La primera playa de Madrid reflota tras una década de abandono
Patrimonio Nacional, propietaria de este antiguo club social, ha arrendado el complejo a un grupo hostelero de la capital, que en verano concluirá la rehabilitación del edificio principal para abrir un restaurante
La singular 'playa' de Madrid en Rosales, estrella del verano de los años 20
A siete kilómetros del corazón de Madrid, en la carretera de El Pardo, publicaba ABC en 1931, se iba a comenzar a construir «una playa en serio, de la más fina arena, con 650 metros de litoral y un balneario provisto de cabinas y ... duchas con capacidad para 4.500 bañistas a la vez». Ya entonces, tener un pedacito de costa donde remojarse era la obsesión (y la necesidad) de la capital, que solo un año después, en 1932, recibió a los primeros turistas urbanos en la Playa de Madrid, la primera artificial que se construyó en España.
Actualmente, sin embargo, en esta orilla del Manzanares, –ahora casi tan caudaloso como en aquellos tiempos debido al temporal– hay más maleza que arena. Desde la M-30 aún se puede vislumbrar, vandalizada, la torre a modo de faro con el letrero 'Playa de Madrid', el punto más reconocible de este complejo deportivo que se acabó de construir en 1935. No han corrido mejor suerte el resto de construcciones de este antiguo club social: las viejas piscinas, frontones y pistas de tenis están semiabandonadas y llenas de grafitis desde que su último inquilino, el grupo Cantoblanco, abandonara en 2014 la finca propiedad de Patrimonio Nacional.
Sin embargo, la suerte de la Playa de Madrid cambiará pronto. El trasiego de obreros y las remodelaciones del edificio central, un inmenso restaurante-cafetería de 1.808 metros cuadrados, permiten adivinar que el resurgir de este complejo está más cerca de lo que parece. En junio de 2021, Patrimonio Nacional licitó un concurso para arrendar estas instalaciones que acabó ganando en febrero de 2022 la UTE Chatayaki, Nanayaki y Vicor Asesores, liderado por el hostelero José Rodríguez de León, dueño del grupo El Enfriador, que gestiona tres locales en la capital y que, antes de trabajar tras la barra, se empleó durante más de veinte años como guardia real, según contaba 'La Razón'.
La propuesta, según detallaron fuentes de Patrimonio Nacional a ABC, «recupera la imagen original de las construcciones racionalistas de 1932, eliminando cualquier ampliación o modificación de los inmuebles y destinando el complejo a actividades lúdico-deportivas para el ciudadano». La primera fase, que convertirá el edificio principal en un restaurante, «está previsto que finalice en el entorno del verano». Para la segunda, añaden las mismas fuentes, no hay aún fecha prevista.

El pliego de condiciones del contrato obliga al arrendatario a invertir al menos tres millones en rehabilitar el complejo, uno de los pocos ejemplos de racionalismo madrileño que aún se conservan en la ciudad, señala Sigfrido Herráez, decano del Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid. Fue diseñado por Manuel Muñoz Monasterio, padre de otros edificios emblemáticos de la ciudad como la plaza de toros de Las Ventas, el antiguo estadio Santiago Bernabéu y el Parque Deportivo Puerta de Hierro, costó dos millones y medio de pesetas de las de entonces. El club, situado a la altura de la desembocadura del Arroyo del Fresno, incluía, además del restaurante, «pistas de tenis, frontones, solarium, gimnasio y una piscina de oleaje de 50 x 20 metros», publicaba ABC cuando se anunció el proyecto.
Todo ello se haría construyendo una presa de 60 metros de longitud que formaría un embalse con 60.000 metros cúbicos de agua corriente, una obra de ingeniería que lleva el sello de Conde y Tintoré. El río tenía entonces un caudal en verano de 2.000 litros por segundo. El agua estaría, por lo tanto, «renovándose sin tregua, perfectamente limpia», anunciaban. La estampa que se veía en la Playa de Madrid en aquellos años era digna de cualquier costa española: sombrillas, tumbonas, barcas y decenas de madrileños remojándose a precios populares. Las puertas se abrían de mayo a octubre, había un servicio especial de autobuses desde la Puerta del Sol cada 45 minutos y la entrada costaba 1,5 pesetas, menos de un céntimo de euro. Sin embargo, la Playa de Madrid no era solo un lugar de baño. En el archivo de ABC aparecen múltiples referencias a actos sociales que se realizaban en la Playa de Madrid durante la Segunda República, como campeonatos de piragüismo o fiestas estivales de periodistas.
Primera reconstrucción
Cuando llegó la Guerra Civil, sin embargo, el complejo quedó muy dañado y la presa prácticamente destruida. En aquellos años fue cuando Robert Capa inmortalizó, en un retrato a unos milicianos, la popular torre de la Playa de Madrid. No obstante, en 1947 encargaron de nuevo a Muñoz Monasterio reconstruir el club. Aunque se intentó respetar su estructura original, esta rehabilitación estuvo impregnada del estilo imperial que se usó mucho en las construcciones que se hicieron esos años en los terrenos de El Pardo.
La Playa de Madrid permaneció abierta muchos años más, aunque perdió popularidad por la contaminación del río y la competencia de otras piscinas como la del Parque Sindical, también de Muñoz Monasterio. No obstante, muchos madrileños siguen recordando con nostalgia que fue aquí donde aprendieron a dar sus primeras brazadas. De hecho, hay incluso un blog donde varios 'amigos de la playa de Madrid' siguen compartiendo sus recuerdos y piden reflotar las instalaciones.

En los años 70, este refugio estival se convirtió en un complejo deportivo y de ocio para los empleados de Telefónica y sus familiares, que incluía, además de las piscinas y las pistas de tenis, campo de fútbol, minigolf, merendero e incluso cine de verano. Después pasó a manos del grupo Cantoblanco, que la gestionó durante más de quince años.
Dada la complejidad del proyecto, explicaron a ABC los nuevos concesionarios de la finca, la reforma se hará en fases, por lo que aún no se atreven a dar fechas de apertura definitiva del nuevo restaurante ni detalles sobre su propuesta gastronómica. «La gestión de la obra la está llevando Fernández Molina», señalan, los mismos que han llevado a cabo, entre otros, la reforma de la Puerta de Alcalá, Real Basílica de San Francisco el Grande, el Congreso de los Diputados y el Templo de Debod. La reforma de la Playa de Madrid no es un proyecto sencillo, pues la finca tiene, según el PGOUM, una protección parcial (nivel 2) y está ubicada en el ámbito de dos BIC.
El nuevo contrato, exige Patrimonio Nacional en sus pliegos, no podrá tener una duración superior a 25 años, con posibilidad de una única prórroga de la misma duración. Descontando el periodo de carencia de cinco años, la renta a abonar por el adjudicatario en este periodo deberá superar los 4,6 millones de euros. En los pliegos se prevé que en un periodo máximo de un lustro la Playa de Madrid puede volver a estar en marcha. Ya queda menos para que recupere parte de lo que fue.
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