El baúl de los deportes
Javier Clemente, el culo más famoso del fútbol
El 10 de octubre de 1993, el seleccionador español se bajo los pantalones para los periodistas durante el entrenamiento previo al decisivo partido ante Irlanda para meterse en el Mundial
España 82, el Mundial que contagió alagría: Naranjito, el Pirulí, Pertini...
Maradona, un genio fugaz en el Sevilla: «¿Quieres que le dé un beso en la boca al presidente?»
Barcelona - Borussia Dortmund: horario, canal de televisión y dónde ver online el partido de la Champions League hoy

Antes, cuando no existían Internet ni las redes sociales, las polémicas se dirimían cara a cara. O de espaldas, como en el caso que nos ocupa. Así, el 10 de octubre de 1993 Javier Clemente (Baracaldo, Vizcaya, 12 de marzo de 1950), entonces entrenador ... de la selección española de fútbol, decidió burlarse de los periodistas bajándose los pantalones del chándal para mostrar parcialmente su culo. Las posaderas del técnico vasco estaban cubiertas por el pertinente calzoncillo, pero aún así el escándalo fue mayúsculo. Por el gesto en sí mismo y por las especiales circunstancias en las que se produjo.
Tres días después, España jugaba en Dublín un partido decisivo en la fase de clasificación para el Mundial de Estados Unidos 1994. El combinado nacional había viajado a Oviedo para adaptarse en lo posible a un clima parecido al que les esperaba en Irlanda. Aquel domingo (10 de octubre), Clemente decidió que el entrenamiento se celebraría a puerta cerrada, algo inusual entonces.
El escenario, el antiguo y desaparecido estadio Carlos Tartiere, estaba rodeado por edificios de viviendas desde cuyos pisos más altos se veía perfectamente todo el terreno de juego. Algunos vecinos invitaron a los periodistas y fotógrafos que seguían a la selección a presenciar la sesión desde sus casas, y eso le sentó muy mal a Clemente.
Así relató 'El Mundo Deportivo' el «show» del seleccionador español: «Javier Clemente protagonizó ayer todo un espectáculo durante el entrenamiento de la selección española. La sesión preparatoria, programada sin la presencia de público ni periodistas para evitar miradas indiscretas, mostró el costado histriónico del técnico vasco, que se molestó al advertir que una veintena de informadores de periódicos, emisoras de radio y televisión seguían, con todo de talle y sin ningún problema, su trabajo desde los edificios que rodean el estadio Carlos Tartiere».
Saludos «como los toreros»
«Nada más entrar en el terreno de juego, bajo la lluvia (el último día Oviedo obsequió al seleccionador con lo que buscaba al venir aquí), Clemente observó lo alto de los edificios. En los balcones, por gentileza de varios vecinos del Tartiere, los periodistas esperaban para ver cómodamente la sesión de entrenamiento a puerta cerrada. «No entiendo muy bien —comentaría más tarde el seleccionador—, porque les había pedido que no fueran, pero creo que es porque tienen ganas de cachondeo». Tras dedicar saludos «como los toreros» (según sus propias palabras) y dividir a los internacionales dándoles unos petos rojos («coged ocho, el que os dé la gana», les dijo a los jugadores, para volverse luego a los periodistas: «¡Eh, listos! Estos ocho son los titulares»), Clemente continuó su particular 'show' bajándose por dos veces el pantalón del chándal, de espaldas a los informadores», prosigue la crónica.
Y añade: «Los jugadores, alentados por la actitud del seleccionador, tampoco se abstuvieron de gastar alguna 'broma' a los periodistas durante el entrenamiento, indicándoles que «al menos podéis pagar una cerveza» a los ocupantes de los pisos que sirvieron de atalaya. Por lo demás, la tan sonada sesión preparatoria a puerta cerrada no aportó ninguna novedad respecto de las anteriores».
El desvergonzado ademán del técnico vizcaíno marcó las horas previas al decisivo encuentro ante Irlanda. «La selección española ya está en Dublín. Sin novedad en el frente, aunque de nuevo las vísperas de un partido decisivo han quedado marcadas por escándalos ajenos al encuentro. En Albania (1-5) fue la presunta compra del equipo rival, y ahora el 'destape' irrespetuoso del seleccionador, Javier Clemente, lo único que se vio en un entrenamiento a puerta cerrada realizado, en teoría, para no 'enseñar' nada… al rival», escribió Enrique Ortego, enviado especial de ABC.
