'Els Buonaparte': Napoléon y José, a calzón quitado
CRÍTICA DE TEATRO
Ramon Madaula recrea en 'Los Buonaparte' las intimidades entre dos personajes que no solo hablan de acontecimientos históricos, sino de sus recuerdos infantiles y desencuentros familiares
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Crítica de Teatro
'Els Buonaparte'
- Autor Ramón Madaula
- Dirección Silvia Munt
- Escenografía Sebastià Brosa, Paula Bosch
- Iluminación Lluís Serra
- Vestuario Carlota Ricart
- Espacio sonoro Sergi Andrades
- Intérpretes Pau Roca, David Bagés, Oriol Guinart
- Lugar Teatro Akadèmia. Barcelona
Diez días después de la derrota francesa en la batalla de Bailén, el 19 de julio de 1808, José I huye de Madrid y se refugia con su Corte en Vitoria para estar más cerca de la frontera. Su hermano Napoleón, el Emperador de ... Francia que le nombró Rey de España, viaja hasta Vitoria para convencer a José de que debe continuar en el trono. ¿Qué ocurrió aquella noche para que José acabara volviendo a Madrid y retomara su reinado? A partir de esta pregunta Ramon Madaula recrea en 'Los Buonaparte' las intimidades entre dos personajes que no solo hablan de acontecimientos históricos, sino de sus recuerdos infantiles y desencuentros familiares.
Madaula ahonda en las vidas privadas de unos protagonistas que se interpelan a calzón quitado. La impostura del dictador que blasona de extender los derechos humanos con invasiones y guillotina se confronta con el realismo de un hermano hastiado de reinar sobre un pueblo que lucha en desigual combate y le llama «Pepe Botella». Entre ambos el mameluco Rustam, con su sentido común al modo de Sancho Panza, desmonta las trampas dialécticas de un Napoleón que predica la libertad, pero le mantiene como esclavo sin derecho a paga. La bañera que preside el espacio escénico provoca la desnudez de los personajes y les despoja de la solemnidad de los uniformes que esconden la sinceridad. Sinceridad de la derrota que José despacha a raudales mientras su hermano se aferra a los eslóganes triunfalistas.
Con una solvente dirección de Silvia Munt, Pau Roca encarna a ese Napoleón inflexible y David Bagés expresa todos los matices de un José que se resiste a ejercer de tirano sentado sobre las bayonetas. Oriol Guinart es Rustam, el mameluco que disecciona con implacable e impagable ironía las hipérboles de su amo y es testigo del duelo dialéctico entre los Buonaparte. Porque Buonaparte era el apellido corso de Napoleón que las exigencias del chovinismo afrancesaron. Madaula ha querido ver cómo aquella noche en Vitoria Napoléon y José retornan 'in mente' a su Ajaccio natal. Dos hermanos, desnudos y vulnerables, se abrazan a sus señas de identidad para sobrellevar una Historia construida sobre grandes –y huecas– palabras.
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