Fútbol
La obra maestra de Zidane: dos décadas de la volea que valió la novena Champions
Rivales, aficionados, el árbitro de la final y periodistas recuerdan para ABC un gol grabado en la historia del fútbol
La volea de Zidane, paso a paso

Mayo de 2002. En concreto, 21 horas y 44 minutos del miércoles 15. Hampden Park , Glasgow. Un melón con forma de balón cae desde el cielo plomizo de Escocia. Su destino es un artista. Y el resultado es una genialidad . Aquella noche ... primaveral de principios de siglo en tierras británicas, el mundo dejó de girar durante un par de segundos y se detuvo para contemplar el «gol más bonito de la historia de la Champions», según la UEFA y France Football . Su autor, un genio del arte en movimiento, un volatinero del balón y un bailarín con tacos. El Gene Kelly del fútbol: Zinedine Zidan e. «A veces ves caer el balón y te dices: voy a controlarlo y luego ya veremos. Ahí no, ahí ni siquiera me lo pregunté. Golpeé directamente. Si hubiera controlado se habría convertido es un gesto banal y algunas veces en el fútbol está bien inventar. Y eso hice, inventé. Para mí, la volea es una de las acciones más maravillosas. No hay gesto técnico más hermoso y más difícil», explicó el propio Zizou meses después de aquel mayestático tanto que hoy cumple veinte años, y que le dio al Real Madrid su novena Copa de Europa al vencer 2-1 al Bayer Leverkusen.
«Yo estaba detrás de Zidane, en el centro del campo. Vi a Roberto Carlos corriendo, quitarse la pelota de encima con un centro muy alto y, entonces, me percaté cómo Zidane moldeaba su cuerpo para llevar a cabo ese disparo. En ese preciso momento me di cuenta que iba a meter un golazo. La forma en la que golpeó la pelota y la posición de su cuerpo era perfecta. Nadie podría haberlo detenido. Fue una ejecución magistral, una obra maestra», recuerda Berbatov , el brillante delantero búlgaro que entonces lideraba el ataque del Bayer. «Yo estoy ubicado paralelo a él, en la zona izquierda de nuestro área. El centro es llovido, no es bueno. Roberto Carlos golpea la pelota como puede y yo me acerco a mi marca, que era Morientes, para ver cómo seguiría la jugada. Nunca se me pasó por la cabeza que hiciera eso. Sacó magia de la galera», rememora Placente, lateral izquierdo del equipo germano en Glasgow. (Así contó ABC aquellla final) .
«Yo estaba cinco metros detrás de Zidane, muy cerca de él. Recuerdo cómo Roberto Carlos lanzó la bola muy muy arriba y, de repente, pasó lo que pasó. Después del gol estuve pensando que me hubiera encantado estar en su lugar y tener la capacidad, el talento y la técnica de Zidane para hacer un gol así. Yo también hubiera deseado ponerla en la escuadra con ese disparo», detalla Urs Meier, el árbitro de aquella final.
El pitido más largo
El suizo desvela cómo reaccionó al impacto de ver in situ aquella barbaridad. «Ese gol es el gol, no un gol más. En esa época, cuando se producía un tanto los árbitros hacían sonar el silbato, algo que ya está prohibido. Recuerdo que ese fue el pitido más largo de toda mi carrera. Fue como una explosión. No porque yo fuera un aficionado del Real Madrid . Es que en una final marcar un gol así... No podía hacer ningún tipo de gesto que expresara emoción. Era neutral, por lo que el único modo de decir ‘qué pasada de gol’ fue hacer sonar el silbato durante cinco-seis segundos, como mínimo, cuando lo normal era uno o dos».

Zidane era el jugador favorito de Urs, un sentimiento recíproco. En 1998, un duelo entre Francia y España (1-0) sirvió para inaugurar Saint-Denis. Tras el partido, Zidane fue al vestuario del árbitro, el propio Meier, y le regaló la camiseta. «Es la única que guardo en mi casa de un futbolista porque fue un regalo de corazón. En septiembre del año 2000 le expulsé en un partido de Champions de la Juventus contra el Deportivo y ni rechistó. Fue siempre un caballero. Dos años después hizo esa volea y cada 15 de mayo mis asistentes me lo recuerdan enviándome fotos y vídeos del gol. Incluso hubo alemanes en la grada que aplaudieron el tanto».
«Lo recuerdo como si fuera hoy ese día. Estaba con el cura de mi pueblo, San Pedro de las Dueñas (León), que vino conmigo a la final. Roberto Carlos presume ahora de su centro, pero fue muy malo... El balón venía con nieve y no pensamos ni mucho menos que sería gol. Yo recuerdo quedarme atónito, con las manos en la cabeza y boquiabierto. El cura siempre me cuenta que no reaccionaba y eso que no dejaba de chillarme ‘¡Ha sido gol, ha sido gol!’ Cuando ya lo hice nos dimos un largo abrazo», explica Gerardo Tocino , presidente de la ilustre peña La Gran Familia .

En el Hampden Park estaba también el número uno del periodismo deportivo de este país, Manolo Lama . «Te quiero Zidane, te quiero Zidane. Viva la madre que te parió», gritaba el egabrense mientras cantaba el gol. «Fue impresionante verlo en directo. La altura a la que pone el pie izquierdo es increíble. Es muy difícil empalar esa pelota cayendo de donde caía. Y, además, tenía potencia y colocación. El gol en el campo era impactante, pero cuando luego lo ves por televisión admiras más la plasticidad de la volea». A su lado, estaba otro número uno, P aco González . «Es el mejor gol de la historia porque a mí me gustan más los disparos imposibles que las jugadas en la que regateas a cinco mil rivales. Recuerdo que esa era la primera temporada de Zidane en el Madrid y durante todo el año hubo un intenso debate sobre si había cuajado en el equipo y sobre si fue una buena inversión pagar 13.000 millones de pesetas. Así que cuando cantaba Lama el gol yo grité «sí, sí, sí, valía trece mil».
«Eficacia más elegancia»
Ese sentimiento también lo tenía dentro de sí Zidane , cuya rabia al celebrar el tanto, algo poco habitual en él, y su «toma ya» hasta en tres ocasiones evidenciaban que se estaba sacando un peso de encima. Además, su manejo de piernas era inusual. No solo porque fuera un futbolista diestro con suma habilidad para golpear igual de bien la pelota con la izquierda, sino porque con esa pierna ‘mala’ le otorgaba más potencia a su disparo que con la derecha. Además, su rodilla zurda era más ágil que la diestra. De ahí que técnica y estéticamente rozara la perfección con aquella volea. «Zidane combina la eficacia y la elegancia en ese gol, y eso es lo más difícil. Su gol nos mató, pero es que era un futbolista distinto y hay genialidades del destino contra las que no se puede luchar», dice Placente. «Aunque sea doloroso, es tan espectacular que en estos veinte años no he dejado de ver el gol. El primer tanto que marcaron —se refiere al 0-1 de Raúl– fue el más feo de la historia de la Champions, pero el segundo fue el más bello, sin discusión», sentencia Berbatov.
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