«La 'gracia' del seleccionador ha dejado una vez más en segundo plano un encuentro crucial para el futuro de nuestro equipo nacional. Antes de partir de Oviedo, durante el viaje y a la llegada a Dublín, no se hablaba de otra cosa más que de las dichosas fotos de Clemente enseñando parte de sus paños menores. El seleccionador insiste en que fue una broma sin mayor intención y ha encontrado un valedor en el presidente de la Federación Española, Ángel Villar, quien habló por boca del propio Clemente para afirmar que «me ha dicho que no se trataba más que de una broma, y yo lo he considerado como tal. Hizo una broma a personas que conviven habitualmente con él en este tipo de concentraciones y, si cualquiera de esas personas se ha sentido ofendida, yo le pido disculpas». Sea como fuere, el horno no está para bollos, ni para bromas. Y lo único cierto es que no le gustó al seleccionador, ni a algún jugador, que los representantes de los medios de comunicación desplazados a Oviedo nos las ingeniáramos para ver el entrenamiento a puerta a cerrada».
Desprecio a la prensa
Ese mismo día y en esa misma página, ABC publicó una breve opinión editorial al respecto en la cual, bajo el título «El lado malo de Clemente», se lee: «Javier Clemente parece empeñado en defender el criterio según el cual los caprichos de su peculiar personalidad son más respetables que los deberes de dignidad que lleva implícitos el puesto de seleccionador nacional. En Oviedo ha vuelto a confundir la grosería con el sentido del humor. Ha trascendido una imagen suya en la que se baja los pantalones del chándal, de espaldas a los fotógrafos que seguían desde algunas ventanas el entrenamiento que el seleccionador había organizado a puerta cerrada. Ni siquiera en el caso de que se tratara de una broma puede Javier Clemente permitirse gestos de este tipo: el público -como los propios informadores- espera de aquél y de sus jugadores un trabajo bien hecho -aunque oculto-, en vez de ocurrencias que tienen todo el aspecto de ser un desprecio a la Prensa y, por tanto, a los aficionados».
El diario 'El País' coincidía en el análisis y el diagnóstico: «Javier Clemente ha puesto de forma quizá inconsciente más sal y pimienta a un partido dramático para España. El seleccionador llegó a Dublín hecho un manojo de nervios. Si ya estaba tenso por la responsabilidad que tiene de clasificar al equipo para el Campeonato del Mundo de Estados Unidos 94, su adrenalina subió al comprobar la trascendencia que ha tenido su destape de posaderas ante las cámaras de los fotógrafos durante el último entrenamiento de Oviedo, el pasado domingo. Sus ya conocidas malas relaciones con gran parte de los medios de comunicación se han acrecentado. Los jugadores han cerrado filas en torno a su entrenador y, además, se han aislado de la polémica. Todos, sin distinción, aseguran que España no perderá frente a Irlanda».
«Al menos podéis pagar una cerveza a los dueños de los pisos», gritaban desde el césped algunos jugadores de la selección a los periodistas
Javier Clemente
Tras la victoria en Irlanda 1-3
«La actitud de Javier Clemente no ha sentado bien a los responsables federativos, pero, oficialmente, el hecho de que el seleccionador mostrara su «retaguardia secreta» ha sido calificado de sólo una broma«. Al menos, ésa es la opinión de Ángel María Villar, el presidente del fútbol español, a quien no le pasa por la cabeza que España se quede fuera de la fase final del Campeonato del Mundo. Clemente se quejó de una supuesta falta de ética de los medios de comunicación al no respetar su entrenamiento a puerta cerrada y romper sus planes de preparación. Malhumorado y sin ganas de mantener algún tipo de diálogo, se negó a comentar cualquier aspecto relacionado con la posible alineación del equipo».
El entrenador vasco llevaba poco más de un año en el cargo y el entorno de la selección era un polvorín. Se juntaron el carácter difícil de Clemente y las críticas, algunas de ellas muy duras, por el juego y los resultados en la fase de clasificación para el Mundial de 1994. Después de Alemania 1974, donde no acudió, España había estado presente en todos los campeonatos del mundo y nadie quería ni asumía una nueva ausencia en la gran cita balompédica cuatrianual.
