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Ciclismo

Nairo Quintana se recompone y quiere seguir en el ciclismo

El colombiano pide que le crean tras el episodio del tramadol y continúa buscando equipo

El refugio español de Evenepoel: casa en Calpe, sol y el hotel de la hipoxia

Nairo Quintana
José Carlos Carabias

José Carlos Carabias

San Juan (Argentina)

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Sin el argumento de la edad o la decadencia física, sin que los resultados lo empujen, con la sombra de la retirada acuciándole por no encontrar equipo, Nairo Quintana anuncia que quiere seguir en el ciclismo. Sus motivos para marcharse eran mustios, no encuentra equipo, nadie le quiere en la élite después de un análisis adverso en el Tour con una sustancia de uso común no prohibida por la Agencia Mundial Antidopaje, pero sí vetada por la UCI en las carreras ciclistas, el tramadol. El colombiano recurrió su 'positivo' en el Tribunal de Arbitraje del Deporte (TAS), que lo rechazó. Con licencia para correr, sin estar sancionado, su fichaje ha sido desestimado por muchos conjuntos (Bahréin, AG2R, Movistar, Cofidis, Astana, Israel…) y él no ha tomado la ruta de 'Supermán' López en el Medellín colombiano. «Estoy preparado para ser contratado por un equipo de la máxima categoría y por eso me sigo entrenando. Sigo hablando con alguno de ellos y espero que ese sea mi futuro», dijo en rueda de prensa desde Bogotá.

El tramadol amenaza su carrera en el ciclismo. Como siempre, el dopaje lo estropea todo. Ha estado a un paso de marcharse el ciclista que hizo soñar a un país fervoroso de este deporte, Colombia, que imaginó un día a un escarabajo versión 2.0 como primer colombiano en ganar el Tour de Francia. Donde no llegaron Lucho Herrera o Fabio Parra, parecía destinado Nairo Quintana.

Nunca se cumplió el vaticinio, lo hizo Egan Bernal en 2019, ni tampoco el 'sueño amarillo' que popularizó el servicio de marketing del Movistar para definir la ilusión de ver a Nairo derrotando a Chris Froome y a la poderosa maquinaria del Sky que había colonizado el ciclismo hacia un deporte anglófilo desde la aparición de Lance Armstrong.

«Un verdadero ciclista no se rinde ante la adversidad, sin importar si eres líder, gregario o de una humilde escuadra, somos luchadores y yo he aprendido a sobreponerme a la pobreza, la discriminación o la injusticia», explicó el colombiano.

Movistar soñaba en amarillo como había soñado Echávarri con su grupo de embajadores en el Tour 1983, Arroyo y Delgado, o creció el equipo hacia la cima con Miguel Induráin durante cinco desfiles militares en Francia. Nairo era el elegido del Movistar.

Pero al colombiano, tipo de carácter y silencios, se le atragantó la misión. En 2013 tenía otras ambiciones y acabó segundo. En 2015 y 2016 se topó con la barrera del Sky y Froome. En 2017

llegó al Tour cansado del Giro. Y en 2018 y 2019 el equipo telefónico se enredó en una lucha de egos con tres líderes malhumorados entre sí. Ganó el Giro de 2014 y la Vuelta de 2016, además de otros trofeos (Tirreno, País Vasco, Romandía, Volta…).

«Hoy estoy en buena forma para seguir, después de los acontecimientos de los últimos meses, con un ambiente enrarecido y una inexplicable muralla que se ha levantado, pero mi deseo es seguir compitiendo. No me rindo y sigo adelante. Siempre me he levantado. La lucha y el sacrificio es lo que conozco», comentó Quintana.

Presa del estrés y las obligaciones, se marchó a Francia, al Arkea, un equipo más pequeño construido en torno a él. Durante meses volvió a ser aquel prometedor proyecto de ciclista hijo de campesinos en Cómbita que subía un puerto dos veces en la región de Boyacá para acudir cada día a la escuela. Hijo de la necesidad, el padre de Nairo vivía de los frutos del campo que vendía por los pueblos o en un pequeño puesto. Un accidente lo dejó en silla de ruedas para siempre y Nairo, como sus cuatro hermanos, se dedicó a la recogida de la fruta y la venta ambulante.

« Hasta que mi cuerpo resista, soy un corredor honesto, siempre lo he sido, con más de 250 controles no he tenido problemas, he respetado las reglas, honrando el juego limpio. Tengo un compromiso con el deporte limpio. Quiero volver a competir, ponerme un dorsal, dar lo mejor de mí hasta la meta. Lo necesito. La competición está en mí», detalló Nairo.

Nairo creció como ciclista a la antigua usanza. Paso lento, año a año, sin presión, aprendiendo en cada carrera. Filosofía de la factoría Unzué. En su último periodo vestido de azul fue un ciclista desalentado, a la defensiva, pidiendo aire con el codo… En el Arkea había recuperado aliento, sexto en el Tour detrás de la camada de los cachorros imposibles, Vingegaard, Pogacar, Van Aert… Y así quiere seguir.

«Agradezco a las empresas que permanecen a mi lado, firmes, porque conocen mi actuación digna como persona y deportista», recordó.

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