El 'grooming', ciberacoso sexual a menores: de 100.000 alertas a un millón a partir del confinamiento
Cada vez más habitual, esta persecución vía internet preocupa cada vez más a las instituciones europeas

A un lado de la pantalla hay un niño. Al otro, un adulto que se hace pasar por un niño y que quiere engañar al menor para conseguir material pornográfico o incluso llegar a tener un encuentro con él. El primero no ve al segundo, ... pero el segundo sabe perfectamente cómo embaucar al primero. Estas frases dan miedo, pero esto es el «grooming», una forma de ciberacoso a menores cada vez más habitual en una sociedad en la que todo el mundo tiene un móvil en la mano y que se combate actualmente en distintos frentes: la arena política, la policial y en las aulas.
En los parlamentos. Ponérselo difícil al acosador
Los datos que maneja la Europol sobre el ciberacoso sexual a menores son reveladores y destapan que la situación se agudizó en los principales países europeos, también en España, durante los meses más críticos de la pandemia. S u crecimiento se alimentó desde marzo del año pasado en paralelo a la imposición de confinamientos domiciliarios. El informe «Exploiting isolation: offenders and victims of online child sexual abuse during the Covid-19 pandemic», elaborado por la Oficina Europea de Policía, pone de manifiesto el problema.
Según el documento, a partir de marzo se detectó un notabilísimo repunte en el número de alertas por este motivo: de unos 100.000 avisos a cerca de un millón. La tendencia comunitaria se replicó en España, donde las alertas se multiplicaron por seis. La Europol también monitorizó un aumento del intercambio de contenido de abuso sexual a menores en este periodo.
Estos números llamaron la atención de la Eurocámara, especialmente ahora que las circunstancias podían dejar un cabo suelto regulatorio que allanara el camino a los pedófilos. Hasta final del año pasado, las empresas de mensajería instantánea o por internet tenían permitido utilizar la tecnología para r astrear posibles casos de «grooming» y, de no haber actuado, ese permiso podría haber quedado revocado.
«Europa tiene un récord desolador en este terreno, es muy preocupante», lamenta Javier Zarzalejos , eurodiputado del PP, en conversación con ABC. El político ha vivido desde primera línea la discusión parlamentaria en Europa y asistió a la luz verde que dio la Eurocámara a la derogación temporal de algunas partes de la Directiva 2002/58 sobre la privacidad y las comunicaciones electrónicas.
Como expone Zarzalejos, se trata de una regulación transitoria que permite a las compañías de internet o mensajería seguir aplicando las herramientas a su alcance para detectar a los pedófilos. Este permiso se veía comprometido con la entrada en vigor del Código Europeo de las Comunicaciones Electrónicas.
«No se trata de un filtrado sistemático de comunicaciones», defiende Zarzalejos, quien advierte de que no se deja en manos de las máquinas y los algoritmos todo el trabajo, sino que también influye de forma determinante el factor humano: los policías especialistas en combatir estos problemas son quienes deciden en última instancia. Por todo ello, y a falta de herramientas legales más efectivas, sostiene que se trata de un peaje que hay que pagar en estos momentos: «Es una intrusión, pero legítima, necesaria y proporcionada». En la Eurocámara hubo un acuerdo casi total al respecto.
La Policía. Detectar y concienciar
Desde la Unidad Central de Participación Ciudadana de la Policía Nacional definen con precisión a los «groomers». Detrás del anglicismo están «adultos especializados en la utilización de la ingeniería social como medio para acercarse a los menores, siempre con algún tipo de finalidad sexual (...) Se hacen pasar por menores para ganarse la amistad de la víctima y luego, con engaño y embaucamiento, llegar hasta el chantaje de carácter sexual».
El problema no se queda ahí. Además de conseguir material prohibido de sus víctimas, esas fotos o vídeos pueden llegar a circular por internet . Este hecho estigma -tantas veces como se comparta el contenido- a la víctima que, años después, puede volver a encontrarse con una foto comprometedora suya circulando sin control.