La Selección estaba encuadrada en el Grupo 3 europeo junto con otros seis países. Antes del enfrentamiento de Dublín, ocupaba la tercera posición con 15 puntos, dos menos que Irlanda y uno menos que Dinamarca, precisamente los dos últimos y únicos partidos que le quedaban por disputar.Irlanda del Norte, Lituania, Letonia y Albania completaban el cuadro de rivales. Como quiera que solo el primero y el segundo obtenían billete para Estados Unidos, era obligatorio ganar ambos encuentros o, como mínimo ganar uno y empatar otro, en este segundo supuesto sin plena seguridad de que fuese suficiente. De ahí el nerviosismo reinante.
Antes del 'destape' en Oviedo, o precisamente como razón principal del mismo, el técnico de Baracaldo había recibido un aluvión de críticas tras dar a conocer la lista de convocados. Clemente, hábil como pocos a la hora de convertir a los futbolistas en fieles soldados de su causa, tiró de la guardia pretoriana preferida: hombres altos y fuertes, especialmente dotados para luchar y defender.
«Hay que jugar con cabeza, con técnica, pero a la hora de chocar... chocar», argumentó en una entrevista con ABC. Y profundizó: «Sé perfectamente con qué tipo de jugadores hay que afrontar este partido… Si algo conozco bien es el estilo de los equipos ingleses y éstos, aunque jueguen con Irlanda, están todos en la Liga inglesa. Para ganar hay que llevar un equipo de sus características, ganarles con sus armas... Si no nos arrugamos, si entramos tan fuerte como ellos, si metemos el pie, si estamos a la par en todas esas cualidades es cuando podremos imponer la nuestra. Pero de qué nos vale el toque, la técnica, si cuando vamos a meter el pie lo quitamos».
Le salió perfecto. A la hora de comer (el encuentro comenzó a las 14:45h), en directo por la primera cadena de TVE, los aficionados españoles degustaron un plácido almuerzo de fútbol y goles. Jugaron Zubizarreta; Voro, Nadal, Giner; Ferrer, Hierro, Camarasa; Goicoechea, Caminero (Bakero, m.31), Luis Enrique; y Julio Salinas (Guardiola, m.67). A los 25 minutos España ya ganaba 0-3 –Caminero y Salinas (2)-, así que poco después el aguerrido Bakero sustituyó a Caminero, el jugador español más estiloso sobre la hierba del estadio Landsdowne Road. Puro clementismo con incontestable victoria final por 1-3.
Quedaba rematar la faena de la clasificación. Y la rubricaron un mes más tarde, 17 de noviembre en el estadio Sánchez Pizjuán de Sevilla ante Dinamarca. Los daneses, campeones de Europa, lideraban el grupo con 18 puntos, seguidos de España e Irlanda, ambos con 17 (las victorias todavía sumaban dos puntos, no tres), pero con mejor coeficiente goleador español. Los chicos de Javi tenían que vencer u obtener similar resultado que el de Irlanda en Belfast (Irlanda del Norte).
La selección española ganó 1-0 (gol de Hierro). Y ganó al estilo Clemente: «Con diez, por expulsión de Zubizarreta. Con nueve, por lesión de Goicoechea. Con casta, mucha casta. Corazón, mucho corazón. Y redaños, muchos redaños. No podía ser de otra forma».
Por supuesto, el seleccionador español sacó pecho. Y pasó facturas a los periodistas: «El equipo estaba cabreado por el desprecio y el menosprecio que se les había hecho». Y las sigue pasando 30 años después. En la serie documental 'La España de Clemente', estrenada recientemente en 'Movistar', afirma sonriente: «Para mí fue una gozada decir: 'a los que llaman troncos en España son muy buenos'».
Aquel viaje a Irlanda para enfrentarse a Eire. #LaEspañaDeClemente.
— Informe Plus+ por Movistar Plus+ (@InformePlus) September 3, 2023
Estreno del primer capítulo, el miércoles 6 a las 21:00 en Movistar Plus+ (dial 7). pic.twitter.com/hazFs8sAI2
En el mismo capítulo, minutos antes, también recuerda, literalmente, que el partido de Irlanda «lo tenía en el culo metido». Y así se lo hizo ver a los periodistas en Oviedo.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete