelanto electoral, y la que a priori hacía descartarlo como opción para muchos analistas, es que la cita con las urnas coincidirá de pleno con la presidencia rotatoria española del Consejo de la Unión Europea (UE), con la que Sánchez siempre ambicionó poner el punto final a su legislatura, que finalmente no ha podido agotar hasta el final.
Las calves del adelanto
Acotar una agonía
Ante un batacazo del calibre que ha supuesto el 28M para el PSOE, que además de caer derrotado en votos, ha perdido gran parte de su poder territorial, la decisión de adelantar las elecciones responde al intento de acortar una agonía como la que sería mantener las elecciones a final de año.
La presidencia de la UE
La ansiada por Sánchez presidencia de turno del Consejo de la Unión Europea (UE), que corresponde a España en el último semestre de este año, coincidirá finalmente con la campaña electoral. Ya no será, como pretendía, la culminación de su mandato, pero sí una manera de reforzar su perfil.
Denunciar los pactos PP-Vox
Fue uno de los puntos que enfatizó ayer, en su breve declaración institucional en las escalinatas de La Moncloa, el propio Pedro Sánchez, y en la que insisten los dirigentes socialistas. «La segunda consecuencia de las elecciones es que numerosas instituciones pasarán a ser gobernadas por nuevas mayorías, conformadas por el Partido Popular y por Vox», señaló el jefe del Ejecutivo.
Evitar posibles rebeliones internas
A diferencia de lo que ocurrió en el final de Zapatero en 2011, cuando Rubalcaba tomó las riendas del PSOE como candidato a la presidencia del Gobierno, la segunda línea de dirigentes no ofrece una alternativa clara a su actual líder. Aun así, el adelanto electoral tiene la virtualidad de neutralizar cualquier posible intento que se tratase de poner en marcha en ese sentido.
El jefe del Ejecutivo no ha olvidado mencionar ni la presidencia en sí ni el contexto en el que tendrá lugar, en el que según expresó «España está a punto de superar una etapa de crisis derivada de la emergencia de la Covid-19, también de la guerra de Ucrania. Encaramos una senda clara de crecimiento, de creación de empleo y de cohesión social. Y a estas alturas de la legislatura, el Gobierno ha sacado adelante las grandes reformas comprometidas en el discurso de investidura, en el programa de gobierno y también en nuestro acuerdo con la Comisión Europea».
En ningún momento ha citado, de manera significativa, a su socio de coalición, Unidas Podemos. Sin embargo, la maniobra del adelanto pretende también descolocar a la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, y a urgirla a cerrar un acuerdo entre su plataforma, Sumar, y Podemos, dados los ya inminentes comicios. Además, el adelanto trata de neutralizar cualquier posible movimiento interno crítico, que podrían liderar algunos barones, al no dejar que haya tiempo para tal.
Sánchez ha dejado claro que «todas estas cuestiones aconsejan una clarificación sobre la voluntad de los españoles y de las españolas. Una clarificación sobre las políticas que debe aplicar el Gobierno de la Nación, y una clarificación sobre las fuerzas políticas que deben liderar esta fase», ha sentencaido, acogiéndose a la baza del buen cartel del que presume en Bruselas para remontar, dentro de casi dos meses, la desafección hacia su figura que las municipales y autonómicas han puesto de manifiesto.
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