shambhala
David Pons y Federico Ricart
Tenéis que decidir qué queréis ser y qué queréis hacer del Club de Polo Tenéis que decidir si sois sólo un florero mustio y decadente en una enorme extensión de terreno o si queréis trascender como club y representar algo noble para la ciudad
Artículos de Salvador Sostres en ABC

Federico Ricart ha conseguido las firmas necesarias para presentar la moción de censura contra el presidente del Real Club de Polo, Pablo Sánchez Marquiegui, a pesar de la falta de transparencia y de democracia de esta arrastrada junta directiva. A su vez, el ... juez ha descartado la vía penal contra el director de la escuela de tenis, David Pons, acusado maliciosamente de acoso sexual. Hasta 60 padres de sus alumnos, y la cifra va creciendo, han firmado una carta de apoyo al profesor, negando cualquier acoso y agradeciendo su labor y los resultados conseguidos.
La verdad es siempre como yo os digo. Tenéis que quitaros este vicio tan feo de buscar por todas partes teorías conspiranoicas. No os hace ningún bien y quedáis como unos dementes. Y total, ¿para qué? ¿No os lo habéis preguntado nunca? Leed lo que os escribo y mirad luego lo que pasa. Dejad que os asombre el parecido. Conmigo no tenéis nada que temer. Yo estoy aquí para ayudaros.
Lo primero que os expliqué es que no es presentable que un club como el vuestro tenga a Sánchez Marquiegui de presidente. Ni a Tomás Ragué, roedor, de vicepresidente. Hacéis un poco el ridículo cuando luego os escandalizáis por lo que habéis permitido en primera instancia. A mí me costó sólo dos llamadas –eso sí, a la persona adecuada– saber que vuestro presidente hacía negocios con Ibai Llanos. ¿Ninguna de las inteligencias preclaras del club podía haberlo mirado antes? Si queréis presumir de Polo, tenéis que cuidarlo y ser responsables de su prestigio. No podéis ser tan melifluos, tan dejados. Parece mentira que uno de fuera haya tenido que acudir a salvar una dignidad que tendríais que tener, por decir lo menos, mejor resguardada.
También os tengo que decir que ha sido horrible lo que algunos socios habéis hecho con el director de la escuela de tenis. Yo no sé cómo podéis llegar a ser tan mezquinos. Se supone que la clase alta, o medio-alta de una sociedad, como lo sois vosotros, ha de acreditar unos recursos no sólo materiales sino también espirituales y cívicos que os distingan de la ira ciega de la turba. Y destruir, o intentarlo, la vida de un hombre con acusaciones de consecuencias tan devastadoras es rastrero. ¿No os da vergüenza convertir a un malhablado de Andorra en un acosador? ¿No tenéis ningún límite? El resentimiento y el rencor son los sentimientos más sucios, más podridos. Entiendo que los tengáis, todos los tenemos a veces, pero hay que saber controlarlos. Si entre hombres hacemos esto vamos a acabar todos en la cárcel por dar los buenos días. Igualmente, si las mujeres insisten en este camino, al final van a quedarse solas, y cuando digo solas quiero decir solas. No es una buena estrategia para nadie. Denunciemos, hombres y mujeres, los abusos. Todos y cada uno. Pero no convirtamos la convivencia en un arma arrojadiza. Se nos da mucho mejor llevarnos bien y vivir juntos.
La cantidad de alumnas que yo conozco a las que David ha ayudado a crecer como tenistas y como chicas es la realidad de su trabajo y de su trayectoria. Lo demás son frases sacadas de contexto, afectación malintencionada y esa inevitable decantación del mal sobre la Tierra.
Yo nunca amenazo porque no va con mi carácter y porque llegado el momento de materializar la advertencia la compasión prevalece sobre la ira. Aunque a veces he perdido la paciencia, nunca he castigado a mi hija. Bien. Pero quiero decir muy claramente que si a David Pons le pasa algo, si a pesar de que el juez haya desestimado cualquier proceso penal; si David sufre la menor represalia, con esta junta o la que resulte si prospera la moción, juro que publicaré los nombres y apellidos de los socios que exageraron y difundieron la rumorología sabiendo que era falsa, y también el de aquellos que, desde dentro y fuera del club, promovieron las denuncias para hacer sus negocios y para echar a la actual directiva. Que Pablo sea un mal presidente, incluso un muy mal presidente, y que haya actuado de un modo que por lo menos a mí me parece desleal con el club y con los socios, no significa que valga todo para destruirlo, ni a él ni mucho menos a los trabajadores del club que como David hacen cada día lo que pueden para mejorar vuestra vida y la de vuestros hijos. Quedáis advertidos: si algo le ocurre a David iré a por vosotros. Sois tan miserables y tantas veces os habéis comportado de un modo tan repugnante y bajuno, tan llevado por tan execrables instintos, que no sólo insisto sino que insisto en la insistencia: tengo los nombres y los mensajes, la evidencia de que sabíais que estabais siendo injustos, y de qué modo tan atroz os dio igual causar a un inocente un dolor insoportable. Sé cómo, quién y cuándo estuvo detrás de la noticia de 'El Mundo'; y también quién y cómo instigó a los querellantes a presentar su denuncia.
Federico Ricart merece, en cambio, mi más absoluto reconocimiento. Ha sido valiente, constante, justamente lo contrario de lo que suelen ser la mayoría de sus consocios- y ha conseguido muy honrosamente su propósito. Y de manera doble: no sólo ha obtenido las firmas sino que con los impedimentos que le han puesto ha dejado claro la falta de nobleza de la junta y la absoluta necesidad de que sea inmediatamente sustituida. Me gustan los tipos enteros como Federico, los que no se arrugan. Los que tienen una idea y la llevan a cabo y superan los obstáculos hasta que consiguen lo que querían. Si los socios del club fueran todos como él no habríais tenido tantos problemas ni serían necesarios mis artículos. Espero que en la votación de la moción no seáis tan cobardes como de costumbre y mejoréis la proyección pública de vuestra imagen eligiendo un presidente de más altura.
Porque al final, y como siempre os digo, tenéis que decidir qué queréis ser y qué queréis hacer del Real Club de Polo de Barcelona. Tenéis que decidir si sois sólo un florero mustio y decadente en una enorme extensión de terreno o si queréis trascender como club y representar algo noble para la ciudad. Algo moral, como durante muchos años desde vuestra fundación, hasta que eso a lo que llamábamos «burguesía catalana», y que tanto aportó a Barcelona, y tan perdurable, dejó de sentir su rol como una responsabilidad, como un deber, y se victimizó en tenebroso enjambre de los derechos, como las «minyones» y las secretarias.
Está en vuestra decisión volver a ser aquella burguesía culta, fértil, generosa, el Liceu, el Club de Polo, La Pedrera, o esta cadena del váter de la que ahora mismo colgáis, navajeros, abusones, tirón de bolso y además una banda de cretinos.
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