El informe que la Europol puso sobre la mesa de los eurodiputados para persuadirles del problema radiografía el «modus operandi» de los ciberacosadores. Operan tanto en el internet convencional como en la conocida como «dark web» . En el primer caso aprovechan foros privados de pedófilos o, directamente, sistemas de mensajería o de intercambio de documentos para compartir los archivos que les facilitan los menores. Ahí es donde vierten y buscan material pedófilo que emplean bien para autoconsumo o bien como moneda de cambio que emplean en sus engaños a menores. El segundo espacio, no regulado, es el nicho para los pedófilos con perversiones más extremas.
Que los teléfonos móviles de última generación estén en manos de niños o adolescentes sin vigilancia ni control parental allana un poco más el camino a estos depredadores, que incluso llegan a chantajear a los menores para que les den más contenido de carácter sexual. El problema es que estos jóvenes están desarmados al enfrentarse a una mente adulta.
En la Policía, por ello, insisten en que «el mejor remedio es siempre una buena prevención». El Cuerpo, añaden, centra una buena parte de sus esfuerzos en la realización de charlas en los colegios para concienciar a los jóvenes. En el año 2019, según los últimos datos de la Unidad de Participación Ciudadana, los agentes impartieron un total de 30.200 charlas y actividades para jóvenes en colegios . Especifican que más de la mitad de estos cursos se centraron en alertar sobre los riesgos aparejados al ciberespacio, entre ellos el «grooming».
Y si es importante que los jóvenes conozcan los peligros, la Policía también mira a los adultos. « La concienciación de los menores es muy necesaria , pero también lo es la de los padres e incluso de los profesores, ya que no solo pueden detectar comportamientos extraños en los menores, sino que pueden prevenirlos enseñándoles a hacer un buen uso de las tecnologías», subrayan fuentes policiales.
En las aulas. Enseñar a decir que no sin miedo
Vanessa Ramajo lo explica de una forma muy didáctica. Cuando va a los colegios a dar charlas a los chavales sobre los peligros de las nuevas tecnologías, siempre utiliza la misma técnica . «Me acerco a un niño y, con mi mejor sonrisa, le pregunto su nombre, edad, quiénes son sus padres, hermanos… Y me lo cuentan todo. A continuación les pregunto si se han sentido incómodos y todos me dicen que sí. Luego les intento hacer ver que si en el mundo real tienen que decir basta ante una situación que les haga sentir incómodos, tienen que hacer lo mismo en el mundo digital».
Ramajo es psicóloga y también la directora técnica de REA, la Asociación castellanoleonesa para la defensa de la infancia y la juventud. No oculta que uno de los principales problemas con los que se encuentran desde hace unos años es el «grooming» y, aunque señala que no hay un perfil típico del menor que puede ser víctima, advierte que hay algunos condicionantes que pueden hacer más frágiles a algunos jóvenes.
«Los jóvenes piensan que el depredador sexual es alguien muy mayor y que no es atractivo, pero puede ser cualquiera»
«No existe una sola víctima potencial, pero sí elementos comunes (...) La necesidad de ser aceptado, de normalizar conductas de riesgo como el «sexting», el no disponer de supervisión por parte de figuras de referencia adultas, tener dispositivos con acceso a internet sin supervisión... pueden ser elementos que confluyen dentro de las características de las personas más vulnerables», enumera Ramajo. E igual que no hay un perfil de la víctima, sostiene que tampoco del agresor: «Los jóvenes piensan que el depredador sexual es alguien muy mayor y que no es atractivo, pero puede ser cualquiera».
Como lamenta, todavía queda mucho camino por andar. No sólo hay que concienciar a los niños, insiste. «Hay un fenómeno que está también muy presente: el «sharenting», que es la exposición excesiva de los niños, desde muy pequeños , en las redes sociales de sus padres», manifiesta Ramajo, quien considera que prácticas así vulneran la intimidad de los menores y hablan claro de que muchos padres tampoco conocen los riesgos de verter toda su vida en la web. «Lo que pasa con menores de edad, también no los encontramos con adultos. Hay veces que se nos acercan padres que también han pasado fotos por internet y que nos dicen que les están chantajeando para no divulgarla», añade. La batalla continúa.
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