La derecha choca por quinta vez con su fractura
Desde las elecciones de 2015, el bloque del PSOE, su partido a la izquierda y los independentistas tienen mayoría absoluta, mientras la derecha se queda en la orilla con diferentes fórmulas
Feijóo contacta ya con Vox y PNV ante el previsible rechazo de Sánchez
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En el año 2011 Mariano Rajoy logró una mayoría absoluta para el Partido Popular al obtener 10.866.566 votos que se tradujeron en 186 escaños. Este 23 de julio la suma de PP y Vox ha alcanzado los 11.111.958 votos. ... Que se han traducido en 169 escaños. Es evidente que la división de la derecha en más de una marca electoral no optimiza de la mejor manera posible los votos en escaños.
Cualquier análisis debe partir de un correcto diagnóstico. La mayoría que conforman el PSOE, su partido a la izquierda, ahora llamado Sumar, y las fuerzas independentistas y nacionalistas no es ningún accidente. Es un fenómeno estructural del sistema político desde la ruptura del bipartidismo. Las del domingo son las quintas elecciones seguidas en las que esa suma tiene más de 176 escaños.
Políticamente nos parece muy reciente porque no fue hasta la repetición electoral del 10 de noviembre de 2019 cuando el PSOE decidió resignarse a liderar ese bloque. Y hasta hoy. Sin que ahora los socialistas parezcan muy interesados en desandar el camino. Esa suma ya estaba en abril de 2019, cuando PSOE y Podemos no llegaron a un acuerdo. Y cuando Pedro Sánchez y Albert Rivera ni siquiera exploraron seriamente esa suma de 180 escaños que es la única que estos años ha ofrecido una mayoría alternativa al bloque de izquierdas con los independentistas.
Pero el 20 de diciembre de 2015 y en la posterior repetición electoral de 2016, también. De hecho el resultado del domingo es muy parecido al cosechado hace siete años. En aquella ocasión el PP logró 137 escaños y Ciudadanos 32. Sumando 169. Exactamente los mismos que los obtenidos por PP y Vox. Fue en aquella ocasión la única en la que la derecha logró gobernar. El último Gobierno de Mariano Rajoy que acabó con la moción de censura. Y que nació con la traumática abstención del PSOE. Es decir, por un accidente que no se va a volver a repetir. El bloque de la derecha lo ha intentado de todas las formas posibles. En 2015 y 2016 dividida en dos, con un segundo partido por el centro. En 2019 con tres partidos. En abril de ese año la suma de las tres derechas logró el mayor número de votos hasta la fecha con 11.217.410. Y sin embargo fue la victoria más cómoda de Pedro Sánchez. Más votos que nunca y peor optimizados que nunca. En ninguna de estas cinco elecciones la suma de los partidos de la derecha ha bajado de los 10 millones de votos. El 10N de 2019 fue el dato más bajo con 10,3 millones de apoyos. Y hasta en tres ocasiones se han superado los once millones. Este 23 de julio la derecha ha mantenido por tanto su movilización. Pero ha sido la izquierda la que ha detenido sus dinámicas abstencionistas.
Cinco elecciones son ya muchas para que no sea una anécdota. El bloque que ahora capitanea Pedro Sánchez compite bien en el interior del país y en las provincias pequeñas gracias al PSOE. Tiene un buen complemento con Sumar en las medianas. Y tiene una bolsa extra de entre 20 y 25 escaños de partidos nacionalistas e independentistas que tienen resultados muy estables en sus circunscripciones. Y que cuando no son estables, como en este caso ERC, transfieren voto hacia las arcas socialistas.
En las últimas cinco elecciones, las derechas siempre han sumado más de 10 millones de votos, que nunca han sido suficientes
Génova trabaja con análisis estos días que apuntan que la presencia de Vox le ha quitado al PP siete escaños en Albacete, Burgos, Pontevedra, Girona, La Rioja, Tarragona y Lleida. De los cuales 5 han ido al PSOE y 2 a Junts. Suficiente como para que las mayorías hubieran sido otras. Vox también argumenta que en al menos cinco provincias la llamada del PP al voto útil ha hecho que le sobren votos que a Vox le habrían venido bien para tener escaños sin que el PP los perdiese.
Son Albacete, Sevilla, Tarragona, Burgos y Baleares. Ambos son ejercicios postelectorales válidos. Aunque no dejan de ser política ficción. Lo que sí demuestra es que la derecha se entretiene en ese debate pero lleva ocho años sin resolverlo.
Los 8 millones de votos logrados por Feijóo son el resultado más alto del PP en las cinco últimas elecciones. Pero en Génova cunde el pesimismo. «Con un segundo partido en 3 millones de votos la suma es imposible. Los votos están, pero hay que optimizar. Ya no debemos nunca más pensar en el pacto. Sino en cómo somos capaces de recuperar dos millones de votos que están en Vox».
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