Las dudas de la agencia Fitch sobre la mejora del rating a España: «Estar dos años sin presupuestos no ayuda»
«Por supuesto que miramos la situación económica, pero antes de eso nos fijamos en la situación fiscal», advierte el jefe de rating soberano para Europa Occidental de la firma
La agencia de calificación puso el pasado mes de noviembre en perspectiva positiva el rating de España
El vigoroso crecimiento de la economía española en los últimos años y la brecha diferencial que la ha destacado respecto al resto de economías de la eurozona no ha constituido a ojos de las agencias de rating un aval suficiente como para mejorar ... la calificación crediticia de los títulos de deuda pública española, que continúan anclados desde 2019 en el rango de recomendación de inversión pero lejos de los niveles 'premium' que los convertirían en inversión preferente para los grandes inversores globales en renta fija.
Para los analistas de la agencia Fitch, que ha celebrado esta semana en Madrid el encuentro anual con inversores en el que acostumbra a trasladar sus perspectivas sobre España, persisten razones de fondo que inhiben a las agencias a la hora de mejorar el rating soberano de España.
«Los datos macro de la economía española son muy positivos y por supuesto que miramos la situación económica a la hora de adoptar nuestras decisiones», explicó en el encuentro el responsable de análisis soberano para Europa Occidental, Federico Barriga, «pero antes que en los datos económicos nos fijamos en la situación fiscal». Y en esta continúan observando fuentes de incertidumbre.
Los analistas de Fitch opinan que la reducción del déficit y la deuda pública operado en los últimos ejercicios ha sido más lento del que cabría prever a la luz de los datos de crecimiento económica y que se explica casi de forma exclusiva por el crecimiento del PIB nominal, no por el compromiso del Gobierno con la sostenibilidad del gasto público y que sus previsiones apuntan a que el déficit se estabilizará en el entorno del 2,5%-3% por encima del nivel comprometido con Bruselas.
«Si la economía continúa desplegándose con la fortaleza de los últimos años, ayudará», aseguró Barriga, «pero es un proceso que debe ir de la mano de la sostenibilidad fiscal y hay incertidumbre sobre eso», admitió. De hecho, atribuyó el cambio de orientación en la perspectiva de la calificación de España operado en noviembre, de estable a positivo, al momentum de la economía española más que a su compromiso fiscal.
La inquietud de la agencia de calificación también viene hacia adelante. Considera que de aquí a 2030 las presiones sobre el gasto público se van a disparar por aspectos relacionados con el envejecimiento, el gasto en defensa, la lucha contra el cambio climático y el mayor peso de los tipos de interés respecto al escenario de tipos cero de los últimos años y que esa situación pondrá a prueba los colchones fiscales acumulados por los países. Hay que recordar que tras experimentar el mayor incremento de la recaudación de su historia, el fuerte incremento en paralelo del gasto público en España ha dejado el déficit por encima del 3% y la deuda pública por encima del 100% del PIB...a la espera de ese impacto.
La agencia asocia la eventual mejora de la calificación crediticia a un reducción más rápida de la deuda y el déficit, pero admite que alberga dudas sobre el compromiso del Gobierno con este escenario. «Encadenar dos años sin Presupuestos no ayuda. Los Presupuestos marcan la orientación de la política económica del Gobierno y en su ausencia esa evolución es difícil de vislumbrar», aseguró el analista de Fitch, que dice que esa incertidumbre hace más difícil determinar cuál puede ser la evolución del rating soberano de España a corto plazo.
La agencia considera, al menos, que España está más protegida ante las turbulencias geopolíticas que puede desencadenar la ofensiva arancelaria de Donald Trump que el resto de grandes economías europeas, más expuestas en su relación bilateral con Estados Unidos. Según sus cálculos, un ataque arancelario general podría provocar un deterioro potencial de hasta 0,35 puntos de media en las economías de la eurozona, mientras que en el caso de España el perjuicio esperado sería de solo 0,2 puntos.
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