Meloni y su partido ven como una «traición» la alianza de Vox con Orbán

La despedida de Vox es considerada por Hermanos de Italia y su líder como una «traición», especialmente dolorosa por su valor simbólico. Han sido innumerables los intercambios entre ambos partidos. Meloni defendió siempre a Santiago Abascal, pese a que algunos líderes políticos cargaban contra Hermanos de Italia por su «alianza neofranquista». Esto tuvo un alto coste político para Meloni. Se entiende ahora que se sienta dolida, humanamente y desde el punto de vista político. La líder de Hermanos de Italia guarda silencio por ahora pero, según los medios italianos, la primera ministra y su círculo más próximo estiman que Abascal cometió un grave error: «El día que Orbán va al Kremlin, Vox se pasa a su grupo: inexplicable». Pero la decisión de Santiago Abascal es una cuestión que trasciende las relaciones personales, según el 'Corriere della Sera', primer periódico italiano: «Confirma que el giro hacia la derecha en las elecciones europeas está provocando el surgimiento de grupos extremistas y anti-OTAN». En Italia, se ha radicalizado aún más si cabe la Liga.

La primera ministra italiana se ve obligada a sufrir en casa la presión de su aliado, el vicepresidente Salvini, que quiere ponerla en dificultades en Italia y en Europa. Salvini ha dado a Meloni la enésima estocada en las últimas semanas al exultar con la decisión de Abascal: «Es una señal muy importante. La oposición contra von der Leyen y los socialistas está creciendo». A Matteo Salvini le ha replicado el otro vicepresidente del Gobierno, Antonio Tajani, ministro de Asuntos Exteriores, líder de Forza Italia, quien ha minimizado la decisión de Santiago Abascal: «Los Patriotas por Europa, donde ahora también ha entrado Vox, son irrelevantes porque nadie quiere contar con ellos».

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Las palabras de Tajani, líder de Forza Italia, integrado en el Partido Popular Europeo, no han gustado a Salvini, quien ha adelantado la envergadura que puede adquirir el grupo europeo que está formando Orbán: «Hay que esperar hasta mediados de julio para ver quién es irrelevante o relevante. Hay una iniciativa de húngaros, austriacos, checos, los españoles de Vox y con intereses también de holandeses, belgas y portugueses. El grupo Patriotas por Europa estará formalizado el lunes [clave puede ser el resultado de las elecciones francesas]. Estamos considerando seriamente la posibilidad de formar parte de lo que podría ser el tercer grupo del Parlamento Europeo». Esto debilitaría a Giorgia Meloni, porque el grupo de los conservadores europeos que preside dejaría de ser el tercero del Parlamento de Estrasburgo, tras el Partido Popular Europeo y los socialistas. De ahí la irritación de Meloni con Orbán, antes con afinidades políticas y ahora claramente adversario, por ser un aliado de Putin.

Parece claro que la nueva plataforma política, sobre todo si se une Marine Le Pen, como espera Matteo Salvini, reduce el espacio en la derecha para la primera ministra. O tal vez, como sostienen algunos dirigentes de Hermanos de Italia, le resultará más fácil tratar y negociar con la Comisión Europea sin los amigos de Putin como el primer ministro húngaro. Igualmente, diversos medios italianos destacan que, paradójicamente, la decisión de Vox puede favorecer a Giorgia Meloni en sus relaciones con Bruselas. En este sentido, algunos medios subrayan que el distanciamiento de Vox podría representar una oportunidad útil para Hermanos de Italia, en un momento en el que Giorgia Meloni negocia con Ursula von der Leyen votarla el 18 de julio en el Parlamento europeo (sus 24 eurodiputados pueden ser decisivos), a cambio de obtener un comisario de peso en la nueva Comisión Europea.

El distanciamiento de Vox y sus enfrentamientos con Matteo Salvini pueden servir también a Meloni para una clarificación definitiva en su camino de moderación y aproximación hacia el Partido Popular Europeo, que ha pretendido atraer hacia sus posiciones a Hermanos de Italia. Hasta ahora, Giorgia Meloni había podido utilizar dos tonos y dos medidas para gestionar su posición, en Roma y en Bruselas. Pero ahora tendrá que adoptar posiciones con menos contradicciones, más netas y difíciles.