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Lighthouse American School, el colegio al que nos hubiera gustado ir

El colegio Lighthouse American School apuesta por un método de enseñanza basado en el desarrollo de la curiosidad y la iniciativa de cada uno de sus alumnos

En las aulas del Lighthouse American School se potencia el pensamiento crítico de los alumnos

Entre extensas zonas verdes y árboles centenarios se encuentra Lighthouse American School, un moderno edificio en la zona de Valdemarín (Aravaca) que aloja un proyecto educativo con una metodología alejada del método tradicional, basada en el desarrollo de la curiosidad y la iniciativa de cada uno de sus alumnos, y la enseñanza a través de la experiencia práctica.

«Lo que más me sorprendió de Lighthouse fue el grado de implicación de todos para crear un ambiente de respeto y de motivación donde el niño es el protagonista», cuenta Cayetana, madre de un niño que estudia en Kindergarten y otro en 3º de primaria. Valora muy positivamente el ambiente donde se están desarrollando, no sólo el disfrute de un entorno natural, sino también el respeto entre iguales de todas las edades y la figura adulto de referencia que les guía en su camino. «No en muchos colegios la directora te recibe en la puerta todas las mañanas. Esa cercanía hace que el colegio se convierta en una prolongación de la educación de casa», añade.

Cayetana también resalta el hecho de que desde que comenzaron en Lighthouse la motivación de sus hijos se disparó y valora «cómo sus profesores enseñan respetando la diversidad, cómo el programa que ofrecen no se expone a todos de la misma manera, sino atendiendo a su individualidad». Cree que esto es posible no solo al hecho de que es un colegio pequeño, «sino a que potencian el pensamiento crítico para no dejar morir la curiosidad innata que poseen los niños y las ganas de aprender».

Por su parte Cristina, madre de dos niños, uno en 2º y otro en 6º de primaria, resalta el método de aprendizaje de este centro. «En Lighthouse se propone una manera de adquirir conocimientos basada en el interés por aprender, en la curiosidad y en un método centrado en la enseñanza a través de la experiencia práctica. Como dice uno de mis hijos, aprender divirtiéndose. Se fomenta el trabajo en equipo y la demostración práctica de lo que los alumnos investigan y aprenden».

Un colegio centrado en cada uno de sus alumnos

En Lighthouse la educación es personalizada y las clases se adaptan a los alumnos, y no al revés. Lo explican Candela y Ricardo, padres de dos niñas, la más pequeña en Pre-Kindergarten y la mayor en 2ª de primaria. «Nos llamó la atención la distribución dinámica de las clases, diseñadas para adaptarse a las necesidades de aprendizaje de cada momento. En clase de nuestra hija mayor en segundo grado, los estudiantes se sientan en sillas con ruedas que se pueden mover por la clase. Una de las paredes es de cristal y va a dar a la clase contigua. De este modo, todo está integrado y el aprendizaje es dinámico, basado en el cambio constante, la actividad y la flexibilidad. Los estudiantes aprenden de manera más experimental y activa», resalta Ricardo.

«No hemos conocido muchos colegios como Lighthouse. Es genial ver cómo nuestros hijos están aprendiendo a ser críticos, a cuestionar y a explorar el mundo que les rodea de una manera tan única y especial. El colegio plantea un proyecto de pedagogía diferente, no tanto focalizada en resultados académicos, sino en el proceso de aprendizaje en sí, respetando el ritmo de cada alumno, y haciendo hincapié en el pensamiento interdisciplinar y crítico», continúa explicando Candela. Recuerda que el mundo al que se enfrentarán sus hijos en el futuro es muy diferente al que han vivido ellos y creen que Lighthouse les está ayudando a proporcionarles herramientas y una base crítica fundamental para enfrentarse a los desafíos que se les puedan presentar. Para Ricardo es también importante señalar que se trata de un proyecto familiar, «dirigido por personas muy cualificadas que ponen mucho amor en cada detalle. Nuestra hija pequeña, que no hablaba inglés, es prácticamente bilingüe en un año y medio. Y tanto las instalaciones, como el enclave y el tamaño hacen que sea un colegio idílico».

