Realidad virtual para encarar la muerte: cuatro participantes en sesiones de una hora

La USC y el CHUS participan en un ensayo pionero a nivel mundial para enfrentar el final de la vida: «Quien ha tenido una experiencia cercana a la muerte, ya no la teme»

Familiares visitan a sus seres queridos en un cementerio gallego MUÑIZ

En el año 2006, el investigador de origen polaco David Glowacki tuvo una experiencia muy cercana a la muerte. Mientras hacía montañismo, se precipitó por un barranco de 30 metros y pensó «que iba a transicionar desde esta vida a la siguiente etapa existencial». Finalmente sobrevivió, pero esta experiencia cambió el rumbo de su carrera y Glowacki empezó a ver no tanto la vida, sino la muerte, con otros ojos. Lo que él describe como «fuerzas que actúan más allá de la realidad material», entrelazadas con sus estudios de Física, desembocaron en un proyecto que acaba de ver la luz y que en los próximos tres años analizará con una amplia muestra de ciudadanos -unos con una enfermedad terminal, y otros no- su nivel de ansiedad ante la muerte con el objetivo de ayudarlos a cambiar su perspectiva y mejorar la forma en la que encaran este trance.

El ensayo, denominado 'Numadelic', se desarrolla en el Citius dependiente de la Universidad de Santiago de Compostela con el apoyo del Hospital Clínico Universitario, que se encargó de la selección de los pacientes que formarán parte del experimento. Firme defensor de las «fuerzas energéticas que lo conectan todo y a todos», Glowacki confía en la realidad virtual como herramienta para trasladar a los protagonistas del ensayo -que se llevará a cabo en tres fases- a la dimensión en la que él se situó tras esa caída en la montaña. Busca «aliviar el dolor del proceso final de la vida» apoyándose en las nuevas tecnologías y con inmersiones que, de forma pionera, se harán de manera grupal.

La iniciativa está auspiciada por la institución filantrópica 'Tiny Blue Dot Foundation' (EE. UU.), que seleccionó el proyecto del 'Laboratorio de Realidades Intangibles' del centro (IRL) entre las 12 únicas iniciativas que financiará a nivel mundial en el ámbito de la neurociencia. Con la capital gallega como sede de su ensayo, Glowacki y su equipo llevan meses trabajando sobre el terreno. Su meta, insisten ante la novedad del experimento, es aliviar la ansiedad asociada al proceso final descubriendo a ojos de los seleccionados «una nueva percepción de la conciencia más allá del cuerpo físico». Sobre los participantes en la primera fase del proyecto, Catherine Andreu, investigadora postdoctoral, explica a ABC que hay una población que son pacientes que han recibido recientemente algún diagnóstico terminal, y que son las personas que van a derivar desde el Hospital Clínico. «Después también hay una población que le llamamos control, que son personas sanas» ahonda. En este primer escalón, se trata de medir el miedo ante el final de la vida y otros parámetros asociados como la salud mental, el bienestar y conexión con otros y la calidad de vida. «Lo que buscamos -incide la experta- es ver si eso cambia los resultados. Por ejemplo, si las personas con mayor miedo a la muerte después van a tener un efecto más grande de esa experiencia en realidad virtual, o al revés».

En la práctica, los seleccionados serán sometidos a una sesión de entre 45 minutos a una hora en la que se expondrán a algo muy parecido a la experiencia vital de Glowacki para contribuir a que «este miedo a lo desconocido disminuya». «Él veía el cuerpo físico representado de una manera diferente, no como materia, sino como energía, como un cuerpo representado por una luz. Esta disolución del cuerpo físico es la que él intenta representar con la realidad virtual mediante cuerpos energéticos. Al tener estos cuerpos de luz, uno puede experimentar distintas cosas: es la disolución del cuerpo físico, pero también la conexión con los otros, porque estas luces o nubes se pueden tocar y conectar» relata una de las experta becadas.

Lo más novedoso, defienden los promotores del ensayo, es que esta exposición no se realiza de forma individual, sino que todas las sesiones serán grupales. En concreto, de cuatro personas por pase. «Se pretende disminuir la sensación de un yo aislado y aumentar la interconexión con otros» defienden sobre el sistema elegido. La fase práctica empezará con un grupo de cuarenta participantes, que se irá ampliando a medida que avance la investigación. «Probablemente vayamos a medir a más personas, si todo va bien, pero al menos están comprometidos estos cuarenta elegidos» incide Andreu. Aunque en una fase inicial, el proyecto, pionero en el mundo, cuenta con una dotación próxima al millón de euros que se distribuirá entre tres años de trabajo. «Nuestra idea es optimizar, en base a la experiencia de los participantes, esta exposición de realidad virtual. Después vendrá un estudio más grande, con más pacientes, dentro de un ensayo controlado y autorizado» concretan sobre la hoja de ruta que seguirán.

Sobre su metodología, desde el Citius explican que los participantes conforman un grupo muy heterogéneo en cuanto a edad y valores y que cada uno de ellos deben cumplimentar varios cuestionarios en los que se abordan todo tipo de realidades, desde su ansiedad ante la vida hasta sus creencias religiosas. Estos test se realizarán antes, durante y al final de las sesiones, que también irán seguidas de una entrevista conclusiva en la que se evaluarán las modificaciones logradas. La filosofía, recuerdan, está clara: «Quienes han tenido una experiencia cercana a la muerte, después reportan que ya no tienen miedo».

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