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RUMBO ABIERTO

Pelea de gallos en la Copa

«El divorcio entre Jim Ratcliffe y Ben Ainslie no es una buena noticia para la organización»

Ratcliffe y Ainslie, en un acto en 2021 INEOS BRITANNIA

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¿Qué haríais si un equipo de Copa América os llamara para uniros a sus filas? Entiendo que si estáis leyendo estas líneas es porque sois regatistas o aficionados a la vela, así que vuestra respuesta sería un rotundo sí. Porque los amantes de este deporte estamos encandilados por la Jarra de las Cien Guineas, por su prestigio, por su historia, por los presupuestos y las emociones que mueve, por ser la cumbre del deporte de la vela. ¿Enrolarnos en uno de sus equipos? De cabeza.

Esa es la contestación que me esperaba de Diego Botín. El oro olímpico de la clase 49er en los Juegos de París 2024 y patrón del F50 nacional de SailGP parece un perfil idóneo para ponerse a los mandos de un posible equipo español de Copa. He escrito «posible» a conciencia, aunque algunos pensaréis que debería haber tecleado «casi imposible». De acuerdo. Pues si no es para un sindicato español, presumiendo que podamos torear la regla de las nacionalidades de la Copa, Botín sería un buen fichaje para cualquiera de los desafíos ya en marcha o por venir, de cualquier país. Su talento y sus habilidades serían un buen «botín».

Pero, ¡oh sorpresa! Le formulé la pregunta y respondió que la Copa América no formaba parte ni de sus planes ni de sus anhelos. Puede que simplemente sea una cuestión de cautela, o bien de lealtad hacia SailGP, pero la respuesta me dejó pensativa. ¿Está perdiendo la centenaria competición su aura? ¿Le está ganando la partida SailGP? Sin duda, el circuito de catamaranes voladores está haciendo bien las cosas. Eventos en medio mundo, con un calendario intenso que ofrece estabilidad a los regatistas y buena visibilidad a los patrocinadores, equipos nacionales bien seleccionados, regatas cortas y comprensibles, gradas repletas de aficionados, y un formato ágil que va evolucionando. La agilidad no puede ser nunca patrimonio de la Copa América, que vive postrada a un protocolo escrito originalmente en 1857. Pero es precisamente esta historia la que alza la Copa como la cumbre de nuestro deporte, la competición más prestigiosa, la más deseada y más difícil de lograr.

Reflexionaba sobre ello cuando hace una semana estalló la guerra civil en las filas del sindicato británico, el INEOS Britannia. El divorcio entre Jim Ratcliffe, el magnate británico dueño de INEOS, y Ben Ainslie, el regatista olímpico más laureado de todos los tiempos y CEO y patrón del INEOS Britannia en la 37ª Copa América, no es una buena noticia para la organización. Ambas partes reclaman para sí el título de desafío británico de la 38ª edición y podrían entrar en un litigio jurídico para aclarar quién es el Challenger of Record. Como ganador en Barcelona, el Emirates Team New Zealand debe organizar la próxima cita y pactar con el primer desafiante ciertos detalles, que tienen que anunciarse a la mayor brevedad posible para asegurar continuidad deportiva y comercial. ¿Con quién negociará ahora Grant Dalton, CEO del equipo kiwi? Es cierto que estas disputas forman parte del encanto de la Copa, pero el conflicto podría provocar retrasos en el anuncio de sede y fechas. Esto sería difícil de ver en SailGP... una razón de peso para Botín, seguro.

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