Malestar entre los diplomáticos por no prever una crisis con Argelia que se veía venir
Critican la gestión «personalísima» de un ministro que no admite consejos de veteranos
En los pasillos de la nueva sede del Ministerio de Asuntos Exteriores en Madrid se respira malestar, inquietud y preocupación desde que Argelia anunció el miércoles la ruptura del Tratado de Amistad y la posterior suspensión de operaciones comerciales con España.
Los miembros ... de la carrera diplomática sienten también impotencia, ya que consideran que la crisis se veía venir y, por tanto, era evitable. «Tras el giro en la postura de España sobre el Sahara Occidental, Argelia esperaba el momento para reaccionar con una buena pataleta», apunta a ABC un funcionario del Ministerio, al tiempo que añade que Pedro Sánchez se lo puso en bandeja el pasado martes, cuando afirmó que la decisión de posicionarse con Marruecos era algo «positivo». Argelia vio entonces la oportunidad para descargar la furia contenida desde marzo, cuando España se posicionó a favor de Marruecos en la cuestión del Sahara Occidental para hacer las paces con su principal enemigo.
«La sensación general es que Albares tiene los días contados . Todo dependerá de cómo vayan las elecciones andaluzas, pero está muy quemado. Y además tiene un jefe sin escrúpulos para cortarle la cabeza a quien sea. Se cargó a Carmen Calvo , a José Luis Ábalos ... a gente con mucho más peso que Albares», explica otro diplomático del Ministerio, quien considera que el todavía jefe de la diplomacia española tiene un perfil muy político y que «prácticamente no tiene experiencia como diplomático»: «Si Sánchez hubiera dejado el Ministerio a cargo de un diplomático de verdad , no estaríamos en esta situación».
En el Ministerio hay mayor malestar por las formas en la gestión de la crisis que por el giro en la cuestión de Sahara Occidental
Es «de primero de diplomacia» que hay que mimar a los dos países, pero un poco más a Marruecos
Opina lo mismo otro diplomático veterano que se encuentra en una misión en el exterior, quien reconoce que mantener el equilibrio con Marruecos y Argelia «es de primero de diplomacia y es tan básico como que sabes que hay que cuidar a los dos»: «Tienes que mimar a los dos países, pero un poco más a Marruecos. Es lo que han hecho todos los gobiernos, ministros y diplomáticos desde hace años», explica la misma fuente. Una táctica «muy vieja, pero que siempre funciona », sobre todo si se complementa manteniendo conversaciones muy fluidas con las dos partes y unas formas propias de un diplomático exquisito y experimentado. Y es que «en el Ministerio la gente ni siquiera está en contra del giro de España en el Sahara –porque todo el mundo entiende que quizá es algo que hay que hacer y que tiene sentido–, el principal problema ha sido cómo se ha hecho», advierte este diplomático. Y repite: «Esta técnica no tiene ningún misterio y no es ninguna ciencia, pero sí requiere una experiencia que Albares no tiene».
Inocencio Arias , diplomático ya retirado, que fue consejero en la embajada de Argelia, dice que «lo increíble es que haya habido esa falta de previsión tan descomunal» y que esta crisis «nos va a costar bastante» . Matiza que «esto no es cataclísmico, pero sí es un tema muy serio». Aprecia que aunque Albares «no sea ni Metternich ni Kissinger», está seguro de que «en algún momento avisó a su señorito de que esta crisis se podía avecinar». «Debió decirle algo y su señorito miró para otra parte. ¿Por qué ha mirado para otra parte? Este es el misterio, porque Sánchez idiota no es », concluye Arias.
Un compañero todavía en activo se aventura a ir algo más allá y apunta a que las escuchas de Pegasus podrían estar relacionadas «con la forma tan repentina –sin consultar a su partido, el Parlamento, a su Gobierno y al Rey– de ponerse del lado de Marruecos en la cuestión del Sahara. Es muy grave, sobre todo porque además no ha tenido el apoyo de ningún partido de la cámara».
La hoja de ruta de Rabat
En el Ministerio la sensación también es de regresión, como si se hubiera retrocedido un año atrás. «Parece una reedición de lo que pasó con Marruecos» , reflexiona un diplomático recién llegado a la carrera. Aprecia que Argelia «podría seguir perfectamente el manual de instrucciones de Marruecos». Lleva poco tiempo, pero está de acuerdo con los más veteranos en que «la gestión de Albares es extremadamente personalísima y despótica» y que el Ministerio cuenta con diplomáticos muy experimentados en los que podría delegar, pero no lo hace porque «solo confía en su pequeño núcleo de confianza».
Precisamente, el secretismo y la toma de decisiones en la sombra son los dos pecados capitales de Albares . Mantuvo en secreto el giro histórico de España en la cuestión del reconocimiento de la soberanía marroquí sobre el Sahara. «En la decisión de fondo puede estar implicado Sánchez, pero las formas importan casi lo mismo, y ese cauce es de Albares», apostilla un embajador, quien resume todo a una mera cuestión de «gestión diplomática» : «Está inventada desde hace tiempo pero hay mucha gente especialista en hacer estas cosas, que lleva años dedicada a ello, pero necesitas un ministro que deje a la gente trabajar».
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