Las 12 horas frenéticas en Génova que preparan al PP para un horizonte desconocido: «Estamos listos para todo»

Su intervención se gestó doce horas antes de su comparecencia ante los medios. Nada más conocer la carta a la ciudadanía publicada por Sánchez en sus redes sociales, el líder del PP comenzó los contactos con su núcleo más cercano. Según explican a ABC fuentes del mismo, el gallego se intercambió llamadas y mensajes con varios miembros del Comité de Dirección. Entre ellos, Cuca Gamarra, que se estaba en un encuentro con Fernando López Miras y Carlos Mazón –presidentes de la Región de Murcia y de la Comunidad Valenciana, respectivamente–, y que se desplazó rápidamente hasta Génova. La secretaria general, una de las voces autorizadas del PP, asumió en persona la primera declaración desde el partido y sirvió de apoyo al gallego, con el que coincidió en la sede. Su opinión no fue la única. El líder del PP consultó con otros miembros de la dirección y rumió todas esas conversaciones antes de acudir a una entrevista que ya tenía pactada en Onda Cero. Justo después, mantuvo un último encuentro con Marta Varela, diputada y directora de su gabinete. Persona de la máxima confianza de Feijóo desde hace años. Juntos tomaron la decisión de realizar una declaración solemne ante los medios al día siguiente y sentaron las bases de la misma.

Apartir de ese momento, se puso en marcha la maquinaria para dotar ese intervención de contenido, recogiendo en un documento todas las ideas que unos y otros fueron aportando. Fueron horas frenéticas en las que también se decidió llevar a cabo un desembarco masivo en los medios a la mañana siguiente. Trabajo en la sombra que desembocó horas después en un escrito que el gallego recibió de madrugada. El fondo estaba bien, pero Feijóo quiso darle su sello personal. «Ha sido el presidente el que ha terminado de redactar el discurso, porque no le terminaba de convencer el borrador», explicaba ayer a ABC una persona cercana a la dirección.

Ya por la mañana, más reuniones informales con miembros de la dirección nacional, mientras Feijóo pulía su intervención. Una de las más importantes desde que llegó a la presidencia del PP. Porque en ese discurso debía encerrar todas sus críticas al Gobierno y también su alternativa al mismo. Ataques medidos, alejados de la violencia verbal que tanto odia, y muy centrados en la ciudadanía, a la que trató de situar en el epicentro de todo. «Un presidente respetable empieza respetando él a quienes le han dado el alto honor que ostenta. Un presidente digno de nuestra nación no la somete al bochorno internacional como el que estamos viviendo. Varios años de presidente y el señor Sánchez aún no ha entendido que la institución más importante de nuestro país son los ciudadanos», expuso Feijóo en el inicio.

El gallego no abandonó el tono sereno en los doce minutos que duró su discurso. No hubiera sido fiel a sí mismo de otra manera. Pero dentro de esa solemnidad supo arrinconar a Sánchez, al que acusó de haber «puesto en marcha una operación de supervivencia política» para «movilizar a la gente bajo compasión porque ya no puede hacerlo por su gestión. La imagen de toda una nación no puede secuestrarse para ponerla a disposición de la estrategia electoral y judicial del PSOE», expuso.

Feijóo criticó que Sánchez se hubiera «tomado cinco días para pensar en sí mismo» cuando, en realidad, «lleva cinco años haciendo exactamente lo mismo: pensar en sí mismo. Ningún español puede abandonar sus obligaciones por su propio interés, mucho menos puede hacerlo el que ostenta la Presidencia del Gobierno». El líder del PP exigió explicaciones al presidente –«si no las da, por algo será»–, al que dejó claro que, pase lo que pase, «al final se hundirá y lo hará en solitario». «Puede prolongar su agonía, pero no será más que eso. Una agonía de quien no ha estado nunca a la altura de este país. El presidente del Gobierno no puede dimitir como quien se va de puente porque no le dan suficientemente la razón. No puede montar un espectáculo de adolescente para que vayan detrás diciéndole que no se vaya y que no se enfade. Ser presidente es algo más serio».

La escalada verbal, sin salirse nunca del carril de la sobriedad, apuntó también al señalamiento que Sánchez hizo en su carta a los medios y la Justicia. «Oficialmente y a ojos de todo el mundo, ya es el portavoz del lobby del 'lawfare'. Indistinguible de sus socios», señaló. En el turno de preguntas, breve, Feijóo dudó de la eficacia de una cuestión de confianza. «Hará lo que mas le convenga, pero se la puede ahorrar porque tiene la confianza interesada de los independentistas. Va a tener su apoyo, conscientes de que nunca van a tener un aliado mejor que él. Siempre hace negocio con el independentismo, un negocio que está garantizado ante el presidente más débil de la democracia», concluyó.

El grado de satisfacción en Génova tras la intervención era muy alto. Entendían que, a pesar de que el gallego no había dado ningún ultimátum a Sánchez para que ofreciera esas explicaciones –se le cuestionó por la posible llamada del presidente a la comisión de investigación del caso Koldo en el Senado y Feijóo lanzó balones fuera–, sí que había sido lo suficientemente diáfano al explicar su posición, cimentada horas antes junto a su equipo de confianza.

En esas conversaciones y pequeños cónclaves también se empezó a diseñar la estrategia de futuro que se desplegará a partir del lunes en función de lo que comunique Sánchez. «No va a pasar nada. Creemos que no va a decir nada nuevo y que esto es solo un juego de artificio más. Una dejación de funciones, que le presente como víctima del sistema», asumen varias personas desde dentro del partido. Una visión que no impide que en la dirección nacional se trabaje ya con todos los posibles escenarios. Desde una continuidad de Sánchez hasta la posible convocatoria de nuevas elecciones generales. «El lunes no podrá convocar elecciones y dudo que dimita, pero en cualquier caso estamos listos. Preparados para todo», explica un miembro de ese núcleo cercano a Feijóo, quien recuerda que hace un año el adelanto electoral sí les pilló por sorpresa.

Una lección que sirve ahora, con la legislatura en el aire y con los populares a la espera de lo que decida Sánchez desde su retiro desconocido de cinco días.