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Competencias para los incompetentes
Esta cuadrilla de incompetentes pide más competencias. Si no es por la autopista del golpe, por las sinuosas carreteras del colaboracionismo sanchista: laminar el Estado en Cataluña. El Plan B de Junts y Esquerra para la independencia
Artículos de Sergi Doria en ABC

Este fin de semana Esquerra celebra congreso en Martorell. Su ponencia estratégica desvela el Plan B del independentismo. Si no puedes imponer la República Catalana, haz que el Estado español desaparezca de Cataluña «de tal manera que sean las instituciones y los agentes propios ... del país los que rijan todos los ámbitos de la vida de la ciudadanía». Condonación de deuda, gestión de ferrocarriles, control de la inmigración por «la coyuntura de debilidad del Gobierno socialista y de Sumar».
Sea con chantaje y prisas -Junts- o colaboración y hoja de ruta a 2031 -Esquerra- el independentismo exige más competencias, aunque no demuestre eficacia en las que ya tiene traspasadas. El congreso de Martorell coincide con el quinto aniversario de la pandemia que gestionó el gobierno independentista de Quim Torra con Pere Aragonès de vicepresidente. Junts y Esquerra. Lazos amarillos. ¿Qué podía salir mal? El coronavirus halló una sanidad diezmada por los recortes de Artur Mas: seis mil millones en educación y sanidad entre 2009 y 2015. Rebaja de tres mil sanitarios y un millar de camas hospitalarias. Ante los primeros contagios, el secretario de Salud Pública, Joan Guix, aseguró que el principal problema no era el virus de China, sino la gripe. El 12 de marzo la cosa se puso muy fea. Cierre de la Cuenca de Ódena e Igualada: trescientos casos en cuarenta y ocho horas. Alba Vergés, consejera de Sanidad, lloró en la rueda de prensa: su familia es de Igualada.
Torra se distanciaba del Estado aprovechando la «cogobernanza» de Sánchez. Poco después del confinamiento del 14 de marzo, Vergés anunció que el doctor Oriol Mitjà presentaría en tres semanas el primer ensayo mundial de un fármaco contra el coronavirus. La pompa propagandística quedó en buñuelo de viento.
Con esta tropa afrontó Cataluña el Covid-19. El consejero de Interior Miquel Buch -antes de político fue portero de la discoteca Titus de Badalona- realizó una lectura conspiranoica del millón setecientas catorce mil mascarillas que el gobierno había enviado a Cataluña: el guarismo coincidía con la derrota de 1714. Su airada arenga no era un gag cómico; ejemplificaba el bajo nivel de los cuadros independentistas. Ya metidos en mensajes subliminales, Àngels Chacón señaló desde la consejería de Empresa y Conocimiento que el amarillo de la palabra «virus» en la publicidad estatal identificaba la pandemia con el color del proceso separatista.
El ejército español se presentó como un invasor. Cuando la UME se ofreció para montar hospitales de campaña y limpiar residencias de ancianos, la consejera Vergés ironizó: «¿Qué ejército es este?» La consejera portavoz, Meritxell Budó, estaba escandalizaba: «Han sido rápidos para sacar los militares a la calle, pero lo que hace falta es ser rápido en tomar las medidas que sean realmente efectivas». (¿Se refería a su gobierno?). La mortandad desbocada de las residencias puso en la picota al consejero de Trabajo, Asuntos Sociales y Familias, El Homrani: la cúpula de su departamento fue cesada, pero el inepto siguió aferrado al cargo.
No faltaron los graciosos. Cuando llegaron las noticias de la mortandad en la capital de España, la fugada Clara Ponsatí tuvo la macabra ocurrencia de tuitear «de Madrid al cielo». El «trincaire» Mainat, separatista millonetis, aconsejaba cerrar Cataluña: «Aprovechando que están distraídos, declaremos la independencia. Entonces fingiremos que estamos todos afectados, así los policías no querrán actuar y, si lo hacen, nos defenderemos tosiéndoles en la cara y huirán acojonados».
Esta cuadrilla de incompetentes pide más competencias. Si no es por la autopista del golpe, por las sinuosas carreteras del colaboracionismo sanchista: laminar el Estado en Cataluña. El Plan B de Junts y Esquerra para la independencia.
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