Récord de rescates en 2024: tendencia «al alza» y más de 680 intervenciones
El Centro Coordinador de Emergencias y la Guardia Civil achacan gran parte de los accidentes a una mala planificación en un 'boom' de actividades al aire libre
Muere un escalador en León al sufrir una caída durante la subida a Peña Ubiña

Las cordilleras en particular y la naturaleza en general encierran peligros tanto para el alpinista experto como para el dominguero aficionado. Fe de ello dan las 683 intervenciones que registró el Centro Coordinador de Emergencias (CCE) de Castilla y León a lo ... largo de 2024, el récord hasta la fecha, a razón de casi dos por día.
Con 215 rescates en montaña y 272 dispositivos de búsqueda ó 119 más tipificados como 'persona desorientada', también se requirió a menudo socorro en agua (47 veces), en una ocasión en una cueva y, a mayores, se contabilizaron hasta 29 casos en montes y otros «lugares públicos de difícil acceso». Una «tendencia al alza sin grandes contrastes» tras un 2020 de encierro, según valora uno de los técnicos del CCE autonómico, Mariano Blanco Guerra.
Cuenta que el número de intervenciones se incrementa año tras año tras el «punto de inflexión» que supuso la pandemia del Covid, tras cuyas restricciones se vivió un «'boom' de ocio al aire libre» y de sus consecuentes accidentes.
Si se repasan los datos, el total de 2019 sumaba 525 intervenciones (155 de ellas, rescates de montaña), mientras que el año pandémico las vio reducirse hasta las 409. Los ejercicios siguientes recuperaron el 'pulso': en 2021 la subida fue considerable y se disparó hasta las 574 actuaciones de los grupos de rescate, para que 2022 y 2023, más moderados, se contrajesen ligeramente y mantuviesen en los 534 y 523 casos, respectivamente. Finalmente, el año pasado marcó un serio repunte, sobrepasando ampliamente la barrera de los seiscientos incidentes.
Los equipos
Pero, ¿qué motiva que se movilice un equipo de rescate? Todo depende del contexto: la orografía, la temperatura, los años y el estado de los afectados... Un herido por motosierra en un lugar de evacuación complicada puede llegar a requerir un equipo que le saque de allí en helicóptero.
Una persona de edad avanzada desaparecida en zona boscosa se vuelve una situación mucho más alarmante que cuando se trata de alguien más joven, pero ya «una simple torcedura de tobillo es suficiente» para transformar una liviana excursión a la montaña en peligrosa. «Nos encargamos de los casos en los que la integridad y la vida de las personas pueden correr peligro», resume Blanco. Decidir rápido o determinar dónde se hace el traspaso de heridos a un equipo sanitario son, en algunos casos, vitales.
Ventiscas, frío o calor intensos son grandes factores de riesgo. «Se trata de sacar a la víctima de la forma más segura posible», refiere Rubén Mata Molinero, brigada jefe del GREIM (Grupo de Rescate e Intervención en Montaña) de la Guardia Civil en Barco de Ávila. En ocasiones, eso implica bajar con una cuerda o hacer vivac, es decir, acondicionar la zona para pasar la noche al raso con el afectado.
«Notamos más o menos rescates en función de las condiciones meteorológicas», apunta. «Nosotros hacemos más ahora, en invierno, de enero a abril», diferencia el especialista. En Sierra de Gredos se «requiere de una técnica», pues en esta época del año no es raro encontrar una capa de hielo. «Falta nieve, pero hace mucho frío, de forma que se crean rampas heladas», profundiza Mata, para añadir que cualquier caída va a dar contra duras rocas.
Sin embargo, para el GRS de la Junta la mayor parte de movilizaciones tuvo lugar en los meses de julio y agosto. Fue precisamente cuando apretó el calor más sofocante el momento en el que se volvieron más numerosas, por encima de lo habitual en años anteriores, con una media que marcó más de una salida diaria ese octavo mes. Es en verano cuando más se aventura uno de los perfiles que identifican: una familia de ruta sin demasiada preparación.
Y es que, sea en lo general o en lo particular, ambos operarios apuntan a una falta de previsión y a un envalentonamiento que llevan, en muchos casos, al accidente. «Tenemos muchos casos de gente que sobreestima sus capacidades y se lanza a una actividad para la que no está preparada, ya sea por lo físico o por lo técnico», señala el brigada del GREIM, que describe que en 2024 observaron gran cantidad de percances relacionados con la falta de nivel o de atención. «La actividad en la que más gente rescatamos es el senderismo», añade.
