Vivir bajo amenazas
Lo único que nos queda por ver es justo lo que temían los galos de Asterix y Obelix, que se nos caiga el cielo sobre nuestras cabezas
Mundos frágiles, tiempos difíciles
Nos merecemos un gobierno que diga la verdad

Parece que el verbo de moda en la política actual es amenazar. Desde el otro lado del Atlántico nos amenazan con aranceles para doblegar la voluntad e imponer unas políticas concretas a la Unión Europea. Se nos amenaza con limitar la ayuda militar para defendernos. ... Se nos amenaza con el apocalipsis porque no hemos sido capaces de crear un ejército europeo. Pero no somos los únicos amenazados. Los vecinos de los EE.UU., México y Canadá, que deberían ser sus aliados naturales, también sufren las amenazas económicas y sociales como la deportación de miles de inmigrantes. Y ahora las amenazas llegan a la misma Rusia, que parecía ser su interlocutor para crear el nuevo orden mundial.
Siendo graves las amenazas que se anuncian por boca de Trump, también son graves las amenazas que nos anuncian los analistas políticos y económicos. Parece que el incremento y el esfuerzo económico que tendrá que hacer la UE para armarse y llegar a tener un ejército propio que imponga respeto a los demás países, implicará un recorte en otros gastos a los que nos estábamos acostumbrando y que nos hacían la vida muy agradable. Nos amenaza una subida de impuestos para sufragar todo el gasto que va a suponer mayores -y necesarias- inversiones en nuestra seguridad y defensa. En España tenemos amenazas como la inmensa deuda pública que sepultará los proyectos de una o varias generaciones que se verán obligadas a pegar la deuda de sus padres y de sus abuelos. Nos amenaza, a pesar de las lluvias, escasez de agua que tiene consecuencias económicas, sociales y medioambientales graves. Las sequías recurrentes ponen en jaque la agricultura, uno de los pilares económicos de España. Y nos amenaza la falta de mano de obra cualificada, quizá también sin cualificar, para mantener el ritmo de crecimiento económico y, por ejemplo, en el sector de la construcción, la actividad agrícola y ganadera.
Estamos viviendo un momento delicado en el ámbito de las relaciones internacionales y, también, en nuestro caso, entre los partidos políticos en España. No tenemos presupuestos autonómicos ni tampoco nacionales. La distancia entre los grupos políticos es cada vez en mayor, pero es justamente ahora cuando se necesita más acuerdos y más proximidad entre las formaciones políticas para superar las amenazas y las dificultades a las que nos enfrentamos. El cambio que estamos experimentando es tan acelerado que puede producirnos vértigo y decidamos tirar la toalla diciendo que «se pare el mundo que me bajo».
La actitud debe ser de afrontamiento, de mirar a los ojos a las situaciones y a las crisis y luchar por resolverlas y tratar de minimizar su influencia en nuestras vidas. Lo único que nos queda por ver es justo lo que temían los galos de Asterix y Obelix, que se nos caiga el cielo sobre nuestras cabezas. Pero eso no va a ocurrir y siempre que hubo tempestad se produjo finalmente la calma. Nunca las tinieblas vencieron a la luz.
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