Cien millones de euros

En los tiempos de Isabel Carrasco la Diputación funcionaba como una empresa privada. Todo era fiscalizado, controlado y casi hasta con contraprestación a cambio de lo que se gastaba. Eran otros tiempos y otras formas. Algunos lo recuerdan con nostalgia y miran a los Picos de Europa suspirando por alguien que maneje el cotarro como si fuera la Jefatura de Inspección de Hacienda. Sin embargo, no ha surgido en todos estos años una figura de cualquier color político que haya ostentado tanto poder y que se logre llamar primer leonés, el de mayor acumulación de cargos y tentáculos. Es lo que tiene nacer en provincias. Tienes dos salidas, o hacerte funcionario o meterte en política. Y si combinas las dos cosas, vamos, vamos. Hubo en Zamora cierto ejemplo de Maquiavelo pepero, hasta logró el salto de lo regional a la gran política madrileña, pero ha acabado apartado de los despachos principales de la calle Génova.

Pero volvamos al vil metal. Eduardo Morán, como buen alcalde socialista que también es, se frota las manos con la de proyectos y obras para el mundo rural leonés, incluso para política de amplios horizontes. Sin embargo, se topa con la ley y la férrea Administración. La mala praxis de nuestros gobernantes ha sido tal que ahora hasta para que un alcalde compre unos bolígrafos hace falta sacarlo a concurso público con invitaciones por triplicado. Es un decir. Pero es cierto que los altos funcionarios, la auténtica casta, lo ponen crudo a todos los cientos de alcaldes pequeños de Castilla y León. En Astorga el alcalde no tiene sueldo, aunque cobra por plenos y comisiones, según su periodista de cabecera local. Por cierto ¿cuánto cobrará su vocero oficial; cien euros por panegírico?