Desde el CCE, Blanco coincide. «Es una concatenación de situaciones y nunca una única causa la que te lleva a un accidente», recuerda. «No puedes esperar que alguien venga a rescatarte, hay que ser consciente de los propios límites», remarca, para hacer hincapié en la importancia de la autoprotección y la prevención, algo que siempre tratan de inculcar. Si bien el técnico del centro coordinador refiere que ellos no entran a valorar si una persona rescatada está preparada o no para subirse a las alturas de la montaña -que nadie peque de prudente y deje de llamar para pedir ayuda ante una situación complicada, pide-, concede que en ocasiones constatan falta de previsión a la hora de llevar materiales que se vuelven muy preciados ante cualquier contratiempo.

«Conviene ir equipados, llevar agua o una manta térmica, porque una persona en 'shock' puede estar tiritando a cuarenta grados», ejemplifica. Los montañistas expertos se accidentan menos, aunque también abordan «situaciones más comprometidas» y, por tanto, si se ven en dificultades estas suelen ser más graves.
Para los rescatadores, una de las dificultades implícitas es la necesidad de actuar con rapidez en un territorio muy extenso con multitud de puntos agrestes. «Castilla y León es muy grande y está rodeada de montañas, lo que es muy positivo para los amantes del tiempo al aire libre, pero un problema a la hora de optimizar recursos», reconocen desde el CCE. De hecho, habitualmente aúnan fuerzas con otras autonomías, sobre todo Asturias, Cantabria y Madrid, cuyos equipos de rescate intervienen en ocasiones en territorio castellano y leonés o requieren brigadas de la Comunidad que traspasen los límites de la misma.
El CCE tiene digitalmente cartografiados todos los recursos, entre los que también hay apoyos como son los equipos de Protección Civil. El Grupo de Rescate y Salvamento de la Junta tiene base en la localidad vallisoletana de Alcazarén y llegó a encargarse de 188 intervenciones en 2024, mientras que las brigadas del GREIM en Castilla y León (113 rescates a lo largo del año pasado) están estratégicamente asentadas en cuatro puntos: Sabero, en la provincia leonesa; Riaza, en Segovia, y en tierras abulenses, Arenas de San Pedro y el Barco de Ávila. Desde allí, hacen labores de reconocimiento de forma cotidiana «para identificar posibles peligros».
Los lugares
El 70 por ciento de las urgencias se producen repartidas entre Picos de Europa (León), en la Sierra de Gredos abulense o en Segovia, que cuenta con la de Guadarrama y su puerto de Navacerrada, destaca Blanco. Sin embargo, también hay que mantener un ojo puesto en enclaves como el parque palentino de las Fuentes Carrionas; en el Sistema Ibérico, en Burgos; en Soria en general y en el lago de Sanabria (Zamora) en particular, o en la más llana y céntrica provincia vallisoletana, aunque la atención sea aquí más residual.
Las estadísticas de la Agencia de Protección Civil y Emergencias de la Junta añaden algunos datos extra: del total de misiones realizadas, el 84 por ciento estuvieron motivadas por problemas de origen traumático (en otras palabras, caídas, golpes o similares) y el 16, por patologías médicas o ambientales, por ejemplo, un infarto o un mareo ocasionado por altas temperaturas.
En los casos más extremos, una mala cobertura o un montañista en paradero desconocido pueden volverse mortales, por lo que cada minuto es oro. El 75 por ciento de los rescatados precisó asistencia sanitaria 'in situ', de ahí que el CCE haga hincapié en que el de la Junta es el único equipo de rescate de la Comunidad que integra un sanitario. Se pudo contar un tres por ciento de heridos críticos, un 20 por ciento de graves, un 29 de moderados y un 23, de afectados leves.
Por ahora, la tasa prevista para quien se interne en zonas peligrosas o prohibidas no ha llegado a cobrarse. Para reconocer su trabajo, los rescatadores sólo piden precaución. «Sabemos del oficio y, después del chute de adrenalina, la satisfacción es inmediata cuando vas a rescatar a alguien y ves su cara, o cuando devuelves a esa persona a su familia», apunta el brigada jefe, como contrapartida. Desde su puesto al ordenador y al teléfono, su compañero en el CCE certifica una misma recompensa. «Poder acompañar a una persona es muy gratificante», sonríe.
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