PUNTO DE VISTA
Obediencia o salida
Vox basa su éxito en los votantes más cafeteros, los que ven a Abascal como una suerte de caudillo al que no le tiembla el pulso
Ser alternativa
Modo alerta

No dejará huella por su tarea en Castilla y León Juan García-Gallardo, si acaso se recordarán sus exabruptos y salidas de torno. No se va porque se haya moderado en sus posiciones, sino por el ordeno y mando que reina en su partido, que ... parece mentira que no supiera que era así desde el primer momento. Cualquier partido político impone la obediencia ciega a a organización y en estos tiempos el culto al jefe. Lo hemos visto en el proceso de congresos regionales en el PSOE y se ve de una forma mas nítida en Vox. Nadie tose a Sánchez en el PSOE, aunque la trayectoria del partido hace que salgan algunos audaces que plantan cara sin que el aparato pueda evitarlo. Pero en Vox está posibilidad no existe y ahí están los hechos.
Gallardo no se va porque suavice sus posiciones. Siguen firmes, pero es que se han dado situaciones internas que han llenado su vaso. La primera de todas, y donde posiblemente se empezó a fraguar su marcha, fue que le obligaran a dejar la Vicepresidencia de la Junta. Nunca entendió la ruptura del Gobierno de coalición y nunca asumió su papel como portavoz del grupo en las Cortes. Acató la disciplina y se notaba, pero que ahora tuviera que tragar por la expulsión de los que él consideraba más cercanos, eso fue la gota que colmó el vaso.
A nadie que siga la actualidad política le puede extrañar que Vox actúe con contundencia con quien osa criticar al jefe y además pedir democracia interna. Tan 'gran deslealtad' se premia con la expulsión. Vox basa su éxito en los votantes más cafeteros, los que ven a Abascal como una suerte de caudillo al que no le tiembla el pulso. Además comprueban que sin hacer nada, solo con su despliegue en redes y sus salidas de tono, consiguen seguir sumando apoyos, así que lo ideal para ellos es no mover nada, no dejar crecer organizaciones territoriales y mucho menos dejar sueltas voces discrepantes.
Desgraciadamente la política hoy, y lo estamos viendo, se mueve por la no disidencia en los partido y en la adhesión inquebrantable al jefe. Cualquier intento de abrir puertas se sofoca, en unos casos de forma más o menos sibilina y en otras, con el golpe encima de la mesa. Al final de lo que se trata es de mantener prietas las filas.
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