Los sudores fríos de Verstappen después de que Red Bull se haya confundido de alerón

El neerlandés ganará su cuarta corona si el domingo cruza la meta el primero o lo hace por delante de Norris. También puede ser tercero (y hacer la vuelta rápida de la carrera) si el inglés no gana. Y, finalmente, le valdría que Lando acabase noveno (sin marcar vuelta rápida) o décimo.

Sin embargo, lo que parecía sencillo se tornó oscuro en la fría noche del desierto de Nevada. Bajo las brillantes luces de las calles multicolor de «la ciudad del pecado» (otro de los apelativos), el Red Bull del líder de la clasificación sufrió.

No hay que fiarse nunca de la capacidad de reacción de la escudería austriaca ni, mucho menos, del excepcional pilotaje del holandés en cualquier circunstancia, pero Helmut Marko, lenguaraz asesor principal de Red Bull, confesó en la revista especializada 'Auto Motor und Sport' que su bólido pierde hasta seis décimas de segundo en Las Vegas Boulevard, recta principal del circuito.

La razón de ese desfase sería un error en la elección de una de las piezas aerodinámicas fundamentales en los coches de F1. «No tenemos otro alerón trasero más pequeño, que es el que llevan nuestros competidores. Sin duda, sería más útil», argumentó Marko.

En un gran premio que discurre entre casinos bien podría ser un farol, pero la diferencia de tiempos entre los más rápidos —Ferrari, McLaren y Mercedes— y Red Bull parece excesiva.

Ese buen ritmo de los autos rojos de la 'Scuderia' puede brindarle a Carlos Sainz una nueva oportunidad de cerrar su etapa en la escudería italiana con otro podio... o incluso una victoria. No se lo pondrá fácil su compañero Leclerc, especialmente motivado en las últimas carreras consciente de que en apenas dos meses aterrizará en el garaje de al lado Lewis Hamilton.

El británico, aún piloto de Mercedes, también tiene en la cabeza lo que viene y desea cerrar el año a lo grande. En Las Vegas se le ha visto muy agresivo y muy rápido desde las primeras vueltas.

No puede decir lo mismo Fernando Alonso. El Aston Martin no va y, lo que es más preocupante, se está volviendo indomable. Insufrible. Las modificaciones y cambios que realizan siguen sin funcionar. Lo que se cuece en el garaje verde se resume en una frase del asturiano: «Hay trabajo que hacer».