Alemania abandona el mito del rigor fiscal y sopesa dejar atrás los topes a la deuda
El Bundesbank, adalid de la austeridad, avala la reforma para sacar al país de la crisis
La locomotora alemana descarrila en el viaje hacia la nueva economía

Desde que se comenzó a pensar en la creación de un banco central europeo se mantuvo inalterable la premisa de que la institución debería ser creada a imagen y semejanza del Bundesbank alemán, gran valuarte de la estabilidad financiera. Con el tiempo se fue ... viendo que poco podía hacer el BCE por la estabilidad si los gobiernos del euro no se atenían a la disciplina fiscal.
En 2009, en los primeros compases de la crisis financiera, Angela Merkel hizo tatuar en la Ley Fundamental alemana un freno a la deuda que desde entonces impide a los gobiernos de Berlín elevar su endeudamiento en más de un 0,35% del PIB anual. Con esta medida aspiraba a cortar por lo sano cualquier posibilidad de que en Alemania pasase algún día lo que estaba ocurriendo en ese momento en Grecia, Italia y España.
La entonces canciller alemana siguió después evangelizando en la fe de la disciplina fiscal y convenció en 2011 a Zapatero con una sola llamada de teléfono de introducir también en la Constitución Española un freno a la deuda, en la que sigue siendo a día de hoy la gran reforma constitucional desde el año 1978. Las cuentas públicas españolas se alemanizaron con esa medida, que Merkel había aplicado primero en casa para dar ejemplo y con el objetivo de extenderla después al resto de la UE, para que los periféricos dejasen de ser tan manirrotos y el cáncer de sus primas de riesgo no se extendiese al bono alemán. Han pasado varias crisis desde entonces y ahora las tornas han cambiado. La economía alemana sucumbe a la competencia tecnológica e industrial de China y la transición energética se ha llevado por delante beneficios e inversiones.
A esto hay que sumar que las décadas de austeridad pesan severamente sobre infraestructuras y servicios. Carreteras en mal estado, colegios en ruinas, déficit evidentes en la digitalización: el Estado alemán ya no cumple adecuadamente muchas de sus tareas básicas por falta de recursos y el freno a la deuda comienza a ser cuestionado. Las carencias del ejército alemán han quedado en evidencia tras la invasión de Ucrania por parte de Rusia y el derrumbe del puente Carola en Dresde ha sido la gota que ha colmado el vaso.
El 73% de los alemanes está ya a favor de eliminarlo, según una encuesta de la Fundación Bertelsmann de febrero y el freno a la deuda ha derribado incluso un gobierno. Scholz presionó cuanto pudo para desatarse del freno a la deuda, pero el empecinamiento del ministro de Finanzas, el liberal Christian Lindner, contrario a extender una excepción en su aplicación, como se hizo durante la pandemia, ha llevado a la convocatoria anticipada de elecciones. Y ninguno de los principales candidatos lo defiende ya a toda costa. Incluso el líder de la conservadora CDU, Friedrich Merz, tira del James Bond de Sean Connery para responder sobre el asunto: «nunca digas nunca jamás». Es partidario de la disciplina fiscal, como esperan sus votantes, pero reconoce que «no sabemos a qué retos nos enfrentaremos mañana y pasado mañana». Pero quien ha derribado definitivamente en tabú ha sido el presidente del Bundesbank, que ha sentenciado en contra.
Un viejo dicho afirma que muchos alemanes no creen en Dios, pero todos los alemanes creen en el Bundesbank. Y su presidente, Joachim Nagel, acaba de declarar que es partidario de reformar el freno de la deuda, ante el pertinaz estancamiento económico y las malas perspectivas para el país. Un mayor margen de maniobra fiscal, por ejemplo para un mayor gasto en defensa y para la modernización de las infraestructuras, sería un «enfoque muy inteligente», ha comentado en una entrevista con «Financial Times». Podría considerar la posibilidad de distinguir entre gasto público en consumo e inversiones «a fin de crear más margen para inversiones estructurales», sobre todo en un panorama económico como el actual, que describe como «más complicado que a principios del siglo XXI».
En aquella época, el desempleo en Alemania era mucho mayor, pero «no había fragmentación geopolítica y el comercio mundial creció con fuerza». Existe la amenaza de «otro año de crecimiento débil» en 2025, avanza, y el crecimiento podría ser aún más débil si el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, introduce aranceles generales en la medida que ha anunciado. «Si a las previsiones actuales se añaden aumentos arancelarios aún mayores, la economía en general podría permanecer estancada durante aún más tiempo», lo que dejaría su huella en el mercado laboral. La OCDE confirma que Alemania ha tenido una actividad inversora débil desde el cambio de milenio y denuncia una «acumulación de inversiones pendientes en educación y transporte, así como en el área de infraestructura digital». El capital social ha disminuido significativamente desde 2003, especialmente a nivel municipal.
Alemania renunció en realidad al freno a la deuda hace años. Después de un largo período de transición, la norma no entró plenamente en vigor hasta 2020, pero apenas unos meses después se suspendió de nuevo debido a la emergencia pandémica. Más tarde, se añadieron como emergencias adicionales el ataque de Rusia a Ucrania y la interrupción del suministro de energía, porque de lo contrario resultaba imposible hacer cuadrar los presupuestos generales. Los gobiernos federal y regionales obtuvieron grandes préstamos adicionales durante estos años de crisis, lo que ayudó a superar las situaciones especiales, préstamos de emergencia que el gobierno federal tiene que empezar a deolver en 2028. Y no hay de dónde. Además, la vida sigue y hay que seguir emitiendo deuda. Sólo en 2025, Alemania tendrá que emitir más de 40.000 millones de euros de nueva deuda adicional y existen préstamos del fondo especial para la Bundeswehr que, contrariamente a lo que sugiere su nombre, no consiste en reservas, sino en una autorización de crédito.
En otoño de 2023, el Consejo Consultivo Científico del Ministerio Federal de Economía recomendó añadir una regla de oro al freno de la deuda: las inversiones públicas netas financiadas con deuda no se contarían contra el endeudamiento neto máximo del freno de la deuda. A principios de este año, tras la sentencia del Tribunal Constitucional tumbando los presupuestos generales, el Consejo Alemán de Expertos Económicos propuso un nuevo reglamento con tres elementos: una fase de transición después de una emergencia, un límite de déficit estructural más alto con un bajo nivel de deuda, y un componente cíclico que es menos susceptible de revisión. La extrema derecha de AfD se aferra sin embargo al freno de la deuda y renunciar a él tendrá como efecto un aumento de su popularidad, que es lo que más temen los demás partidos, por delante incluso que el miedo a la quiebra.
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