Lluís Pasqual: «Los argentinos no hablan español, hablan italiano con palabras españolas»
El director catalán presenta en los Teatros del Canal el montaje de 'La gran ilusión', de Eduardo de Filippo, que creó el pasado año para el Teatro San Martín de Buenos Aires
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Lluís Pasqual recibió una invitación del Teatro San Martín de Buenos Aires (una de las grandes instituciones culturales de Argentina) para que montara allí una tragedia, una obra de García Lorca. «Pensé que el país ya tenía suficiente tragedia y propuse montar ... una comedia; que tuviera profundidad, pero una comedia». El resultado es 'La gran ilusión', una adaptación de 'La gran magia', de Eduardo de Filippo, la gran figura del teatro italiano de la segunda mitad del siglo XX. La producción, estrenada en Buenos Aires en agosto del pasado año, llega ahora a los Teatros del Canal, donde estará en cartel del 15 al 23 de febrero. El reparto lo integran Marcelo Subiotto, Patricia Echegoyen, Pablo Mariuzzi, Alejandra Radano, Nacho Gadano, Elvira Onetto, Yanina Gruden, Paco Gorriz, Pablo Razuk, Santiago Sirur e Ignacio Sureda. En su versión, Pasqual ha incluido un prólogo, una escena de otra obra de De Filippo, 'Señor y gentilhombre' (1928).
Éste es el tercer montaje que hace Lluís Pasqual de la obra de Eduardo de Filippo. La primera, en Barcelona, y la segunda, en Nápoles -tierra natal del dramaturgo-, por petición de la familia del autor. «Yo conocí a Eduardo», presume el director catalán, que justifica la familiaridad; «en Nápoles hay dos dioses: Maradona y Eduardo de Filippo. Pero la gente le llama Eduardo porque es una figura popular, que contaba las cosas que a ellos les ocurrían, y eso es difícil de encontrar. Lo traté muy poco -retoma su relato-, pero lo conocí, y lo hice poco después de trabajar con José María Rodero en 'Luces de bohemia'. Rodero era un actor que, si un día le reían mucho una gracia, al día siguiente frenaba. Porque decía que no quería que el público pensara que José María Rodero se vendía barato. Pues lo mismo le ocurría a Eduardo de Filippo: no alimentaba esa comicidad napolitana superficial, al contrario. Les decía: vamos a hablar de cosas serias. Se puede hacer sonriendo, pero serán cosas serias. Y en ese aspecto, cuando conocí a Eduardo, dije: 'es como José María Rodero'. Los dos tenían el orgullo de no venderse a la platea, de no ser fáciles como intérpretes».
'La gran magia' se estrenó en 1948. Como hacía siempre, De Filippo la escribió para su propia compañía de teatro. De ella llama la atención sobre todo, dice Pasqual, el lenguaje: «Si existe el teatro popular, vamos a suponer que exista, su paradigma es Eduardo de Filippo. Trata temas profundos, universales, pero con un lenguaje muy popular y muy entendible, muy comestible, pero porque existe complicidad con su público. Es muy raro que un dramaturgo ahora, o incluso hace veinte o treinta años, se convierta en la representación de una ciudad. Y eso pasa con Eduardo».
A pesar de la unanimidad en señalarle como un autor fundamental en el teatro europeo del siglo XX, Eduardo de Filippo no termina de calar en nuestra escena. «No es fácil porque es un estilo que no nos va muy bien. Tampoco ha calado demasiado la 'commedia dell'arte', que requiere de entrenamiento, y el actor español es más intuitivo y menos de formación. Eduardo necesita entrar en un estilo determinado. Pero no debería ser así; hay sitios de Madrid que parecen Nápoles y debería sernos más cercano».
«Los argentinos no hablan español, hablan italiano con palabras españolas», dice Lluís Pasqual, que ha encontrado la complicidad de una compañía de actores argentinos. «Vienen del teatro napolitano; luego se les cruzó Freud por enmedio y se dedicaron a otras cosas -sonríe Pasqual-, pero vienen de ese teatro y algo queda todavía. El teatro de Eduardo es como el Fernet Branca; es decir, una bebida antigua, que sabe a antiguo, dulce y amarga a la vez. Por la estructura, muy cerrada, puede haber pasado el tiempo, pero no lo ha hecho para sus personajes».
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