Promover los valores y el bienestar personal

«Uno de los aspectos que más nos gusta son los valores que se promueven en el colegio, centrados en el respeto hacia los demás, así como el sentido de pertenencia a una comunidad con un sentido de trabajo por el bienestar del grupo», cuenta Cristina. Para Candela es importante resaltar «la intención de formar una comunidad, una familia basada en el respeto y la curiosidad por el otro, valores que a día de hoy son uno de sus mayores bienes. Nos pareció un sitio privilegiado para que nuestra hija pudiera formarse y desarrollarse en un entorno único».

El colegio plantea una metodología diferente

Tal y como indica Cayetana, «de los 0 a los 6 años es el momento del mayor aprendizaje de un niño. Lo que reciban determinará en gran medida lo que el niño será en su vida adulta. De esta forma no sólo es necesario aprender conceptos o realizar matemática avanzada, sino saber interactuar con los demás, aprender a resolver conflictos de manera asertiva, descubrir cuáles son sus talentos, potenciarlos, trabajar el asombro, lo que sea un crecimiento personal en donde el otro te ayude a mejorar». Valora que involucren a las familias en el crecimiento del colegio y en todos los eventos que realizan. «Enseñan a los niños el valor de ser ante todo buenos seres humanos. Siempre he pensado que lo que des a los niños, los niños lo darán al mundo», matiza.

Cristina, además, resalta el cuidado que existe en aspectos como la comida, que se cocina en el colegio, «se les dan cereales integrales en vez de refinados, yogur natural en vez de edulcorado, hay un día a la semana de menú vegetariano, se priorizan vegetales y legumbres, entre otros». Además, las instalaciones del colegio permiten el contacto con la naturaleza y se permite una participación activa de los padres que así lo deseen. Se fomenta activamente el establecimiento de vínculos de aprendizaje entre niños de diferentes edades. «Todo eso hace que todos los niños del cole se conozcan, y que tengan lazos de comunicación abiertos entre ellos, porque realizan actividades juntos a pesar de la diferencia de edad, y que entre las diferentes clases se vean como compañeros y no como enemigos. Desde mi punto de vista, esto favorece la horizontalidad en el trato entre niños de diferentes edades y es un factor que minimiza las posibilidades de bulling».

Enseñanza personalizada

Los padres que han confiado en este centro aseguran que ofrece realmente una enseñanza personalizada a cada uno de sus alumnos, algo parecido a la medicina de precisión. «Se potencian los talentos individuales y se ayuda a mejorar en aquellas áreas en las que los alumnos se muestran menos preparados. El que sea además un colegio con número limitado de alumnos por clase permite conocer de verdad las necesidades individuales y se pueden implementar las herramientas necesarias para ayudar a los alumnos en las áreas que lo necesiten. Todo esto es posible porque existe una selección cuidadosa de los profesores, que al final son los responsables de hacerlo realidad», explica Cristina.

Valora igualmente la constante innovación en el método educativo, donde se busca mejorar los aspectos docentes y educativos que son mejorables y se adaptan al mundo actual incorporando las nuevas tecnologías en el día a día. Además, «el trato con los profesores es muy cercano, existe una comunicación muy fluida y fácil con la directora del cole y se puede seguir muy de cerca cuál es el progreso de nuestros hijos en clase».

Para Sarah, madre de un niño de 3 años y otra de 5, «lo más emocionante es escuchar a tus hijos de infantil decirte que quieren que trabajes en su colegio para disfrutar como lo hacen ellos. Lo más bonito: que te pidan a menudo que les mandes fotos a sus profes de cosas que hacen en casa quiere decir que quieren de verdad compartir sus vivencias con ellos».

Candela cree que si hubiera estado en un colegio como Lighthouse «quizá me habría atrevido mucho antes a perseguir mi pasión en vez de tomar otros caminos más tradicionales. No lo sé, lo que tengo claro es que habría sido mucho más feliz de lo que fui en mi colegio». Como termina diciendo Cayetana, «sin duda, es el colegio al que nos hubiera gustado ir. Se lo hago ver a mis hijos cada día. La suerte que tienen de crecer en un lugar así».

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