La verdad histórica: los Decretos de Nueva Planta acabaron con privilegios medievales de la nobleza catalana
Aceptar el fondo histórico que propone Junts es «un despropósito lleno de falsedades, medias verdades y ocultaciones»
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En el acuerdo del PSOE y Junts para la investidura de Pedro Sánchez, la parte catalana hace uso de la historia para apuntalar sus reivindicaciones remontándose a 1714, mientras que la parte española, simplemente acata el relato sin discutirlo y aceptándolo de facto, y ... aquí está el problema.
El punto en cuestión es un despropósito lleno de falsedades, medias verdades y ocultaciones que pretende vender un hecho histórico desde el presentismo con la mirada puesta en el futuro.
Difícil explicarlo en pocas líneas pero lo intentaremos.
La Nueva Planta no abolió, sino que sustituyó un paquete legislativo anticuado, feudal y oligárquico. Eran llamadas Constituciones, pero eran prácticamente idénticas a los fueros. Allí la nobleza reconocía la soberanía del rey y éste a cambio les concedía privilegios.
Las Constituciones de 1702 firmadas con Felipe V no fueron abolidas por la Nueva Planta como afirma el acuerdo, sino por el archiduque Carlos y las Cortes catalanas en 1706. Por eso cuando Felipe ganó la guerra, tuvo que crear un paquete legislativo nuevo ya que el anterior estaba ya derogado.
Irónico pero cierto, como también lo es que en su capítulo 56 indica que parte de las antiguas constituciones se consideran vigentes.
Las Constituciones Catalanas de principios del siglo XVIII eran de peluca y pomada, incompatibles en una democracia moderna, con cargos públicos elegidos a suerte donde más del 90% de la población estaba excluida, donde en la última de ellas, la publicada en 1706, se decretaba la expulsión de los gitanos, so pena de galeras para los varones adultos y de 100 latigazos a mujeres y niños.
En definitiva la denostada Nueva Planta trajo la prosperidad y la modernidad a Cataluña. El reformismo borbónico puso las bases del crecimiento, modernización, industrialización del territorio catalán. La Cataluña opulenta nació precisamente de la Nueva Planta dejando atrás dos siglos de caos, pobreza, guerra y bandoleros.
Como explico en mi último libro, «Cataluña. La historia que no fue» editado por Espasa hace unas semanas, la historia es el cimiento sobre el que se construye el proceso separatista catalán. No se trata de una historia imparcial y rigurosa, sino de una historia al servicio de un proyecto político que por un lado aspira a la creación de nuevo Estado denominado Países Catalanes y que por el otro busca la inevitable desmembración de España, que perdería el 40% de su territorio, habitantes y renta.
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Óscar Uceda Márquez
Presidente de Historiadors de Catalunya
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