Champions League
Sevilla - Wolfsburgo: Fe y fútbol para seguir creyendo (2-0)
Los goles de Jordán y Rafa Mir le dieron un triunfo vital a un buen Sevilla, que anuló al Wolfsburgo y quiere los octavos
Sevilla - Wolfsburgo: las notas de los jugadores

Creer y la fe, tan subjetivos como vitales para cualquier aspecto de la vida, y no sólo para la religión. Porque, quién logra grandes retos, grandes metas en la vida, sin confiar en sus opciones para alcanzarlas. No, no es una libreta de Mr. Wonderful, ... sino el hecho inequívoco de que no todo se logre únicamente con creer en ello, pero lo que es seguro es que ninguna meta se alcanza sin ponerle un mínimo de fe. Y el Sevilla se la puso anoche desde el pitido inicial. El «nunca se rinde» al servicio de la confianza en las posibilidades de un grupo de futbolistas y un entrenador que han dado sobradas muestras de su buen hacer en LaLiga, pero que se habían sumido en un mar de dudas en Europa tras tres empates y una derrota. Sin embargo, el Sevilla reacciona como un animal acorralado cuando se ve entre la espada y la pared y, en el partido en el que más se jugaba, salió desde el pitido inicial dispuesto a sumar su primera victoria en la Liga de Campeones, y lo logró. Además, minimizó a un buen equipo como el Wolfsburgo hasta el punto de que sólo se le contó una ocasión clara, aquella que, tras tocar Bono, se estrelló en su larguero. Por lo demás, el Sevilla mandó de inicio a fin, certificando con el 2-0 de Rafa Mir en el último minuto del descuento lo que ya había empezado a labrar con el tanto de Jordán a los diez minutos. Resta una final, en Salzburgo, donde tendrá que volver a creer, será el primer paso a su clasificación a octavos.
El once con el que saltó el Sevilla sorprendió por no sacar a un nueve puro, apostando por la presencia de Munir en punta, escoltado por Papu Gómez y Ocampos. Eso no impidió que el conjunto sevillista saliese desde el inicio con la intención de ir a por el partido, a por la victoria. Dejarle claro al Wolfsburgo que iba a sufrir. El primer atisbo fue un remate de Koundé en un saque de esquina que salió centrado a las manos de Pervan. Acechaba el Sevilla, no dejando salir al Wolfsburgo y obligándole a correr tras el balón. Nada pudieron hacer con el mismo cuando un centro medido de Rakitic al área lo cabeceó al fondo de la red Joan Jordán, desatando la euforia en la parroquia local. El mejor refuerzo a la idea planteada. Eso sí, el conjunto germano tuvo un ramalazo de rebeldía con un disparo potente de Nmecha que tocó Bono y acabó se estrellándose en el larguero. No le perdía la cara al encuentro y el once sevillista debía vigilar sus salidas veloces al espacio. Pero el Sevilla no se descentró en ningún momento. Jordán incluso pudo hacer el segundo en un pelotazo largo de Acuña, pero el control se le marchó lo justo para que lo atrapara Pervan. El argentino del Sevilla fue un espectáculo, un jugador inexpugnable, y un tren en marcha cuando se incorporaba. Sin embargo, no hubo más noticias en las áreas hasta el descanso. No parecía sufrir el once de Lopetegui, pero con 1-0 tampoco convenía bajar el ritmo.

Hablábamos de Acuña, que no bajó el pistón tras su paso por vestuarios y un centro suyo no acabó en remate franco para Koundé por la intermediación salvadora de la cabeza de Guilavogui. Ahogaba la presión sevillista al Wolfsburgo, obligándole a cometer errores, como el que propició que Lacroix le regalase un balón al Papu Gómez que el argentino no supo dirigir a una zona más escorada del marco germano. Un remate acrobático de Koundé en un balón sin aparente peligro obligó a lucirse a Pervan. Ansiaban todos el segundo gol que transformase la fe en convicción. Pudo lograrlo Montiel tras una jugada colectiva , pero su remate lo desvió el portero.
Prueba de lo satisfecho que estaba Lopetegui con lo que veía fue que no movió su banquillo hasta el minuto 80. Y lo hizo para reforzar aún más su centro del campo y que no decayese la presión. Entraron Rafa Mir, Óliver Torres y Delaney. No quería sorpresas de última hora el Sevilla. Y no ocurrieron, porque el partido se murió paulatinamente hasta que Ocampos, partidazo el suyo anoche, ganase una cabalgada para ponerle un balón franco a Rafa Mir, que anotó el segundo. Fiesta en Nervión. Ahora, al Bernabéu.
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