Fútbol / Liga de naciones
Traductores al frente de la seguridad en Nueva Condomina
Máxima alerta en Murcia para recibir este miércoles a los ultras del Ucrania-Bélgica. El contenido de las pancartas, la principal preocupación
España lo pasa mal ante Países Bajos

Hubo estado de alerta este jueves en Nueva Condomina. Nerviosismo en la prevención para tratar de que todo fuera una fiesta, la intención de los ucranianos y del fútbol en el cruce de la Liga de Naciones, ida del tercer escalón, que enfrentó a la ... Bélgica de Courtois, De Bruyne y Lukaku. Y es que, pese a que en los últimos meses han regresado a su país dos millares de ellos de la zona, siguen siendo más de 5.000 los expatriados de Ucrania que viven actualmente en la Región de Murcia y alrededores. De ahí la decisión de su Federación, con el beneplácito de la UEFA, de disputar en la capital del sureste mediterráneo este partido.
Y se superó de forma holgada ocho millares, pese a que las expectativas federativas del cuadro amarillo esperaban superar los diez mil de aforo. Lo que realmente preocupaba, principalmente, era la presencia de medio centenar de ultras que se iban a desplazar directamente desde la ex república soviética al choque. El resto, más de ocho mil aficionados -entre ellos más de 1.000 belgas- no suponían una pizca de la tensión que reflejaban en la organización esos radicales famosos por sus desplazamientos siguiendo a los suyos -la del Dynamo de Kiev es considerada una de las más beligerantes del continente-.
Con las alarmas activadas, todas las señales de peligro en el entorno del recinto buscaron minimizarse desde una semana atrás para un estadio no habituado a este estado de stress tras ser hogar habitual de un equipo de Primera RFEF, el Real Murcia, que suele citar una media por encima de los quince mil, pero sin apenas conflictos. «Llevamos con reuniones varios días, intentando tener todo muy controlado, desde los exteriores, donde habrá muchos efectivos policiales, al interior» aseguran desde la seguridad del partido.
Contextualizando el acontecimiento, la situación bélica en la república del país del este europeo obligó al equipo que entrena Serguei Rebrov, mítica pareja de baile de Sevchenko, a establecer una hoja de ruta para sus choques como locales con alternativas fuera de sus fronteras, y, con ellas, medidas de seguridad ante la violencia con la que de forma habitual se desenvuelven sus más fieles, algunos de ellos dejando las armas en el frente momentáneamente ante episodios como este.
Las estimaciones federativas iniciales asociaban una cifra de quinientos fanáticos al choque, pero al final la cifra se redujo a la mitad. «Han venido menos de los esperados, aunque a principios de semana se esperaban más. Sabemos que son peligrosos y jugamos con esa advertencia» inciden los encargados de la seguridad del estadio sabiendo que, el desplazamiento de esos acólitos suele accionar todos los resortes de riesgo en los lugares que visitan. «Estamos avisados y sabemos a lo que nos podríamos enfrentar, pero, lo más importante y sobre lo que más estamos pendientes es el tema de las pancartas» aseguran. El control de estas fue, en los accesos al estadio, la principal ocupación de la seguridad del estadio cuando accedieron por la puerta cuatro al quesito número 5, donde se les acotó para su control. «Están prohibidas, de acuerdo con la UEFA, todas las que tengan relación con Rusia y Bielorrusia» nos dicen, aunque el mensaje prima ante la exposición del choque a nivel internacional «lo va a ver mucha gente más allá de los más de ocho mil que hay en el estadio, por eso no se nos puede pasar un mensaje que induzca al odio o referido al conflicto que están viviendo»
Alfabeto cirílico
El problema, para la seguridad encargada de ese control -todos españoles, junto a la ayuda de miembros de FFSS y de la Policía Local de la ciudad-, ha sido conocer lo que se dice en un alfabeto cirílico. «Tenemos traductores en el centro de control a los que se les envía instantáneamente las fotografías de las pancartas. Si no son adecuadas, se requisan, y, en algunos casos, se puede impedir acceder al estadio a sus portadores», aseguran desde la organización de un partido cuyas entradas oscilaron entre los 50 y los 100 euros. «Todo está delimitado; desde los pasillos, ascensores, un parking exterior solamente para ellos… no queremos problemas porque para muchos de ellos que residen en la zona es una fiesta en la situación de conflicto en la que viven».
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