El rayo que convirtió a David Bowie en la Mona Lisa del pop
El Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid acoge hasta junio un paseo por las fotografías que le hizo Brian Duffy, un material que su autor intentó quemar en un momento de desesperación
Muestra la relación entre ambos genios creativos, con 160 objetos que nunca habían visto la luz ante el gran público
Un museo de Bowie con más de 80.000 objetos llegará a Londres en 2025

Bowie se desdibujó para ser mística, con odisea espacial y liquidación del mundo alunizando y alucinando desde las estrellas. Y aquel 'Blackstar', a principios de 2016, el fundido a negro existencial más artístico para el más dandy de los marcianos del pop de ... masas, sin permiso de Lady Gaga. Como un faro de energía lunar y modernidad, un museo le quieren abrir ahora en 2025 en Londres. Y mientras tanto, una exposición se inauguró ayer mundialmente en Madrid para explicar sus años dorados, cuando se convirtió con un rayo en la Mona Lisa del pop a través de la mirilla de Brian Duffy, el fotógrafo de algunas de sus sesiones más icónicas que se pueden ver desde este miércoles hasta junio en el Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid (COAM).
'Bowie Taken by Duffy'. Dos mentes creativas, uno a la fotografía y el otro a la revolución de la música a través de la imagen. Si los 60 podrían sintetizarse en la portada del 'Sgt Pepper...', de los Beatles, los 70 se pueden resumir, por estúpido que sea, en la universal portada del 'Aladdin Sane', la del rayo en la jeta, visual ya cliché que ha recorrido el rostro de la Reina Isabel de Inglaterra en grafiti de Banksy, los pómulos de Kate Moss en portada de 'Vogue' o puede verse fácilmente en las fiestas de Chueca en las caras beodas con maquillaje corrido que celebran la extraterrestre ambigüedad de una postal que, en palabras del periodista Rafa Cervera, abre las ventanas de representación al llamado género fluido.
Fluía Bowie malamente cuando no pudo conocer a Brian Duffy, miembro de los Black Trinity, colectivo de fotógrafos que definió la estética innovadora del 'Swinging London', y que por aquel entonces estaba produciendo una película estrenada en 1969, 'El código de los inmorales', para la que la posterior superestrella se postuló para un papel menor en su desesperación por trabajar, desechándole, lo que no hicieron con su novia, Hermione Farthingale, a la que el cantante enviaba desoladas cartas de amor al rodaje en Brighton. Tardarían un poco más en verse los rayos…
Bowie y Duffy se conocieron en julio de 1972 finalmente, en el estudio del fotógrafo al noroeste de Londres, pocos días antes de la impactante interpretación del primero en 'Top of the Pops' de la BBC, en calidad ya de Ziggy para presentar 'Starman'. Día importante 'on the way to' eternidad. Imagínense el revuelo cuando un ser con mullet y pelo pincho rojo, y maillot reptiliano, coqueteaba con los espectadores y el guitarrista Mick Ronson, algo escandaloso para la época… había nacido una 'Starman'. Bowie apareció en la oficina del fotógrafo de aquella guisa 'zigguesca', con botas rojas brillantes y el mono acolchado diseñado por Buretti. El uniforme. Y ya cayeron las primeras fotos.

Entre 1972 y 1980, en cinco sesiones fotográficas tal cual se estructura también esta muestra, Ziggy y Duffy establecieron una relación que se desarrolló en las siguientes encarnaciones del de Brixton, esto es El Duque Blanco, alter ego para su 'Station to Station', el 'Lodger' berlinés como un hombre cayendo con la cara desfigurada y un peine, el Pierrot de 'Scary Monsters' o Aladdin Sane, la creación de un tótem con teléfono roto porque el fotógrafo entendió que el disco se llamaba 'A lad insane' (un muchacho loco). Fue una sesión sencilla con un pequeño cambio para el hombre pero gigante para la eternidad (de Bowie), pues Duffy decidió pasar de un rayito pequeño a otro que le cruzara la cara. La expo incluye la única copia original de la imagen del álbum. ¿Cuánto vale? «Su valor está bajo candado», contesta Chris Duffy, comisario, fotógrafo, director del archivo e hijo de Brian Duffy, entre risas.
En total, hay 160 objetos originales de la colección de Duffy Archive, muchos de los cuales ven ahora la luz por primera vez ante el gran público. Y tiene su aquel, porque el autor quiso quemar todo su legado en 1979. Al parecer estaba muy descontento con la presión, la responsabilidad y el tedio de llevar un negocio y sintió que esa era la mejor salida a su quemazón. «Menos mal que los vecinos llamaron a la policía y pudieron detener las llamas». El fuego no alcanzó la parte de Bowie, poco más de 150 negativos, pero, por ejemplo, con John Lennon hicieron seis sesiones juntos de las que solo se conserva una. «A veces me levanto en sueños pensando en lo que se perdió», dice su hijo.

Tras ese 'harakiri' profesional, Duffy cogió solo una vez más la cámara. No pudo resistirse al último baile con Bowie, su quinta colaboración tras Ziggy, Aladdin, las fotos en el rodaje de la película 'The Man Who Fell To Earth' (preciosas, en el desierto), el 'Lodger' y en 'Scary Monsters', su duodécimo disco en menos de diez años, una década de revolución creativa bajo su liderazgo en los 70 y que ahora heredaban Los Nuevos Románticos, encabezados por Stephen Strange y Spandau Ballet, de los que Bowie quiso aprender en el club Blitz del Soho londinense, pero también The Human League, Orchestral Manoeuvres in the Dark o Depeche Mode.

En esta última sesión, Duffy ya no controlaba tanto los derroteros artísticos del disco, y confiaba en que el cuadro de portada se basaría en una de sus imágenes, pero el artista Edward Bell solo usó la sombra de la decadente foto que le hizo al Pierrot, simbólico final para dos caminos que se separaban para juntarse en el fogonazo inmortal del rayo. Así, fue el último disparo profesional del fotógrafo, que se dedicó a pintar, a restaurar muebles de valor y a dar clases de ello. Bowie, a su vez, abandonó los personajes tan teatrales. De alguna manera, se acabó la función. Pero Aladdin, El Duque Blanco o Ziggy tenían vida propia, claro.
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