Vuelta a España
Urán impone su sonrisa en el Monasterio de Tentudía
Sin Roglic, empate entre los favoritos en el puerto de segunda y dominio de Evenepoel

Al Alto de Tentudía se sube hasta el Monasterio por una calzada de variado ganado cromático. Dehesas de cerdos de pata negra, caballos percherones en tono ocre, cabrillas negras y burros multicolores salpican el viaje hasta la iglesia mudéjar que sirve como centro de operaciones y sala de prensa de la Vuelta. Lugar de recogimiento donde hay jarana. Una etapa con chispa en la que se echa de menos a Primoz Roglic, un artillero en este tipo de subidas de potencia y segunda categoría. Por la estrecha vereda se enzarzan ciclistas de nivel que quieren ganar la etapa y el premio corresponde al veterano experto que guarda fuerza y calcula su distancia para arrancar, Rigoberto Urán.
El colombiano hace morder el polvo a Jesús Herrada, el que más marcó y confió en su velocidad final. Sin Roglic, la pelea queda en manos de Enric Mas, quien lanza un par de derrotes a los que responde sereno Remco Evenepoel. No hay daño para el líder, que vive mucho más feliz sin la amenaza del esloveno.
Rigoberto Urán gana en el Monasterio de la serenidad extremeña y proporciona un río de alegría al personal. «La vida, como el ciclismo, es intentar, buscar, pelear, siempre luchar. La foto es importante, hay que salir bien porque queda para toda la vida», cuenta el vencedor, un tipo feliz que no se angustia con la ansiedad del deporte profesional.
Urán ha entrado en el club de las celebridades del ciclismo. Victorias en todas las grandes, Tour de Francia, Vuelta a España y Giro de Italia. «Pero el más importante es hoy porque lo acabo de conseguir. Futuro no hay, del pasado no me acuerdo, el presente es lo único que importa», dice.
La etapa se resuelve en una fuga en la que vuelan los hachazos hacia el Monasterio de Tentudía. Jesús Herrada parece el más fuerte, sale a todas, ciclista en forma, Marc Soler llega desde atrás, siempre aparece en remontada, sueñan los dos españoles con repetir triunfo, pero en la meta impone su sabiduría Urán, quien hace caso a su mujer. «Ella me dice siempre que no levante los brazos por si alguien me rebasa -ríe-. He aprendido a disfrutar de este deporte, me gusta vivir con una sonrisa, porque ya hay mucha tristeza y falsedad en el mundo».
Seis minutos por detrás, el Movistar asume el papel que le toca. Sin Roglic, el equipo español está obligado a mover la carrera, a hacer la opción de Enric Mas. El mallorquín prueba a Evenepoel, lanza ráfagas y encuentra la réplica rápida del líder belga. No hay opción porque el maillot rojo domina la subida, un puerto de segunda que se adapta a su formato de potencia más que de escalador.
Evenepoel no admite la acometida de Enric Mas y cierra la ventana imponiendo un ritmo de crucero ante el que no hay más ataques posibles. Tampoco Juan Ayuso, ahora tercero en la general con la retirada del esloveno. El español ha sufrido una caída antes de formarse la fuga que le dejó con cierta mirada mustia. «Espero que no sea nada, porque ya se ha visto a Roglic. Seguro que se queda en una anécdota», señala el ciclista de 19 años, la revelación de la Vuelta a España.
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