¿Qué pasó con... Lissette Ferri?
Sintió el deseo de correr desde niña y esa necesidad fue el germen, como pupila de Pepe Lorente, de una importante trayectoria que hubiera sido más larga de no ser por una lesión que le impidió dar el salto a los 800. Excelente conversadora, fue reina de los 400 metros y en la actualidad ejerce como entrenadora personal en Sevilla y su provincia
Fue primero esperanza y luego realidad contrastada del atletismo sevillano. De madre guatemalteca y padre valenciano, nació en Madrid y vivió su niñez en Costa Rica, pero lleva casi toda la vida en Sevilla, donde reside. Aquí se hizo atleta. Una maldita lesión acortó su ... carrera. Madre de dos hijos, sigue vinculada al deporte profesionalmente y se siente una privilegiada por hacer lo que le gusta.
¿A qué se dedica ahora?
Al entrenamiento personal. Anteriormente estuve en la gestión deportiva. Mi vida siempre ha estado vinculada al deporte.
¿En qué consiste su trabajo?
Lo tengo enfocado al deporte salud y me dedico a entrenar a clientes, empresas o domicilios. Es un sistema de entrenamientos distinto al convencional. Enfoco todo mi conocimiento como deportista profesional, pero adaptándolo al deporte salud. Utilizo mucho los recursos al aire libre y tengo un perfil de clientes muy variado. La más joven puede tener 35 años y la mayor va a cumplir 98, con la que llevo ya diez años. Trabajo con gente que tiene problemas de salud, que necesita recuperación funcional... Me encanta lo que hago. Con la mayoría de ellos estoy desde el principio.
¿Cuánto tiempo lleva dedicada a ello?
Prácticamente doce años dedicada en cuerpo y alma al entrenamiento personal. Trabajo dos sesiones semanales, con algunos clientes tres, y muchos me acompañan desde el inicio de mi carrera en este campo.
¿Cómo le ha afectado el Covid-19 en su trabajo?
A nivel profesional mis propios clientes me solicitaron las clases on-line y ha sido un descubrimiento. Era un poco reacia, pero me he dado cuenta de que esto ha venido a revolucionarlo absolutamente todo. He seguido trabajando igual o incluso más. Se crea un vínculo especial con los clientes y empiezas a ser también un poco de coach. Me encanta lo que hago, tengo una grandísima suerte.
¿Por qué empezó a correr?
Porque tenía unas ganas de correr siempre que se salían de lo común. Era como una necesidad. Cuando vi Forrest Gump, lo entendía porque esa sensación de correr la he tenido yo. Siempre digo lo mismo, que si volviera a nacer volvería a elegir exactamente la vida que he tenido porque me ha servido para crecer y conocerme como persona. Gracias al deporte soy lo que soy.
Y gracias al deporte pudo conocer a personas como Pepe Lorente, su entrenador.
Es otro padre para mí. Siempre que he logrado algún éxito he dicho lo mismo, que un 50 por ciento era mío y el otro de mi entrenador. Es la persona que mejor me ha sabido llevar. Es el padrino de mi hijo. Tuve ofertas para ir a la Blume y Estados Unidos, pero yo quería estar aquí con Pepe. Hicimos siempre muy buen equipo. Él me decía que me tomara el atletismo como un juego, pero yo de juego, nanai. Los días que no entrenaba me subía por las paredes.
¿Por qué los 400 metros?
Pepe me llevaba diciendo un tiempo que el 200 se me quedaba corto, que el 400 era mejor porque mi prueba reina sería el 800. Así que pasamos al 400. La idea era seguir ganando madurez deportiva para hacer el 800, pero apareció la lesión en el tendón de Aquiles en el 98, antes del Mundial de Sevilla, y ya no tuve ocasión de cambiar.
¿Mantiene el contacto con compañeros de su generación?
María José Aznar es la madrina de mi hijo, siempre corrió los 400 metros, fuimos internacionales juntas y es mi alma gemela. Mi mejro amiga. Mantengo también contacto con Yolanda Reyes, Bruno Toledo o Antonio Páez. Aunque el atletismo sea un deporte individual, se crean lazos muy sólidos.
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